Editorial I
Estatismo patoteril y ramplón
El Gobierno sigue cultivando las teorías conspirativas para legitimar su creciente intervencionismo y su autoritarismo
desigualdades que pueda provocar el capitalismo en el ámbito económico se transforman en desigualdades en el ámbito político, conforme al mercado del poder. Y del poder fluye otra forma de distribución de riqueza que no se basa en la creatividad, sino en el clientelismo y la expoliación.
El verdadero debate, en un progresismo serio, implica asumir el costo de la intervención pública y de la creación de nuevos derechos. Cuanto mayor sea el Estado, más productivo deberá ser el sector privado, para poder financiarlo. A mayor solidaridad, mejor capitalismo. La equidad es un desafío, no una invitación al despropósito.
Este sencillo corolario es aplicado a rajatabla por la República Popular China, cuyo capitalismo "salvaje" financia con holgura al Estado comunista. Y, eventualmente, también al gobierno argentino, que hoy recurre desesperadamente a China para obtener los dólares que huyen del país por no aplicar políticas de mercado, como el gran país de Oriente.
Entretanto, nuestros gobernantes se jactan de haber recuperado el rol del Estado. Un Estado patoteril, capaz de perseguir a quienes apuestan por el mercado y la apertura al mundo, pero inútil para perseguir a un motochorro y garantizarnos seguridad.
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