Los argentinos "llegan al Bicentenario con una serie de confusiones mentales"

Pinti: "Eliminaría a los punteros de la política"
En una entrevista con lanacion.com, el actor asegura que los argentinos "llegan al Bicentenario con una serie de confusiones mentales"; su visión de la realidad nacional y sus críticas a la dirigencia

Lunes 15 de marzo de 201


 Por Silvina Ajmat
De la Redacción de lanacion.com
majmat@lanacion.com.ar

Locuaz, ácido y reflexivo. Cada vez que Enrique Pinti abre la boca, pinta con su verborragia un retrato de la sociedad argentina. En crudo, casi sin filtros, vuelca una catarata de palabras en las que va intercalando datos, hechos, dichos y, por supuesto, opinión.

En una charla íntima con lanacion.com, antes de entrar a escena en el teatro Maipo , donde presenta su espectáculo Antes de que me olvide, el actor hace un balance de la situación del país: "Estamos llegando al Bicentenario con una serie de confusiones mentales", cuestiona, y frunce el seño, molesto. "Mientras todos los políticos están discutiendo el DNU, la Presidenta se pone loca, el otro se pone loco y todo el mundo grita: ?saquen a Redrado? y ?pongan a Marcó del Pont?. Mientras pasa eso, la gente sigue pidiendo limosna", reclama.

Conocedor como pocos de la historia del país y del ser nacional, prefiere definirse como un "empírico" del relato argentino. "Siempre digo que a la historia la seguí por Billiken. Hoy la gente no sabe un corno de todo eso", acusa, lapidario. Y para reforzar su sentencia, cuenta: "El otro día un amigo mío que es profesor pidió a sus alumnos que lleven información sobre Castelli. Un alumno le llevó una investigación sobre el pueblo de Castelli. Increíble. El tipo está obnubilado por Internet y Google " . Pinti se indigna y se involucra. Es pasional. Y ferozmente crítico.

"Nunca hemos entendido lo que significa la comunidad, más que nuestra familia y nuestro barrio"

Sin embargo, en una entrevista con la lanacion.com en la serie de reportajes de cara al Bicentenario, el artista mostró optimismo. Para él, la Argentina tiene una ventaja sobre Europa, porque no vivió grandes guerras ni catástrofes. "No nos ha pasado nada, sólo gobiernos", dice. Además, califica a los argentinos de antisociales e inmaduros, pero tiene fe: "Hasta los peores males se terminan", asegura, pero para empezar a sanear la política reclama el fin de la existencia de los "punteros".

Desde Historias recogidas, su primer unipersonal estrenado en 1973, Pinti supo interpretar en sus monólogos cómo es el argentino, qué cosas dice, qué males sufre, de qué se queja y qué celebra. Humor político e histórico, así definen los entendidos de qué se trata su arte. Pero sin importarle las etiquetas, hizo cine y teatro a diestra y siniestra. Protagonizó musicales en la calle Corrientes como en Broadway y triunfó. Pero la argentinidad le tira, y quiere seguir hablando de ello.


 - ¿Qué le dispara la palabra Bicentenario?

- 200 años no es nada. Hay países que tienen mil años y han pasado las mil y una. Nosotros, con 200, hemos pasado por pocas cosas. Primero colonia, después república, después anarquía. Una guerra, la del Paraguay, que armamos nosotros, y después la Guerra de Malvinas que fue en el ´82 y duró dos meses.

Me parece que tenemos una ventaja por sobre la Europa del siglo XX: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, Guerra de Crimea, Guerra Civil Española, nazismo, fascismo, comunismo, campo de concentración, desaparecidos, horror, quilombo, hambre, racionamiento y diáspora: se tuvieron que ir todos para todos lados. Todo en un solo siglo. Al lado de eso, nosotros somos un sainete de Vacarezza. Lo que pasa es que tenemos la costumbre de ver todo mucho mas grande de lo que es, y si nos ponemos a pensar en esa perspectiva histórica no nos ha pasado nada, sólo gobiernos.

- ¿Cómo llegamos?

- Muy peleados. Pero hay detalles positivos: que desde el ´83 no haya habido más golpes militares, quiere decir que se está madurando. Todavía no sabemos qué hacer, ni con la democracia ni con la república. Pero somos una democracia y una república, enferma de 25 enfermedades, pero no esa que concurría siempre con una ambulancia al Hospital Militar a ver si se podía arreglar y no se arreglaba nada. Creo que ese país de opereta, por el momento se superó. Pero estamos llegando con una serie de confusiones mentales. Ya hemos aplicado mal o bien las teorías de repartir lo que esta tierra maravillosa tiene, repartirlo bien para que nadie se muera de hambre, nadie se quede sin trabajo, para que nadie se desacostumbre a trabajar y pierda la cultura del trabajo, para que nadie se quede sin acceso médico para curarse de alguna enfermedad.

- ¿Qué pasa con los argentinos? ¿No somos solidarios?

- Es contradictorio. Es casi patológico. Somos de una solidaridad total y absoluta en los actos individuales. Lo ves en todos lados. Tenemos una tendencia a que, cuando alguien sufre una desgracia, salimos corriendo a darle cualquier cosa. Sin embargo, como ciudadanos no funcionamos bien. No sé qué es. Nunca hemos entendido lo que significa la comunidad, más que nuestra familia y nuestro barrio. Somos un poco antisociales de alguna manera. Individualistas. A los actos en sociedad, los hacemos individuales.

- ¿Qué pasa con los políticos?

- Todos los gobiernos tienen una especie de ácido lisérgico que les hace ver un país no solamente virtual, sino con una visión como cuando se usaba el LSD. Hacen como una sesión de ácido lisérgico, y ven un país no sólo virtual sino con una visión fantasmagórica, donde todo se agranda, todo se achica. Van pasando por etapas donde niegan la realidad.

- ¿Por qué lo hacen?

- Miedo a perder el poder. Porque mucha de esa gente no está capacitada. Por eso no hay que meter a todo el mundo en la misma bolsa. Primero, porque no caben. Segundo, porque el olor sería insoportable. Tercero, porque cada uno tiene su especialidad para cagar al país: algunos lo cagan con el ajuste, los salarios inmovilizados y la riqueza cada vez mayor de un mismo grupo; otros lo cagan con los subsidios, el populismo, la demagogia, el mal reparto, y otros hacen caso omiso de las dos cosas: directamente, corrupción. A robar, que se acaba el mundo. Esas posiciones deberían estar desechadas.

Lo que pasa en la Argentina es que cuando la izquierda se equivoca, triunfa la derecha; y cuando se equivoca la derecha triunfa la izquierda. Hubiera sido más fácil que los señores conservadores de la época del ´30 hubieran repartido un poco. Perón ¿por qué existe? Porque cambia esa idea de ricos pobres. En una Argentina sin grandes catástrofes, ¿cómo es posible que no se haya repartido mejor para que fuera imposible la aparición de un demagogo? ¿Cómo no va a aparecer Chávez en Venezuela, con la desigualdad total que hay? Lo que yo veo es que seguimos dando vuelta sobre la misma historia: ajustamos y hacemos la economía ultraliberal, fracasó, y fracasó la otra también.

- ¿Cómo ve a las instituciones?

- Las instituciones están complicadas. Muy complicadas, porque el abuso de poder no lo hacen los dictadores como eran antes. Los gobiernos duraban dos años y medio y no tenían ni tiempo de hacer cagadas, o hacían una y después venía una imagen autoritaria, que era autoritaria de por sí. Al que vos no le podías pedir libertad porque no te la había prometido. Acá, toque de queda, estado de sitio, no puede ver tal película. ?Sí mi general?.

Ahora las instituciones han empezado a funcionar, y el abuso de poder lo comete la gente que está en la democracia. Esto es inexcusable. El abuso de poder hace que la gente descrea, que prefiera un sistema dictatorial que no le haga ver las fallas, que oculte todo y esto es terrible. Por eso creo que las instituciones necesitan de una limpieza a fondo. Yo eliminaría para siempre a los punteros de la política. Para mí eso es un horror, un espanto. Está bien, yo soy un hombre grande, pero, una cosa son los que andan pegando papeles, que se hacen de abajo. Pero creo que los punteritos que andan dando vueltas por ahí, esos son el caldo de cultivo de la corrupción general.

- ¿Qué deberían hacer los políticos para reconciliarse con la gente?

- Tienen que preocuparse de lo que la gente ve y sufre todos los días. No en forma demagógica. De la falta de trabajo, de escuelas, de educación que produce falta de seguridad. De la posibilidad de caminar por una calle, que una lluvia no convierta tu ciudad en Venecia. Todos cacarean, los ?pro k?, los ?anti k?, los menemistas, los radicales. Me parece que deberían dejar de estar peleando por conceptos. La verdad es que Alfonsín fue uno de los últimos que tuvo una cultura política, aparte de la experiencia, que, claro, no le sirvió para contener la inflación. Los demás son ex punteros. Debería haber una especie de universidad de políticos. La universidad de la vida la tienen, sólo que la aprovechan mal. Es la universidad de la calle, de la chicana, la de "yo te voy a cagar". Tienen que tener una base. He visto un solo presidente que sabía hablar otro idioma [por Fernando de la Rúa].

- ¿Cree que debería intentarse acá algo similar al Pacto de la Moncloa español?

- Sería un milagro. Es uno de los milagros que yo estoy esperando que se produzcan. Lo deseo fervientemente. Pero veo mucho rencor y sobre todo mucha basura. Cobos dijo que Kirchner es el mejor presidente de la democracia. Kirchner dijo que Menem lo era.

- ¿Hay esperanza?

- Claro que la hay. Tenemos un país que sigue siendo potencialmente fantástico. Hay que ponerlo en movimiento dejando rencores, estupideces y chicanas políticas de cuarta. Yo tengo confianza. No veo cómo, pero hay algo que flota en el aire que a mí me da esperanzas. Aún en las peores épocas. En la dictadura yo pensaba "esta gente no se va más. No vamos a poder respirar nunca con libertad". Y se fueron. Terminan las cosas. Hasta lo peor, lo más grande, termina. Yo tengo esperanza de que esta inmadurez va a terminar y tal vez una nueva generación de políticos que ya no tengan los rencores acumulados de tantos años atrás, puedan hacer algo. Pero, si nacieron como punteros y se vendieron al primer postor, no sirven para nada.

La Nación

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