Viernes 25 de mayo de 2012 | 01:28
El equipo argentino logró la hazaña: hizo cumbre en el Everest
Willie Benegas confirmó que los seis
integrantes del grupo llegaron ilesos a la cima de la montaña más alta
del mundo; se espera que en las próximas horas, haga lo mismo el resto
de la expedición en el pico de Lhotse
El equipo de argentinos compuesto por los argentinos
Willie Benegas, Hernán Carracedo, Fernando Grajales, Pablo Betancourt,
Phurba Gyaljen Sherpa y Sherpa Funuruque, que
escalan el Monte Everest ,
confirmó en una comunicación que llegaron a la cima de la montaña más alta del mundo, en 8848m, a las 08:18 am (hora local).
Es la 11 ª cumbre de Willie y la primera del equipo
2012. "Estamos muy orgullosos!!! En este momento todo el Campo Base está
festejando eufóricamente! Aún queda el regreso, así que estaremos
siguiendo cuidadosamente al equipo a su vuelta por el Collado Sur, donde
descansarán del tremendo viaje de la jornada", aseguraron
comunicación vía Skype con Damián Benegas, desde Campo 4
El sábado pasado ya llegó
la primera cumbre de la mano de Damián Benegas, quien a las 11.09 de ese día
llegó a lo más alto del Lhotse,
la cuarta montaña más alta del mundo, iniciando lo que hoy ya se
convirtió en una hazaña histórica del equipo. Además se convirtió en el
primer escalador de la temporada en alcanzar esa cumbre.
El equipo de montañistas argentinos está compuesto por
los hermanos Guillermo y Damián Benegas, Fernando Grajales, Hernán
Carracedo, Luciano Badino, Fernando Rodríguez de Hoz, Tomás Ceppi y
Pablo Bentacour. Asimismo cabe destacar que en el inicio de la aventura
también estuvo Facundo Arana, quien
debió abandonar la expedición después de algunos días por problemas de salud.
Un desafío para muy pocos
La expedición
comenzó a fines de marzo
con el único objetivo de alcanzar las cumbres del Everest, Lhotse y
Nuptse en un solo viaje. Ya no sólo los 8848 metros del techo del mundo
eran la única meta. Todo comenzó con la llegada al aeropuerto
Internacional Tribhuvan de Katmandú, en Nepal. Los engranajes de Una
expedición, tres montañas, que incluía la cima del Everest (8848
metros), el Lhotse (8516) y el Nuptse (7861) comenzaban a girar.
El equipaje: tres toneladas de comida entre salames,
yerba, quesos, tallarines, etcétera. Ah, y también, dos bolsos de 120
litros con el equipo personal de escalada y ropa.
El camino a la cima del Everest resulta muy largo. No
sólo hay que clavar la bandera o sacarse una foto ahí arriba, sino
también prestarse a un trabajo de aclimatación previo muy duro.
De Katmandú, el grupo argentino inició el ascenso en avión. Desde el frenesí de esa ciudad espiritual y de tránsito caótico,
un bimotor los colocó en Luckla, la boca del valle del Khumbu.
La caminata, el trekking, empieza a los 2840 metros
hasta el base a 5400. Durante poco más de una semana recorrieron el
sinuoso sendero por el valle hacia la cordillera del Himalaya. Las
toneladas de equipo que incluyen 40 carpas, 200 mosquetones, 80
tornillos de escalada, 350 metros de cuerda, entre muchas otras cosas,
viajan en las espaldas de los sherpas, una etnia de nepaleses nacidos y
criados en esas tierras hostiles y bellas. También los yaks, unos
animales un poco más pequeños que los bueyes, con mucho pelaje y
tremendamente fuertes.
La mayoría permanece en estado de aclimatación durante
casi un mes y medio para evitar el temido mal de altura. El cuerpo
humano no está preparado para sobrevivir a más de 8000 metros. Por eso,
los equipos realizan dos
aproximaciones a los campamentos de altura y
regresan al base. Así durante días. Ese ir y venir suele resultar muy desgastante. Así es
la espera hasta el periodo de ventana que permite atacar las cumbres más altas del mundo.
Un blog bajo cero
Esta expedición de los argentinos al Everest incluyó
además un verdadero desafío técnico. No sólo hicieron cumbre, sino que
también lo contaron en un
blog en lanacion.com,
donde pudo seguirse el paso a paso de la expedición en tiempo real con
relatos, fotos y videos. Esto significó un esfuerzo extra para producir y
publicar el material con baterías de los equipos que se congelaban,
teléfonos satelitales y filmadoras de mano. Un testimonio en primera
persona desde uno de los lugares más inhóspitos del mundo.