Empresas públicas en déficit solventadas por el tesoro nacional

Estado SA: las peripecias de las empresas públicas
La mayoría tiene déficit operativo que solventa el Tesoro nacional, los gremios pisan fuerte en ellas y hay varias que mejoraron su inversión




Domingo 16 de mayo de 2010


Diego Cabot
LA NACION

Cada una tiene su historia. Aguas y Saneamientos (AySA) ha encaminado su vida interna y no le acarrea conflictos a nadie. No tiene entre sus finalidades ganar dinero, como cualquier empresa privada. Y cumplidora ella con los preceptos que inspiraron su creación, no gana un solo peso. Todo lo contrario, pierde algunas cuantas monedas que son aportadas por el Tesoro nacional. Eso sí: no se le puede pedir más a una empresa que jamás aumentó las tarifas que porteños y bonaerenses pagan por el servicio de agua potable y cloacas. Hay otra cosa para destacar de AySA: volvieron las extensiones de redes y se reeditó un viejo proyecto de construir otras plantas potabilizadoras. Claro que con dinero nacional.

Otras empresas, en cambio, pierden, pierden y pierden más. Aerolíneas Argentinas, por ejemplo, que necesitó 4,2 millones de pesos por cada uno de los días del primer trimestre. O la petrolera Enarsa, que tuvo en ese mismo período un cheque de 6,2 millones de pesos diarios para gastar, incluidos los sábados y los domingos.

Hay otras que son algo más nuevas, pero no se andan con chiquitas. Por ejemplo, Ferrocarril General Belgrano, una empresa que no era más que un papel en desuso cuya carpeta se desempolvó cuando el Estado le quitó la concesión de los trenes a Metropolitano, la firma de Sergio Taselli. A esa firma fueron a parar todos los empleados ferroviarios. El año pasado necesitaron 851 millones de pesos para solventar los gastos de la empresa; para 2010 están presupuestados 878,9 millones.

El Estado kirchnerista se ha vuelto empresario. Ha creado, estatizado y comprado compañías que se han vuelto públicas o mixtas. Cada una tiene su particularidad. Pero casi todas presentan algunas similitudes. La primera es una fuerte alianza con la conducción con los gremios que actúan en la empresa. "Acá hay un protagonismo muy marcado del sindicalismo", dijo un hombre del Correo Argentino, que prefirió no ser identificado. "Trabajo en el Correo, entiéndame", pidió.

Santiago Urbiztondo es economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). Además, es especialista en servicios públicos. Dice que no es optimista respecto de la gestión de las empresas estatales. "Si uno mira lo que hacen las compañías, lo que se evidencia es un desdén o una falta de seriedad y eficiencia en el manejo de los recursos públicos", dice Urbiztondo. Según su visión, el Estado debería ser mucho más responsable con el manejo del dinero del Tesoro. "No hay reglas claras a las que atenerse. Por ejemplo, no hay plan de negocios ni pauta alguna a la que atenerse", sostiene.

¿Qué significa esto? Que las empresas públicas se han olvidado de ganar dinero. Todo está respaldado por la, hasta ahora inagotable, billetera oficial. "No existen pautas de cumplimiento. Ni siquiera se les ponen algunas que limiten la cantidad de subsidios que se tienen que utilizar", dice Urbiztondo.

Gustavo Kippes, economista especialista en servicios públicos y profesor de la Universidad de La Plata, se queja de lo complicado que es seguir los pasos de las empresas públicas. "No hay datos como para poder medir la gestión. Es muy difícil. Incluso antes, en los 80, estaba la Sindicatura General de Empresas Públicas, que estaba muy politizada, pero tenía cierta cantidad de datos, como cantidad de empleados. Ahora ni eso", se lamenta.

Un empleado del Correo Argentino contó cuál es su sensación sobre la gestión. "No sé si gana dinero o no, pero las cartas salen y las cosas están más o menos ordenadas. Es verdad que muchos negocios salen porque somos del Estado, pero también es verdad que hay otros en los que se compite de igual a igual . Por ejemplo, les hacemos la logística a las ollas Essen y también estamos cotizando el Plan Nacional de Vacunación", dice la fuente.
Sin datos confiables

El Correo, que fue reestatizado en 2004 después de rescindirle la concesión al grupo Macri, es la compañía pública que más ingresos por operación tendrá en 2010, según datos del presupuesto nacional. Según la planilla anexa del mensaje de remisión que envía anualmente la Jefatura de Gabinete al Congreso, para este año el Correo Argentino reportará ingresos de operación por $ 1798 millones. En el casillero de transferencias corrientes, que es donde se contabiliza el dinero del Tesoro, luce un "cero". ¿Qué significa? Pues que no se prevé que el Correo necesite dinero estatal para funcionar. "No creo que eso se pueda cumplir. Lo más probable es que haya que tramitar aportes para pagar gastos operativos", dice un funcionario de la compañía.

Del lado de las inversiones, según pudo averiguar LA NACION con tres empleados del Correo que también pidieron la reserva de su nombre, éste es uno de los rubros más flojos de la gestión oficial. "Se opera en la planta de Monte Grande, que se construyó en la gestión Macri. Ahora no es fácil conseguir financiamiento para inversiones en planta. Parece que no suman votos...", dice uno de ellos. En el último tiempo, el Correo Argentino terceriza varios servicios y alquila plantas cuando necesita algún tipo de expansión.

AySA es un caso distinto. El informe de ejecución presupuestaria de 2009, que elabora la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), reporta una transferencia del Tesoro de $ 1400 millones. Claro que no todo esto es para gastos operativos. Según datos de la empresa, a cuatro años de su creación, AySA "lleva invertidos 3000 millones en el mantenimiento y la expansión de los servicios, que dieron como resultado 1,5 millones de habitantes beneficiados". Para este año se prevé un aporte del Estado de 600 millones y un ingreso por la operación de 671 millones. AySA construye actualmente varias obras de gran envergadura. Tal es la cantidad de proyectos que maneja la empresa que un ministro de Obras Públicas de una importante provincia se sinceró hace pocos días ante LA NACION: "El Fútbol para Todos es una patada al hígado para nosotros". Se refería a las propagandas de las obras de AySA que se anuncian muy seguido en las trasmisiones de fútbol. "Acá tenemos que llevar camiones con 20 litros de agua para cada familia, mientras allá anuncian obras millonarias", se quejó el ministro provincial.

Kippes dice que hay una cosa más: las tarifas. "Las empresas están tratando de sortear las dificultades que tienen y dar los servicios con las escasas herramientas que tienen porque las tarifas están atrasadas", sostiene.

Pero, claro, hay empresas muy distintas que ni por asomo piensan en ganar un centavo. Por ejemplo, Ferrocarril Belgrano, receptora de los empleados de la fallida Metropolitano. A esa empresa pública el Estado destinó 851 millones de pesos el año pasado y presupuestó para este año 878 millones para pagar los sueldos de los ferroviarios. Pero el Estado ni siquiera les impuso la obligación de correr los trenes. Es decir, es una sociedad que no tiene prácticamente ingresos. La responsabilidad de correr los coches es de la Ugofe, una unión de Metrovías, Ferrovías y Trenes de Buenos Aires, que cobra un honorario por operar la línea. ¡El mejor de los mundos! Las obligaciones laborales son del Estado y la operación, que se hace con empleados públicos, de los privados. El Tesoro paga todos los sueldos, los empleados no tienen ninguna obligación de resultados y los privados se llevan un porcentaje de los boletos vendidos. La cuenta cierra para todos, menos para el curtido Tesoro nacional.

Aerolíneas es un caso aparte. Compite con empresas privadas, que por ahora no se quejan de los $ 175.000 por hora que la aerolínea estatizada de hecho consume en subsidios. La competencia es desigual. Y hay más casos. Enarsa, que consumió 8500 millones en 2009, o la histórica Yacyretá, que recibió 898 millones. O el frustrado rescate de la Papelera Massuh, que terminó con el contrasentido de un ajuste de personal impulsado nada más y nada menos que por el secretario de Comercio Interior: el estatista Guillermo Moreno

La Nación

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