MENSAJE DEL GRUPO CLARIN
64 años creyendo en el país y construyendo medios argentinos
Usted conoce Clarín. Somos un diario que nació en 1945 con una mirada nueva. La de ser un diario masivo y de calidad. Que pueda llegar a todos. Que privilegie la información y que desde lo editorial apueste al desarrollo integral de la Argentina.
Clarín fue asentándose: con los años se convirtió en el primer diario nacional y uno de los líderes de habla hispana. Sostenido por el trabajo de sus periodistas y el acompañamiento sus lectores. Cuidando la independencia empresaria como reaseguro de la periodística.
Con una visión focalizada en el crecimiento del país, Clarín no sólo quiso ser espectador, sino protagonista de los cambios que vivieron los medios y las audiencias en las últimas décadas.
No hicimos nada diferente de lo que hicieron grandes medios alrededor del mundo. Decidimos acompañar la evolución tecnológica. Invertimos para llegar a nuestros públicos a través de otros lenguajes, audiovisuales y digitales.
Lo hicimos conscientes de que los medios de comunicación se globalizan cada vez más y creyendo importante preservar nuestro rol como actores argentinos. Actores con la dimensión suficiente para competir sin diluirse frente a los conglomerados internacionales que llegaban al país. Para sostener nuestros valores y nuestra identidad. Para producir, informar y entretener con nuestro acento.
Así fuimos conformando el Grupo Clarín. Una compañía de capitales argentinos, cuyos accionistas y números son de dominio público. Aunque somos más pequeños, nuestra estructura es similar a la de otros grupos de medios de Iberoamérica, como Prisa de España, Globo de Brasil o Televisa de México. No fue fácil hacerlo desde aquí, en un país con discontinuidades, un menor tamaño relativo y contando únicamente con recursos propios. Si nos comparamos con el mundo, nuestra facturación es 66 veces menor a la de Telefónica, 40 veces menor a la de Time Warner y 24 veces menor a la de CBS.
Nuestras inversiones, plantadas aquí, superaron los 20.000 millones de pesos en los últimos 20 años. Hoy cotizamos en las Bolsas de Londres y Buenos Aires pero tenemos el orgullo de haber crecido en la Argentina, de haber decidido quedarnos pese a las ofertas de compra de grupos extranjeros. E incluso de tener operaciones en Uruguay, Paraguay y México.
Para cualquier país, una empresa como Clarín suele ser un exponente del emprendimiento privado, un motivo de orgullo nacional. Porque se trata de una voz de peso local en un mercado cada vez más transnacional. Porque genera empleo calificado y configura una importante industria cultural. Pero en la Argentina de hoy eso parece no contar. Clarín está siendo estigmatizado con intenciones políticas. Por eso vale aclarar algunos puntos.
En ninguna de sus actividades el Grupo Clarín es un monopolio. De hecho, el mercado argentino de medios es uno de los más diversos del mundo. Y Clarín actúa en cada segmento compitiendo intensamente. Nos gusta la competencia. Nos estimula y estamos acostumbrados a ella.
En Buenos Aires, Clarín compite con 12 diarios nacionales pagos de interés general, número muy difícil de encontrar en las principales capitales del mundo. C ompite en los kioscos con La Nación, La Prensa, Diario Popular, Crónica, Página/12, Crítica de la Argentina, Bae, Buenos Aires Herald, El Cronista, Ambito Financiero, Perfil y Miradas al Sur. En el país compite con más de 200 diarios regionales y locales que son voces de referencia en su zona, donde los diarios nacionales tienen una inserción reducida.
En televisión abierta, el grupo es titular de Canal 13, una de las cinco estaciones que se reciben en el Gran Buenos Aires. Allí mismo también se escuchan más de 550 radios. De todas ellas, Clarín participa en una AM y una FM (Mitre y La 100). Hay varios grupos que tienen más radios que las permitidas. No es nuestro caso.
En canales de noticias, la Argentina cuenta con 5 señales nacionales, todas de dueños diferentes (Crónica TV, América 24, C5N, Canal 26 y TodoNoticias). Una de ellas, TN, es de Clarín. No hay otro país en el mundo con una oferta semejante.
En Internet, cualquier persona puede distribuir contenidos. De los sitios más visitados del país, Clarín.com ocupa el puesto número 10. Los anteriores no son argentinos. Estamos orgullosos de sostener esta presencia en un espacio donde lo nacional suele caer en la insignificancia.
En el mercado del cable, Clarín viene invirtiendo, desde 1993, en la conformación de una red que hoy encabeza Cablevisión. Es el primero entre más de 700 operadores, y siempre compite con otras opciones, en cable o en satélite. Conformó la primera red alternativa a las grandes telefónicas. Así logró, por ejemplo, una presencia en Internet que dinamizó el mercado de banda ancha.
Se ha llegado a decir que Clarín tiene el 73% de las licencias de radiodifusión del país. Es falso. Para que quede claro: e n todo el país, Artear posee cuatro licencias de televisión abierta, sobre 42 existentes. Radio Mitre posee 9 licencias, sobre más de 5.000 existentes. El cable no es radiodifusión porque no usa éter: sus licencias son locales (a diferencia de la TV satelital, que goza de una licencia nacional). Cablevisión tiene un 47% de participación en ese mercado. Este porcentaje es similar o está por debajo de los mayores operadores de cable de países como Francia (65%), I talia (75%), España (57%), Alemania (52%), Reino Unido (50%), Chile (67%), Perú (82%) y Venezuela (50%), Brasil (46%), Colombia (46%) y México (46%).
Clarín ha invertido siempre en la Argentina con una misión central: el periodismo y los medios de comunicación. Por eso tenemos los equipos de periodistas más numerosos y premiados del país. Por eso, muchos de los profesionales más prestigiosos han surgido de nuestros medios o eligen trabajar en ellos. En 1995, cuando se constituyó como tal, el Grupo se definió en esta actividad. No nos dedicamos a otra cosa. Clarín tiene medios porque esa es su razón de ser. No los tiene para otro fin.
Somos el principal multimedios del país, pero no el único. Y nos gustaría que hubiera varios más. Lamentamos que colegas que iniciaron proyectos parecidos hayan decidido vender a lo largo de estas décadas. O que grupos fuertes, que parecían de largo aliento, se desarticularan según los ciclos políticos y económicos.
Cada uno de nuestros pasos los dimos cumpliendo la ley. En 1990, cuando Artear se presentó a los concursos de Canal 11 y Canal 13, ganó los dos. Obtuvo los máximos puntajes y optó por la frecuencia del 13. Fue el único canal que no cambió, en 20 años, su composición accionaria. El único que no se vendió, que apostó siempre a la producción nacional, que se especializó en ficción y noticias.
En paralelo, Artear generó señales nacionales para alimentar una grilla de cable donde hasta las noticias y el deporte venían desde afuera del país. Nos propusimos hacer contenidos argentinos, que reflejaran nuestra realidad, nuestra identidad, nuestra diversidad, nuestro talento, nuestra cultura.
Así nació TN, realizado con los más altos estándares periodísticos y tecnológicos. O Volver, que se convirtió en un resguardo entrañable de la historia del cine y la televisión argentinos. O TyC Sports, con foco en los deportes y los deportistas nacionales. O Quiero, pensado para difundir la música de nuestros artistas.
Canales de libre creación que no usan espectro radioeléctrico. Que contribuyen a dar trabajo, a generar y preservar contenidos nacionales. Sin razón técnica alguna, el proyecto de Ley de Medios pretende limitar o silenciar esas voces. ¿Eso es promover la diversidad?
En el cable, Clarín comenzó con una operación en San Pedro. Fue creciendo en una industria madura, conquistando nuevos abonados y a partir de cables existentes. En los 90, el sector se extranjerizó: vinieron las grandes compañías norteamericanas: US West, Continental, TCI, Hicks, Liberty. Clarín hizo el esfuerzo y se mantuvo como el segundo operador nacional.
Luego vino la crisis, con la deuda en dólares. El 95% de ella tomada en el exterior, por lo que se multiplicó por tres. Tuvimos que desprendernos de compañías importantes, como CTI y DirecTV. Reestructuramos esa deuda de manera privada, con recursos enteramente propios. Y tras la recuperación, volvimos a apostar en el país.
Nadie nos regaló nada. En 2006 adquirimos el 60% de Cablevisión, lo que permitió que una compañía extranjera vuelva a ser argentina. Desde entonces, la empresa sumó 1000 nuevos empleados, no distribuyó dividendos e invirtió más de 550 millones de dólares en redes y digitalización. Como sucede en varios países de Europa y América, los cables se consolidaron para generar masa crítica y prepararse para competir con las grandes empresas de telecomunicaciones. Claro que mientras los países serios equilibran los mercados para que compitan entre iguales, aquí se quiere fracturar en partes a los locales.
Sabemos que el futuro de nuestra industria pasa en gran medida por la banda ancha. Y esto requiere dos cosas, que el proyecto de ley desconoce. Primero, promover la inversión en redes alternativas y la competencia en Internet, para lograr mejor capacidad, velocidad y precio. En lugar de eso, se limita arbitrariamente el alcance de los cables y se destruyen sus inversiones recientes, discriminándolos frente a las telefónicas que pueden llegar al 100% de los hogares. Segundo, promover sólidas empresas audiovisuales para que nuestro talento no se diluya en un mar de contenidos globales. Los países del mundo y de la región lo entienden así, y por eso en lugar de ponerle trabas, acompañan a sus grupos de comunicación. No parece ser la intención hoy en la Argentina.
La paradoja es que en varios aspectos, este proyecto se emparenta con la vocación de fragmentar y controlar que tenía la ley de la dictadura. Parece que se quiere regular para un escenario de hace treinta años, donde sólo existían la radio y la TV abierta. Hoy el cable, Internet y la digitalización multiplican al infinito las posibilidades. Deberíamos apostar a que nuestras producciones puedan llenar esos espacios. Sin embargo se imponen restricciones arbitrarias y alejadas de los ejemplos internacionales.
¿Cuál es la lógica de prohibir a un grupo tener un cable y un canal abierto en la misma área? Uno produce y otro transporta lo que producen muchos. Esta exclusión no existe en todo el mundo.
¿Cuál es la lógica de limitar a sólo una señal la que pueden producir los canales abiertos o los cables? Afuera sucede todo lo contrario: los canales abiertos y los cables son los principales productores de contenidos. Las cuatro cadenas privadas de televisión de EE.UU. producen señales de noticias propias (MSNBC, Fox News y CBS News) y otras señales temáticas (History Channel, ESPN, Disney Channel, Fox Sports, National Geographic, Bravo, USA Network, Discovery, etc). Lo mismo sucede con operadores de cable importantes, como Time Warner, que produce HBO, Cinemax, CNN o Cartoon Network.
En los últimos meses, se ha emprendido una batalla contra un grupo periodístico nacional. No es inusual que los gobiernos se molesten con los medios: la tensión prensa-poder es natural en la democracia. Lo que sí resulta inaudito es que se haya puesto todo el aparato estatal (el formal y sus resortes más oscuros) para amedrentar, a través la estigmatización política y la difamación personal. Una campaña direccionada a Clarín pero que lo excede como destinatario. Y que revela un objetivo muy claro: desacreditar a los medios de comunicación como contrapeso en la democracia.
No estamos en guerra con nadie. Aunque nos ataquen seguiremos contando lo que entendemos le pasa y le interesa a la sociedad. Eso quizás molesta. Y por eso las campañas sucias, los panfletos paraoficiales, las intimidaciones de la AFIP, el uso de organismos públicos como herramientas de apriete.
16 mil personas trabajan con nosotros. Somos uno de los principales generadores de empleo calificado en el país. Todas nuestras operaciones cumplen la ley. Quizás por eso quieren hacer una ley para que no la podamos cumplir.
Coincidimos en que la democracia se debe una nueva ley de radiodifusión. Este proyecto pregona la democratización pero consagra un poder discrecional sobre los medios. Además busca atomizarlos y debilitarlos. Para que no se escuchen y dependan de las dádivas oficiales. O directamente para acallarlos.
Este proyecto deja a los medios en estado de precariedad absoluta, al no respetar las licencias vigentes, algo que ni siquiera sucedió en Venezuela. Y autoriza que la única red de radio y TV que llegue a todo el país sea la del Estado.
Cuando las leyes son pensadas contra algunos, cuando el personalismo utiliza el poder del Estado y no encuentra freno en las instituciones, están en riesgo las garantías de todos.
Esto es parte de lo que el Grupo Clarín tenía pensado decir en el Senado de la Nación, antes de que se anticipara el final del debate en Comisión. Queremos compartirlo con los senadores y con toda la sociedad.
Creemos que de nada sirve nuevamente forzar la polarización de un debate. Desde nuestro lugar apelamos a la racionalidad. A que se proteja no sólo la seguridad jurídica sino nuestro derecho a seguir apostando en el país.
Confiamos en que el debate legislativo pueda servir para tener una mejor ley, que pemita preservar la libertad de expresión, el desarrollo de la industria audiovisual y el acceso de más ciudadanos a los nuevos medios.
Desde Clarín seguiremos trabajando, como siempre, en comunicar a los argentinos en su mismo idioma.
Grupo Clarín
Buenos Aires, 4 de octubre de 2009.
Nunca tantos parecidos con Caracas
Joaquín Morales Solá
LA NACION
Viernes 11 de setiembre de 2009
Nunca, como ayer, Buenos Aires se pareció tanto a Caracas ni los Kirchner fueron tan similares a Hugo Chávez. Cuando más de 200 inspectores de la AFIP se agolparon en la puerta del Grupo Clarín, las imágenes recordaban nítidamente un ataque de grupos chavistas a Globovisión, la única cadena privada de televisión que quedó en Venezuela en los primeros días del último agosto. Era la perversión de cualquier sentido normal del Estado: el operativo se produjo en medio de una guerra personal desatada en las semanas recientes por el ex presidente Néstor Kirchner contra ese grupo periodístico.
Ya importa poco contra quién está combatiendo el caudillo de la administración. Es la existencia del periodismo argentino lo que está en juego una vez que él ha decidido usar los recursos del Estado con otros fines. ¿Cuál, si no ésa, fue la lógica de las dictaduras militares tan denostadas por el matrimonio presidencial? En Venezuela, Chávez primero le quitó la licencia al más grande y antiguo canal de televisión de aire, Radio Caracas Televisión, y ahora la está emprendiendo contra el único canal privado e independiente que queda en su país, Globovisión. Lo que quiere es el silencio del periodismo en general y no sólo ganar una batalla en particular. ¿Kirchner está haciendo aquí lo mismo?
Un vaho con aroma a peligro ya existía para la prensa argentina. De hecho, la Sociedad Interamericana de Prensa, la más importante organización americana de defensa de la libertad de prensa, apoyó ayer las posiciones explícitas de todas las asociaciones periodísticas argentinas sobre el proyecto de ley de radiodifusión. Desde hacía décadas no existía tal unanimidad en contra de algo, como sucedió ayer con las entidades de prensa argentinas, con el respaldo manifiesto de poderosas organizaciones internacionales.
Pocas horas antes, la oposición no kirchnerista (radicales, peronistas disidentes, macristas y socialistas) se había reunido con el vicepresidente Julio Cobos para preparar el rechazo del proyecto del Gobierno o, en el peor de los casos, cambiar luego del 10 de diciembre cualquier cosa que se apruebe ahora sobre la relación del Gobierno con los medios. No estuvo Elisa Carrió, pero estará cuando haya que votar en contra o cambiar lo que haya hecho el kirchnerismo. El despacho de Cobos se convirtió en lugar de peregrinación para los legisladores críticos del proyecto de radiodifusión; él adelantó su posición crítica sobre el tema, pero su papel cobra mayor importancia por ser la segunda figura de la República.
Ni la SIP ni Cobos ni los opositores hicieron, de todos modos, tanto como el propio Néstor Kirchner para pulverizar el proyecto enviado por su esposa al Congreso. Kirchner carece del instinto de la astucia. Su bagaje político carga sólo con audacia sin talento. El operativo de la AFIP contra las oficinas de Clarín parecía ayer un sainete escrito por un escritor chapucero. El jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, se disculpó ante la empresa periodística mediante una carta formal a su editor general, Ricardo Kirschbaum.
Pero ¿puede una oficina del Estado movilizar a 200 empleados sin la autorización expresa de su jefe? ¿Puede hacerlo cuando se trata de un virtual allanamiento contra un medio de prensa, más sensible siempre que cualquier otra empresa a los allanamientos o revisiones del Estado? ¿Puede, por último, enviar inspectores a un diario con soflamas contra el mismo diario? Todo fue demasiado extraño. Un medio periodístico puede ser allanado -cómo no-, pero sólo cuando hay razones suficientes para hacerlo y el proceso está en manos de jueces independientes, cuando ya no queda, en fin, otra alternativa más que ésa. Ninguna de estas condiciones se cumplió en el caso que sucedió ayer en las dependencias de Clarín .
Según fuentes oficiales, el allanamiento lo habría dispuesto el director de Seguridad Social de la AFIP, una de las tres direcciones que dependen de Echegaray. El director de esa área es Iván Bulassi, un dirigente kirchnerista de Bahía Blanca que responde políticamente a Echegaray. Bulassi fue elegido diputado bonaerense por el kirchnerismo en las elecciones del 28 de junio.
* * *
"La orden la dio Néstor Kirchner", disparó ayer, malhumorado, un alto funcionario del Gobierno. "Pregunten a Kirchner", había sido, más temprano, la respuesta de los inspectores de la AFIP cuando empleados de Clarín les preguntaron qué estaban buscando. Kirchner dio la orden, en efecto, aunque nunca se sabrá si usó para eso a Echegaray o si pasó por encima de Echegaray. En cualquier caso, el jefe de la AFIP quedó ayer más cerca de su casa que de su oficina; el despido parecía inminente.
No se iría, en tal caso, por el daño que le hizo a la prensa argentina, sino por una presunta disputa en el interior del propio matrimonio presidencial. Cristina Kirchner, dicen ministros que la vieron, estaba ayer fuera de sí luego de enterarse de las correrías de su marido. ¿Es cierto? ¿O, acaso, se trata sólo de una excusa perfecta para separarla a ella de los devastadores alcances de un desvarío que rompió con todos los límites conocidos?
Doscientos empleados de Echegaray se habrían movilizado sin autorización de Echegaray. La AFIP, un ente clave del Estado, que conoce la confesión de vida de todos los argentinos, actuó en nombre de los Kirchner sin el conocimiento de la Presidenta. ¿Es posible semejante deformación del Estado y del Gobierno, donde mandaría sólo un hombre sin cargo ni funciones? Casi imposible de creer. Aun si fuera así, lo que pasó ayer fue posible porque antes existió un clima que colocó al Gobierno como militante de una causa contra los medios periodísticos en general y hoy contra Clarín en particular. Ninguno de los Kirchner es inocente.
El llamado progresismo latinoamericano está haciendo lo mismo que hacían con la prensa las dictaduras militares de hace tres décadas. Venezuela, la Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua tienen gobiernos democráticos por elección, pero están perdiendo esa condición en el ejercicio del poder. El martes, el diario El País , de Madrid, le dedicó un duro editorial a esa tendencia latinoamericana, en la que incluyó a los Kirchner, de destruir las libertades en nombre de supuestos intereses populares. Conviene reproducir uno de sus párrafos: "El último paso de los regímenes populistas latinoamericanos es acomodar la ley a sus intereses y acabar con la libertad de expresión". Acomodar la ley, en efecto, pero también, como hemos visto ayer, apropiarse de los recursos del Estado para satisfacer a los que mandan en una democracia cada vez más debilitada.
La Nación
La Casa Rosada insiste en despegarse del operativo en Clarín y lo tilda de "pantomima"
Aníbal Fernández apuntó a quienes, según él, "pagaron" la inspección; además, advirtió que el diario "no tiene coronita" y que "tendrá que bancársela como cualquier hijo de vecino"
Viernes 11 de setiembre de 2009
La polémica en torno al inusual operativo que la AFIP realizó ayer en la sede del diario Clarín para un supuesto control fiscal no cede.
Esta mañana, el Gobierno volvió a tomar distancia de la inspección y a sugerir que pudo haber estado organizada por terceros.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, justificó que el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, no haya renunciado tras haber reconocido que no ordenó la inspección.
El embate más fuerte llegó cuando el jefe de los ministros avanzó sobre los supuestos responsables "finales" de la inspección. "Vamos a investigar a quienes pagaron para hacer esta pantomima", lanzó en declaraciones a radio Continental.
Fernández insistió con el argumento oficial de que el Gobierno no tomó la decisión de realizar el operativo, algo que el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray había asegurado ayer en una entrevista con LA NACION.
"Sería de estúpidos haberlo organizado para para después aparecer en la tapa del diario", argumentó en alusión a la edición de Clarín de hoy que lleva el tema en la portada.
"Coronita". Fernández se reservó las advertencias para el final. Se quejó de que Clarín "cuestiona al Gobierno hasta en los chistes" y afirmó: " Clarín no tiene coronita y se dispusiera una inspección integral [en la empresa] tendría que bancársela como cualquier hijo de vecino".
La Nación
BUENOS AIRES (Dow Jones)--Former Argentine President Nestor Kirchner Thursday slammed the country's largest media conglomerate, Grupo Clarin (GCLA.BA), saying it's a monopoly that's abusing its power and muddying Argentina's politics.
SEPTEMBER 4, 2009, 7:37 A.M. ET
The former president, who is widely believed to exert significant influence over the administration of his wife and successor, Cristina Fernandez, said he will do everything necessary to reduce Clarin's power.
"I'm not afraid of anyone," Kirchner said in response to a Clarin reporter's question about Kirchner's unusually large pension. "If they want to insult me, they can insult me. If they want to attack me, they can attack me. They can insult me everyday, but everyone should know that they're doing it to maintain their monopoly, to maintain their position, to keep the privileges that they have."
Kirchner repeatedly named the group's owner and director, saying he isn't afraid of them or their power.
The government and Clarin have been engaged in an increasingly epic battle this year.
Kirchner has accused Clarin of biased reporting by the company's flagship newspaper of the same name.
The government recently played a key role in canceling - and later virtually nationalizing - a contract Clarin had to broadcast soccer games as pay-per-view events.
Earlier Thursday, the Federal Broadcast Committee ordered a halt to a merger between the country's top cable television providers, Cablevision S.A. and Multicanal.
Cablevision, which is 60% owned by Grupo Clarin, bought Multicanal in 2006 and said it would merge the company into Cablevision, creating a virtual monopoly over cable television services in parts of Argentina, including the City of Buenos Aires and surrounding areas.
Kirchner's government had approved the merger just days before he left power. When asked about the apparently contradictory reversal, Kirchner said he wasn't aware of the rational behind the broadcast committee's decision.
Kirchner's comments came just hours after the Lower House of Congress held public hearings on a government proposal to reform a media law that dates back to Argentina's 1976-1983 military dictatorship.
Among other things, the proposal would force Grupo Clarin to sell two of its television stations in order for it to be able to keep its cable distribution service.
In its reporting, Clarin has labeled the proposal "the media control bill" and has repeatedly highlighted what analysts say are the bill's weaknesses.
When asked why critics say the bill is akin to efforts by Venezuelan President Hugo Chavez to silence media companies critical of him, Kirchner said the bill simply aims to improve Argentine democracy.
"This bill has a lot in common with the European and American models," Kirchner said. "It's great that the bill will be modified. The bill should have all the changes it needs to be the best possible law for Argentines."
Kirchner declined to say if he is considering running for the presidency again in 2011.
"It's not the time to talk about candidacies," he said.
-By Taos Turner, Dow Jones Newswires; 5411-4103-6728; taos.turner@dowjones.com
Gobierno de Kirchner: Kirchner vs Grupo Clarin
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