El pulso económico
El cepo cambiario tiene como objetivo que los argentinos se acostumbren a la fuerza a ahorrar en moneda local, cuya circulación el Gobierno aumentó 30 por ciento en apenas nueve meses y medio, mientras dice que la inflación para el período apenas rondó el nueve por ciento.
Sólo entre junio y agosto, el circulante en poder del público y los bancos creció 16 por ciento.
Según la idea que la presidenta Cristina Kirchner presentó en sus desafortunadas exposiciones en dos de las más prestigiosas universidades del mundo, así sobrarán depósitos en pesos en los bancos. La inversión aumentará porque a los argentinos se los obliga a ahorrar en pesos y a los bancos, a prestarlos para inversiones productivas.
Todo a la fuerza, por imposición. "Todos queremos ir al cielo, pero Néstor nos quiere llevar a patadas en el culo", dijo una vez un político peronista sobre el entonces presidente. Hoy su viuda parece merecedora de igual diagnóstico.
La Presidenta dijo que "en ningún lugar del mundo" se permite a los ciudadanos ahorrar en dólares sin ninguna aplicación, es decir, fuera de los bancos o fuera del país, lo cual no es cierto. Alguien la ha convencido de que el modo en que ella y su esposo ahorraron durante décadas es poco menos que una traición a la Patria.
Pero alguien a quien ella y su marido escucharon y respaldaron, como Domingo Cavallo, le recordó en estos días que el ahorro no es más que un consumo postergado. Se guarda para consumir en el futuro. Y se lo guarda en alguna especie que no pierda valor. En una moneda que no sufra inflación ni riesgos de devaluación en el mediano plazo. Así ocurrió con el peso hasta 2007.
Se podría pensar que si se obliga a los ciudadanos a quedarse con una moneda que saben que se deteriorará, buscarán rápidamente cambiarla por las cosas que pensaban comprar en el futuro. Y si hay créditos a tasa negativa (por debajo de la inflación), mucho mejor.
Un mundo feliz, de prepo. Particulares y empresas obligados a quedarse con pesos, que el Gobierno emite al triple que la inflación oficial, toda esa moneda dentro de los bancos, los particulares desesperados por comprar financiado y los bancos obligados a prestar a los empresarios a tasa también negativa para que inviertan y aumenten la producción para satisfacer la creciente demanda.
Y con las importaciones cerradas por Guillermo Moreno, toda la demanda irá a aumentar el empleo local. Un mundo perfecto. ¿Por qué se quejará entonces Cristina Kirchner de no tener la máquina de imprimir dólares?
Porque las cosas no funcionan de ese modo ideal. La supuesta pesificación de los ahorros reflejada en un aumento de los depósitos a plazo fijo en pesos, como lo señaló LA NACION anteayer, no es porque "la gente" lo hace. Es el Estado el responsable por al menos la mitad del fenómeno. Mientras, cayeron las colocaciones en dólares.
El resultado es que mientras al Estado le sobran los pesos que el Banco Central sigue emitiendo a raudales para tapar el déficit fiscal, financiarse en moneda local para escaparle a la inflación es cada vez más difícil.
Un estudio de la consultora Ecolatina lo confirma. "Con la imposición del cepo cambiario, el menú de alternativas de inversión se acotó y los bancos se inundaron de pesos, pero a partir de junio esa tendencia se revirtió; los préstamos en pesos crecieron más fuerte que los depósitos en moneda local impulsando el alza de tasas", señaló.
Entre junio y agosto, los préstamos al sector privado crecieron 11,9 por ciento, mientras que los depósitos sólo aumentaron 9,2 por ciento.
La liquidez en pesos, que era de 38,9 por ciento de los depósitos, cayó a 35,7 por ciento, y la tasa Badlar subió 2,2 puntos porcentuales, destaca Ecolatina.
Muchos exportadores que antes se financiaban barato en dólares porque los depósitos en esa moneda eran muy altos, ahora deben hacerlo en pesos y compiten particulares con compañías que sólo pueden financiarse en moneda local.
Ecolatina señala además que, a pesar del cepo cambiario cada vez más estricto, entre junio y agosto el Banco Central sólo logró comprar 1189 millones de dólares, cuando hasta mayo estaba comprando 1337 millones por mes.
Con el final de la liquidación de las divisas provenientes de las exportaciones de soja comienzan meses de menor entrada de divisas. Y con el pago del Boden 2012, el mes pasado, las reservas cayeron más de 1825 millones de dólares en tres meses.
Ecolatina descuenta que, dada la situación y los próximos vencimientos de deuda, el Gobierno financiará su rojo fiscal en los próximos meses con "anticipos transitorios" del Banco Central, por lo que no habría que esperar una reducción de la inflación, sino todo lo contrario.
Porque el Central no está dispuesto a absorber esos pesos, como en el pasado, pagando tasas más altas en sus colocaciones de letras en el mercado financiero.
Si la idea es que a los bancos les sobren pesos, Cristina Kirchner ha logrado todo lo contrario. A la única que le sobran pesos para seguir aumentando el gasto público es a ella.
Sólo a Cristina le sobran los pesos
Por Jorge Oviedo | LA NACIONEl cepo cambiario tiene como objetivo que los argentinos se acostumbren a la fuerza a ahorrar en moneda local, cuya circulación el Gobierno aumentó 30 por ciento en apenas nueve meses y medio, mientras dice que la inflación para el período apenas rondó el nueve por ciento.
Sólo entre junio y agosto, el circulante en poder del público y los bancos creció 16 por ciento.
Según la idea que la presidenta Cristina Kirchner presentó en sus desafortunadas exposiciones en dos de las más prestigiosas universidades del mundo, así sobrarán depósitos en pesos en los bancos. La inversión aumentará porque a los argentinos se los obliga a ahorrar en pesos y a los bancos, a prestarlos para inversiones productivas.
Todo a la fuerza, por imposición. "Todos queremos ir al cielo, pero Néstor nos quiere llevar a patadas en el culo", dijo una vez un político peronista sobre el entonces presidente. Hoy su viuda parece merecedora de igual diagnóstico.
La Presidenta dijo que "en ningún lugar del mundo" se permite a los ciudadanos ahorrar en dólares sin ninguna aplicación, es decir, fuera de los bancos o fuera del país, lo cual no es cierto. Alguien la ha convencido de que el modo en que ella y su esposo ahorraron durante décadas es poco menos que una traición a la Patria.
Pero alguien a quien ella y su marido escucharon y respaldaron, como Domingo Cavallo, le recordó en estos días que el ahorro no es más que un consumo postergado. Se guarda para consumir en el futuro. Y se lo guarda en alguna especie que no pierda valor. En una moneda que no sufra inflación ni riesgos de devaluación en el mediano plazo. Así ocurrió con el peso hasta 2007.
Se podría pensar que si se obliga a los ciudadanos a quedarse con una moneda que saben que se deteriorará, buscarán rápidamente cambiarla por las cosas que pensaban comprar en el futuro. Y si hay créditos a tasa negativa (por debajo de la inflación), mucho mejor.
Un mundo feliz, de prepo. Particulares y empresas obligados a quedarse con pesos, que el Gobierno emite al triple que la inflación oficial, toda esa moneda dentro de los bancos, los particulares desesperados por comprar financiado y los bancos obligados a prestar a los empresarios a tasa también negativa para que inviertan y aumenten la producción para satisfacer la creciente demanda.
Y con las importaciones cerradas por Guillermo Moreno, toda la demanda irá a aumentar el empleo local. Un mundo perfecto. ¿Por qué se quejará entonces Cristina Kirchner de no tener la máquina de imprimir dólares?
Porque las cosas no funcionan de ese modo ideal. La supuesta pesificación de los ahorros reflejada en un aumento de los depósitos a plazo fijo en pesos, como lo señaló LA NACION anteayer, no es porque "la gente" lo hace. Es el Estado el responsable por al menos la mitad del fenómeno. Mientras, cayeron las colocaciones en dólares.
El resultado es que mientras al Estado le sobran los pesos que el Banco Central sigue emitiendo a raudales para tapar el déficit fiscal, financiarse en moneda local para escaparle a la inflación es cada vez más difícil.
Un estudio de la consultora Ecolatina lo confirma. "Con la imposición del cepo cambiario, el menú de alternativas de inversión se acotó y los bancos se inundaron de pesos, pero a partir de junio esa tendencia se revirtió; los préstamos en pesos crecieron más fuerte que los depósitos en moneda local impulsando el alza de tasas", señaló.
Entre junio y agosto, los préstamos al sector privado crecieron 11,9 por ciento, mientras que los depósitos sólo aumentaron 9,2 por ciento.
La liquidez en pesos, que era de 38,9 por ciento de los depósitos, cayó a 35,7 por ciento, y la tasa Badlar subió 2,2 puntos porcentuales, destaca Ecolatina.
Muchos exportadores que antes se financiaban barato en dólares porque los depósitos en esa moneda eran muy altos, ahora deben hacerlo en pesos y compiten particulares con compañías que sólo pueden financiarse en moneda local.
Ecolatina señala además que, a pesar del cepo cambiario cada vez más estricto, entre junio y agosto el Banco Central sólo logró comprar 1189 millones de dólares, cuando hasta mayo estaba comprando 1337 millones por mes.
Con el final de la liquidación de las divisas provenientes de las exportaciones de soja comienzan meses de menor entrada de divisas. Y con el pago del Boden 2012, el mes pasado, las reservas cayeron más de 1825 millones de dólares en tres meses.
Ecolatina descuenta que, dada la situación y los próximos vencimientos de deuda, el Gobierno financiará su rojo fiscal en los próximos meses con "anticipos transitorios" del Banco Central, por lo que no habría que esperar una reducción de la inflación, sino todo lo contrario.
Porque el Central no está dispuesto a absorber esos pesos, como en el pasado, pagando tasas más altas en sus colocaciones de letras en el mercado financiero.
Si la idea es que a los bancos les sobren pesos, Cristina Kirchner ha logrado todo lo contrario. A la única que le sobran pesos para seguir aumentando el gasto público es a ella.
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