Pago de coimas para hacer negocios en Venezuela


Chávez también presionó
Por Joaquín Morales Solá

Domingo 11 de julio de 2010

Podría ser una telenovela de cuarta, como la definió Néstor Kirchner, pero nadie podrá negarle a la trama del escándalo en las relaciones con Hugo Chávez ingenio, verosimilitud y asombros. Los capítulos se suceden con vibrantes novedades y aparecen, permanentemente, nuevos personajes. Una noticia reciente indica, por ejemplo, que el relevo del embajador Eduardo Sadous de su destino en Caracas no fue sólo una decisión de Kirchner, sino también consecuencia de una presión del propio Chávez. La impugnación del líder venezolano no era política ni ideológica, sino práctica: el embajador argentino estaba obstaculizando los "negocios" entre venezolanos y argentinos. Aquella intuición de Chávez no carecía de información precisa, sobre todo si se la analiza con el conocimiento que se tiene ahora de los cables reservados que el entonces embajador en Venezuela enviaba a Buenos Aires. La objeción a Sadous y el consecuente relevo del embajador sucedieron en 2005, un año en el que se registró también un vuelco clave en la relación entre Kirchner y Chávez.

La revelación del fastidio de Chávez con Sadous comenzó en Nigeria. En los primeros años de esta década, el embajador argentino en ese importante país africano, Jorge Vehils, trabó una relación de compinches con el embajador de Venezuela, Jesús Pérez, y con el de Brasil. Los tres llegaron a formar una pequeña orquesta para desafinar la música latinoamericana en medio de la insoportable desolación de Africa.

Vehils regresó luego a Buenos Aires y aceptó otro destino africano: la embajada en Guinea Ecuatorial. El dictador guineano Teodoro Obiang le dio el plácet, pero el gobierno argentino nunca le entregó los recursos para volver a Africa. El embajador venezolano Jesús Pérez, amigo entrañable de Chávez, tuvo un destino mejor: lo designaron ministro de Relaciones Exteriores de su país. Pérez es un botánico simpático, que conoce de plantas y de árboles tanto como desconoce la política exterior. Importa poco: su amistad con el caudillo de Caracas es indestructible.

A principios de 2005, Vehils, un africanista hecho y derecho, se aburría en Buenos Aires cuando se enteró de que el ya canciller Pérez estaba en la Argentina para preparar una próxima visita de Chávez al país. Lo buscó en el hotel Sheraton, lo encontró y Pérez lo recibió con los ampulosos gestos de afecto propios del Caribe. Los dos amigos decidieron salir a caminar por la Recoleta. Recordaron entre carcajadas los tiempos africanos. Pérez es un hombre divertido para un curioso: suele describir con propiedad los árboles, sus orígenes y sus familias. En el paseo, durante un diálogo sobre plantas, música y la impotencia de Africa, el canciller venezolano lo sorprendió a Vehils con una pregunta inesperada:

-¿Lo conoces al embajador Sadous? -le zampó a quemarropa.

-No soy amigo de Sadous. Pero tengo muy buenas referencias profesionales de él y sé que cuenta con el respeto de los colegas -le respondió Vehils.

-A ése lo tenemos que limpiar de la embajada argentina -le respondió Pérez con un tono que Vehils no había escuchado en su amigo.

-¿Por qué? -averiguó Vehils.

-Está impidiendo todos los negocios nuestros. Se mete en todo -le replicó el canciller de Chávez.

Vehils quedó con un regusto amargo. Nunca supo bien a qué se refirió Pérez con esa alusión a los "negocios". Pérez dejó luego la cancillería venezolana, pero Chávez le dio la embajada en París, donde todavía está. Aquel velo cayó para Vehils cuando supo de los cables reservados de Sadous, en los que informaba que empresarios argentinos le habían denunciado que debían pagar sobornos para poder acceder al comercio con Venezuela y que, encima, habían desaparecido 90 millones de dólares de la cuenta de un fideicomiso binacional.

Sadous abandonó Caracas pocos meses después de aquel diálogo. Se fue con todos los honores, despedidas y condecoraciones de un embajador respetado, pero se fue de Caracas. Sadous era para los chavistas un antichavista, pero para los antichavistas era un chavista , recuerda un analista venezolano. Entonces fui un buen embajador, sin compromisos con nadie , respondió Sadous a una consulta sobre aquella definición.

Es cierto que Sadous nunca trasladó a Buenos Aires cierta información venezolana puramente política. En un viaje de Kirchner a Caracas, el entonces presidente argentino no quiso recibir a Teodoro Petkoff, un antiguo guerrillero venezolano que se convirtió en la cabeza más lúcida de la oposición a Chávez. Petkoff fue recibido por el entonces gobernador de Buenos Aires Felipe Solá, por el ya influyente secretario legal y técnico de la presidencia, Carlos Zannini, y por el propio Sadous. Petkoff lanzó en esa reunión una definición devastadora: El principal problema de Venezuela es la corrupción de Chávez y de los jefes militares , encajó. El recuerdo de ese diálogo corresponde a Felipe Solá. Sadous nunca habló de ese encuentro, quizá porque lo inscribió en la lucha política interna de Venezuela.

Vehils está dispuesto ahora a contar sus recuerdos ante jueces o comisiones parlamentarias. Entendió, por fin, a qué se refería su amigo Pérez cuando le habló de "negocios", pero además considera muy grave que un canciller extranjero le haya anticipado la suerte de un embajador argentino a otro embajador argentino.

¿Era peligroso Sadous para esas relaciones tan especiales entre chavistas y kirchneristas? Nadie le puede negar experiencia para saber qué es correcto y qué no lo es en las relaciones internacionales. Trabajó en la secretaría privada de seis cancilleres argentinos (Alberto Vignes, Angel Robledo, Manuel Aráoz Castex, Dante Caputo, Susana Ruiz Cerutti y Domingo Cavallo). Ya los militares lo encontraron peligroso. La última dictadura lo sacó abruptamente de un bello destino en Roma y lo confinó cuatro años en la India.

El año 2005 marcó la mutación de Kirchner, que se había adjudicado hasta entonces un papel de "contención" de Chávez ante varios países importantes. El entonces presidente argentino cambió desde la cumbre americana de Mar del Plata, en ese mismo año, cuando acompañó a Chávez en el destrato a George W. Bush, y organizó la cumbre y la contracumbre en la misma ciudad balnearia. Desde entonces, también, lo que realmente vale para la relación entre Buenos Aires y Caracas son las embajadas paralelas encabezadas por Claudio Uberti, primero, y por José María Olazagasti, ahora, bajo la jefatura de Julio De Vido.

La nueva estrategia de la oposición en el Congreso podría conseguir las interpelaciones parlamentarias de De Vido y del canciller Héctor Timerman por el "caso Venezuela". Ninguno de esos ministros tiene experiencia política como para desafiar el salto mortal de tener que enfrentarse a un duro debate parlamentario. Alguno de los dos podría ser fulminado en el recinto , dramatizó un legislador kirchnerista.

¿Es inexplicable, o casual, que en ese contexto el Gobierno haya tirado cualquier noción de prestigio en la defensa cerrada del cuestionado juez Norberto Oyarbide? No. El oficialismo necesitaba dar una muestra inconfundible de que todavía está en condiciones de defender o de echar jueces en el Consejo de la Magistratura. Oyarbide fue juzgado por la prontitud con que desestimó la denuncia contra el matrimonio Kirchner por su inexplicable patrimonio.

Algunos jueces se sumaron al oficialismo con el pretexto de que no se puede acusar a un juez por el contenido de sus sentencias, tesis que fue apoyada por el kirchnerismo. Contradicción pura: muchos de los ex jueces de la Corte Suprema de Justicia en tiempos de Menem fueron juzgados y expulsados de sus cargos por el contenido de sus sentencias.

Envalentonado, Oyarbide pidió en el acto la recusación del senador Ernesto Sanz, fiscal implacable de varios jueces kirchneristas, en el próximo caso al que será sometido: su papel en la investigación de las escuchas telefónicas que involucran a Mauricio Macri. Oyarbide argumentó una "enemistad manifiesta" de Sanz hacia él, lo que significa una recusación de por vida. La comisión que debe resolver tiene mayoría oficialista. Pero Sanz ya le anticipó al senador kirchnerista Nicolás Fernández que está dispuesto a descerrajar un escándalo de órdago.

Un escándalo le abre las puertas a otro escándalo. Podría ser una telenovela, en efecto, pero con un final triste y perdidoso.


La Nación






Diplomacia paralela / Entrevista de LA NACION con el ex embajador en Venezuela
Sadous: Kirchner tenía que saber todo lo que pasaba
Afirma que lo desplazaron de Caracas porque estaba ante "un acto de corrupción" e hizo las denuncias

Domingo 11 de julio de 2010

Hugo Alconada Mon
LA NACION

Convertido en el diplomático de carrera más molesto de los últimos años para la Casa Rosada, el ex embajador ante Venezuela Eduardo Sadous se siente incómodo. Se ve en la picota y acusado de "estupideces" que, afirma, lo ensucian a él y angustian a su familia. Todo, señala, por contar lo que sabe sobre la relación bilateral y lo que vio sobre gestiones "paralelas" -palabra que incomoda, y mucho, al oficialismo-, "irregularidades" y, por lo menos, "un acto de corrupción".

Cree Sadous que el entonces presidente Néstor Kirchner "estaba al tanto" de lo que ocurría por aquellos días. Es decir, de su alerta confidencial sobre la desaparición de millones de dólares del fideicomiso y de la reacción del equipo del ministro Julio De Vido. En especial, de Claudio Uberti, el funcionario eyectado por el escándalo de la valija con Guido Antonini Wilson, que lo intimó a través de un colaborador de la embajada: "Decile a Sadous que se deje de joder. Que eso lo manejamos nosotros", rememora.

Asentado en Buenos Aires desde 2005, sin que le hayan dado otro destino en el exterior desde entonces, Sadous evitó dialogar con la prensa sobre la "diplomacia paralela" y las quejas de los empresarios afectados. Ni siquiera después de declarar ante la Justicia y la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados. Pero aceptó dialogar con LA NACION, "porque se han dicho tantas mentiras" y, afirma, quiere "decir las cosas como son".

-Ante la Justicia, usted habló de "gestiones comerciales paralelas". ¿Qué significa eso?

-[Se pone tenso] Prefiero no entrar en esos temas y «embarrar» la cancha con temas sobre los que ya hablé ante la Justicia y el Congreso.

-¿Desde que volvió a la Argentina, se reunió alguna vez con el canciller Jorge Taiana?

-Jamás me reuní con Taiana. Y recuerde que, por entonces, el canciller era Rafael Bielsa y tampoco me reuní con él. Pero antes, cuando Kirchner viajó por primera vez a Venezuela, Bielsa me felicitó delante de él porque la organización del viaje había sido «impecable», y en noviembre de 2004, cuando viajé a Buenos Aires, entonces, sí, me reuní con Jorge Taiana, por entonces vicecanciller y me dijo que organizara tranquilo mi vida. «Vos te quedás en Venezuela.» Ya en enero de 2005, me entero de que Chávez [Hugo, presidente de Venezuela] viaja a la Argentina y me llaman para coordinar la visita y ahí es donde mando el último cable, el famoso cable, con el título «Grave situación».

-Ese cable lo redactó el encargado de negocios de la embajada, Alberto Alvarez Tufillo, pero usted como jefe lo firmó y envió tras endurecer el texto e incorporar la palabra clave « corrupción». ¿Por qué lo hizo?

-Porque evidentemente hay allí un acto de corrupción. No me cabe ninguna duda. Si usted saca plata de una cuenta de donde no se podía sacar, la trae a otro país, la cambia en el mercado negro, la recompra en el mercado oficial y se queda con la diferencia, hay un hecho de corrupción.

-Pero de la lectura del cable queda claro que usted alude a la « corrupción» del lado venezolano?

-[Interrumpe] Absolutamente.

-Pero, sin embargo, usted también ha declarado que hubo una reacción de la parte argentina, cuando Uberti llamó a Alvarez Tufillo. ¿Qué le dijo?

-«Decile a Sadous que se deje de joder. Que eso lo manejamos nosotros.»

-Pero el gobierno argentino dice que el fideicomiso sólo lo manejan los venezolanos y que no es bilateral, algo que Uberti, según usted, dejó claro que no es así.

-Sí, sí.

-¿Usted considera que ése fue el principio del fin para su gestión como embajador en Venezuela?

-No es que lo «considere». Fue así. Ese cable lo mandé a fines de enero de 2005, el día en que viajaba a Buenos Aires para acompañar la visita del presidente Chávez. Y en el cable lo que expuse era que aprovecháramos esa visita para poner presión y corregir las irregularidades que estaban pasando en el fideicomiso. Venezuela es una sociedad muy compleja, muy burocrática, muy centralizada, y había quejas; nos pasábamos el tiempo haciendo gestiones, por ejemplo, en la agencia de control de cambios para que destrabaran pagos. Entonces, había que aprovechar la visita de Chávez para explicarle lo que había pasado y asegurar que no se repitiera.

-¿Qué ocurrió cuando llegó?

-Al rato me llama Alvarez Tufillo y el entonces subsecretario de Política Latinoamericana, Darío Alessandro, me dijo: «Ni aparezcas por la Casa de Gobierno con la visita de Chávez porque te van a sacar a patadas». Le dije: «¿Qué querés que haga?». Y me dijo: «Mirá, quedate los tres días que te llamamos, después volvés a Caracas y vemos cómo sigue». Además después me entero, tres semanas después y por Página 12 , que Garré [Nilda] venía a Venezuela. Entonces, los llamo a Bielsa y a Taiana. Bielsa nunca me responde la llamada, y Taiana me dijo: «Mirá, el canciller se enteró igual que vos por los diarios. Fue una decisión del más alto nivel». Entonces, si no hay una relación causal?

-Alessandro negó haber dicho lo que usted sostiene.

-El afirma que me encontró en un pasillo de la Cancillería, lo cual es mentira porque yo no llegué a pasar por la Cancillería en ese viaje, y que me dijo: «Si no te invitaron, no aparezcas»; es ridículo, porque si me llamaron al país como parte de la delegación, no hace falta una invitación.

-Si el malestar contra usted se originaba en la « Casa de Gobierno», ¿Kirchner estaba al tanto de todo?

-Mire, con lo que me dijeron D´Alessandro y Taiana, supongo que Kirchner estaba al tanto. Si la decisión fue al más alto nivel, ¿qué más alto nivel que el canciller?

-Hay un apellido que hasta ahora usted no mencionó: De Vido.

-[Sonríe, se mantiene callado].

-¿Qué relación tenía con él?

-Una relación correcta, de embajador a ministro.

-¿Tuvieron alguna vez algún cortocircuito?

-No, en absoluto.

-¿Usted colaboraba con el trabajo de De Vido cuando viajaba a Venezuela?

-Cuando pedían colaboración, se prestaba colaboración.

-¿Hubo veces que no la pidieron?

-Que yo sepa? sé que hubo algunas misiones en las que nosotros no estuvimos involucrados, pero nada más.

-¿Se arrepiente de algo?

-No, en absoluto. Quizás, haber aceptado la embajada en Venezuela [risas].

-Ante la Justicia, usted declaró que hubo planteos informales de empresas argentinas afectadas en Venezuela?

-[Interrumpe] Había quejas permanentes, fundamentalmente de pagos, demoras en los pagos, en los cumplimientos. Hay infinidad de cables que lo consignan.

-Pero esos eran problemas de empresas argentinas con firmas o funcionarios venezolanos. ¿Y problemas de firmas argentinas con funcionarios argentinos?

-Nada que haya quedado registrado.

-¿Cuál era la reacción de la Cancillería ante esos reclamos?

-Por lo general se hacían las gestiones correspondientes. Por lo que sé, por ejemplo, cuando ocurrió aquello del fideicomiso, se llamó al embajador de Venezuela, que dijo que se trataba de un error, que no tenían experiencias en fideicomisos y que el dinero [faltante] había sido devuelto.
EDUARDO SADOUS
Ex embajador en Venezuela

    * Profesión: diplomático

    * Edad: 64

Estuvo destinado en la India, Italia, Holanda y fue embajador en Malasia durante el menemismo. En 2002, Eduardo Duhalde lo designó embajador en la Venezuela de Hugo Chávez, dos meses después del fallido golpe de Estado contra el líder bolivariano. Tuvo una gestión de bajo perfil, hasta que fue reemplazado por Nilda Garré en 2005. Pero tiempo después de su salida se conoció un cable en el que había alertado sobre irregularidades en el fideicomiso que regulaba el comercio bilateral. Y este año declaró en la Justicia que existía una "diplomacia paralela" y destapó un escándalo al deslizar sospechas de pagos de coimas para vender a Venezuela.
EL HOMBRE QUE IRRITA AL GOBIERNO

"Evidentemente, con el tema del fideicomiso había un acto de corrupción. Mi denuncia fue el principio del fin de mi gestión allí "

" Con lo que me dijeron Alessandro y Taiana, tengo que suponer que Kirchner estaba al tanto. La decisión fue al más alto nivel "

"Por parte de los empresarios había quejas permanentes, por incumplimientos y demoras en los pagos "

La Nación

Los negocios con Venezuela
Denuncian en Cancillería a un hombre de De Vido
Un cable de hace 10 días alertó que persisten las gestiones "paralelas"

Domingo 4 de julio de 2010

Hugo Alconada Mon
LA NACION


El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y su círculo más cercano de colaboradores mantienen operativa su "embajada paralela" en Venezuela. Así surge de una alerta de altísimo nivel que se emitió hace menos de 10 días desde la propia Cancillería en un cable diplomático confidencial, cuya copia obtuvo LA NACION.


Lejos de haber concluido con la caída de Claudio Uberti en 2007, esas gestiones "paralelas" fueron denunciadas al flamante canciller, Héctor Timerman, según pudo saber LA NACION. El ministro fue notificado de los problemas que sufren empresas argentinas por la actuación irregular de otro colaborador de De Vido, su ex secretario privado, José María "el Vasco" Olazagasti.


La alerta diplomática se emitió el viernes 25 de junio. Informó que Olazagasti, ahora jefe de Ceremonial del Ministerio de Planificación, excluyó a por lo menos dos empresas argentinas, mientras que privilegió a otras firmas locales con las que su ministerio mantiene una mejor sintonía; entre ellas, la firma cordobesa Electroingeniería, de excelentes contactos en la Casa Rosada. El signatario de ese cable es el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Eduardo Sigal. Consustanciado con las ideas políticas del kirchnerismo y uno de los funcionarios más importantes de la Cancillería desde hace años, Sigal reportó a sus superiores sobre la peculiar actuación del asistente de De Vido en Caracas. Lo hizo tras una denuncia de las firmas afectadas.


"La referida exclusión de las empresas argentinas se habría originado en una reunión paralela, organizada por el Sr. José María Olazagasti [?], de la que habrían participado únicamente las empresas que aparecen como signatarias del mencionado programa [?.], pero a la que no fueron convocadas otras empresas participantes", resaltó.


Sigal envió el cable a su superior directo, el secretario de Relaciones Económicas, Alfredo Chiaradia, y, por encima de él, al canciller Timerman -según reconstruyó LA NACION-, que se encontraba en Canadá con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


Un día después de que Sigal emitiera su alerta, Timerman redobló sus críticas contra la prensa por abordar las gestiones "paralelas" del equipo de De Vido. Acusó a los periodistas que "quieren seguir inventando".


El nuevo cortocircuito, sin embargo, llevaba ya dos meses y medio de gestación. Comenzó durante las reuniones de la Comisión Binacional de Alto Nivel (Coban) el 12 y el 13 de abril, en Caracas, en las que participaron funcionarios, diplomáticos y técnicos de ambos países.


Esa cita conllevó tres situaciones peculiares, según pudo reconstruir LA NACION. La primera, que se celebró con más tiempo de antelación de lo habitual con respecto al encuentro que le suele seguir entre los presidentes de la Argentina y Venezuela. La segunda, que el Ministerio de Planificación "movió luego sus piezas", según definió una de las fuentes consultadas. Y, tercero, porque Olazagasti decidió esa "exclusión" de algunas empresas argentinas y la promoción de otras.


Olazagasti cumpliría así con las mismas tareas que antes desarrolló el titular del Organo de Control de las Concesiones Viales (Occovi), Claudio Uberti. El funcionario al que empresarios argentinos y venezolanos señalaron como el "embajador en las sombras" en Venezuela hasta agosto de 2007, cuando salió del Gobierno por el escándalo de la valija junto con Guido Alejandro Antonini Wilson.


Las empresas perjudicadas ahora por la operatoria "paralela" de Olazagasti, según surge del cable que Sigal envió a sus superiores, fueron dos. Hidro-Grubert, dedicada a la producción de grúas y elevadoras hidráulicas, y EMA SA, que se presenta como "la más importante empresa en la Argentina dedicada a la producción de equipos electromecánicos de maniobra".


Consultadas por LA NACION, ambas empresas se negaron a hacer declaraciones, al igual que Sigal, pero una alta fuente oficial lo admitió. LA NACION intentó consultar anoche a Timerman sobre el tema, pero no respondió los llamados y correos electrónicos (se encuentra actualmente en Venezuela, en una cumbre regional).


Las dos empresas, Hidro-Grubert y EMA, fueron perjudicadas por una razón contundente, según reconstruyó LA NACION. Poco antes, ambas se habían negado a entrar en la "operatoria" montada desde el Ministerio de Planificación y, tras obtener la homologación requerida para sus productos, optaron por contactar en marzo de este año y por su cuenta a la Corporación Eléctrica Nacional de Venezuela (Corpoelec).


Ese abordaje pareció funcionar. Pero sólo al principio. Según el cable de la Cancillería, porque "las empresas argentinas mencionadas no fueron convocadas a la firma del programa de trabajo referido" entre Corpoelec y el llamado Grupo de Suministro de Empresas Argentinas de Materiales y Equipamientos Eléctricos (GESA), "a pesar de encontrarse formando parte de la delegación de empresarios argentinos presentes en las reuniones" de la Coban. Es decir, porque Olazagasti montó una "reunión paralela".
Encrucijada


La exclusión de Hidro-Grubert y EMA llevó así a una encrucijada peculiar: la Cancillería debió reclamarle al gobierno venezolano para que desarmara la jugada de Olazagasti, según consta en el cable.


"A criterio de esta Subie [por la Subsecretaría de Integración Económica Americana que dirige Sigal], las convocatorias a empresas nacionales con capacidad exportadora y de radicación industrial en ese país deben resultar lo más amplias y representativas posibles de cada sector industrial argentino -afirmó-. Así se lo ha hecho saber el suscripto al ministro del Poder Popular para la Energía de la República Bolivariana de Venezuela." Es decir, al también titular de Pdvsa, Rafael Ramírez, otro de los protagonistas del "caso Antonini".
FECHAS RELEVANTES MARZO DE 2010
Primeros contactos


    * Representantes de las empresas argentinas Hidro-Grubert y EMA se reúnen con funcionarios del ministerio venezolano para la Energía Eléctrica, en busca de posibles negocios.


El cable


    * Esta alerta diplomática confidencial fue emitido el 25 de junio. En él se habla de gestiones paralelas de funcionarios de Planificación para beneficiar a algunas empresas y perjudicar a otras.


12 y 13 DE ABRIL DE 2010
Reunión extraoficial


    * Olazagasti organiza una reunión paralela con todas las firmas proveedoras de suministros eléctricos para Venezuela, pero excluye a Hidro-Grubert y EMA.




La Nación








El Gobierno negó que hubieran existido negocios paralelos con Venezuela
Aníbal Fernández expresó que "nunca manejó dinero" para la compra de fueloil: insistió en que la declaración de Sadous "es una desproporción

Sábado 26 de junio de 2010


El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmó hoy que el gobierno nacional "nunca manejó dinero" vinculado al fideicomiso de Venezuela, y volvió a cuestionar al ex embajador en Caracas, Eduardo Sadous.

"El fideicomiso le pertenece a Venezuela, el fuel le pertenece a Venezuela, nosotros los dineros se lo pagábamos a ellos por el fuel y el convenio dice que nosotros a cambio de lo que pagamos por el fuel vendíamos productos por transferencia tecnológica, nunca manejamos dinero", resaltó.

"Nunca la Argentina tomó dinero [vinculado al fideicomiso], ni los empresarios argentinos pueden hacer cosas por fuera de lo que se declaró ante Aduana, la AFIP y Banco Central", aclaró a radio Rivadavia. "¿Por qué vamos a estar preocupados si es una cosa más clara imposible?", se preguntó Aníbal Fernández.

"Este fideicomiso no es mixto entre Argentina y Venezuela, es de Venezuela, si eventualmente faltara dinero se lo tiene que reclamar la justicia venezolana al fideicomiso, que es venezolano", remarcó el ministro.

Además, sostuvo que "lo que dice Sadous es algo que él mismo no puede explicar porque que diga que no puede saber el gobierno... El gobierno sabe bien claro que nunca manejo dinero porque no podía". El jefe de Gabinete cuestionó al ex embajador al señalar que "es una desproporción lo que está diciendo" sobre el aparente desconocimiento del gobierno nacional en manejos del fideicomiso, y sostuvo que hay "algo que él mismo no puede explicar".

Considerarán el pedido del Gobierno sobre la declaración de Sadous. El presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, Alfredo Atanasof, admitió hoy que los legisladores van "a considerar" el pedido del gobierno para que se revele la declaración del ex embajador en Venezuela Eduardo Sadous pese a que ello puede contrariar una decisión que tomó el Congreso nacional.

El diputado del peronismo federal señaló que se trataba de "una solicitud al Parlamento que de alguna manera puede llegar a modificar la decisión del propio Parlamento cuando se decidió que la sesión fuera secreta".

En ese sentido, explicó a radio Mitre que la comisión recibió en forma secreta la declaración de Sadous "por la misma preocupación del justicialismo" para que esa información "no comprometiera la política externa de Argentina".

El pedido, dijo, "lo vamos a considerar no hay inconveniente en considerarlo".

La Nación






La nueva era de lealtad kirchnerista
Fernando Laborda
LA NACION

Domingo 20 de junio de 2010


La salida de Jorge Taiana de la Cancillería y su reemplazo por el multiservicial embajador en Wash-ington, Héctor Timerman, constituyó una señal del kirchnerismo hacia todos los funcionarios del Gobierno: no hay espacio para la disidencia ni para la ambigüedad.


No es el único mensaje para la tropa. En las últimas semanas, Néstor Kirchner les viene advirtiendo a sus hombres de confianza que no descarten la posibilidad de que, finalmente, su esposa sea candidata a la reelección presidencial el año próximo.


La interpretación que realizan dirigentes kirchneristas es que la decisión final sobre si será pingüino o pingüina el que se postule para el período presidencial 2011-2015 se adoptará en la intimidad de Olivos con las encuestas de intención de voto en la mano y favorecerá al que cuente con mayores chances de garantizar el mejor resultado.


El ex presidente de la Nación sugiere que Cristina Fernández de Kirchner tiene sobre él la ventaja de estar al frente de la gestión, que es una suerte de vidriera. Los sondeos de opinión pública que evaluaron los efectos de los festejos del Bicentenario dan cuenta de que, efectivamente, fue la jefa del Estado la figura política que más se benefició por los actos.


Sin embargo, no faltan dentro del propio oficialismo quienes conjeturan que la idea de Néstor Kirchner es sembrar el misterio sobre su candidatura hasta el final y evitar, mientras tanto, que su mujer se convierta prematuramente en un pato rengo , denominación con la que se conoce a aquellos presidentes que atraviesan la última etapa de su mandato sin posibilidad de ser reelegidos.


Esta última lectura, junto con la intención de eliminar de cuajo cualquier foco de mínima discrepancia y de formar en torno de la Casa Rosada un cerco de leales, son pequeños síntomas del comienzo del fin de un régimen, siempre signado por la inseguridad y la desconfianza de los propios gobernantes.


La paranoia oficial encuentra algunas motivaciones con fundamentos reales. Uno de los peligros que los Kirchner advierten para 2011 es que no pocos gobernadores decidan desdoblar las elecciones provinciales y las presidenciales, dejando de garantizarle a la candidatura pingüina el apoyo de los aparatos partidarios locales. Algunos mandatarios provinciales ven en esta posible determinación una cuestión de supervivencia; los Kirchner sólo la interpretarían como un signo de deslealtad.


La capacidad técnica y la experiencia en la gestión pasan a ser, en esta etapa, cuestiones secundarias a la hora de seleccionar a los colaboradores gubernamentales. El único valor que importa es la lealtad. Y si la lealtad se asemeja a la obsecuencia, tanto mejor para los Kirchner.


La renuncia de Taiana al Ministerio de Relaciones Exteriores y la inminente llegada de Timerman al Palacio San Martín es uno de los mejores ejemplos.


Taiana no recuerda haberse sentido tan maltratado por la Presidenta como en la mañana de anteayer, cuando recibió la llamada telefónica presidencial que desencadenó su alejamiento de la Cancillería. Fue tan duro el nivel de los cuestionamientos de la primera mandataria que, según trascendió, Taiana debió decirle: "Cristina, puteá más bajo".


En el enojo presidencial con el entonces canciller se habrían mezclado diferencias en torno de las negociaciones con Uruguay por la propuesta del gobierno de José Mujica de incluir a Brasil en el monitoreo del río Uruguay con la sospecha de la Presidenta de que Taiana le había filtrado información interesada al diario Clarín . Queda claro cuál es, en estos tiempos que corren, el verdadero alcance de la palabra "lealtad" para Cristina Kirchner.


Claro que no habría sido ése el único punto de discrepancias entre la primera mandataria y el ex canciller. Los escándalos derivados de la denuncia de pedidos de "coimas" a empresarios argentinos para exportar a Venezuela, formulada por el ex embajador en ese país Eduardo Sadous, aumentaron las diferencias entre Taiana y otros hombres del oficialismo que entienden que el ex ministro no hizo lo suficiente como para frenar al diplomático díscolo.


El tiempo dirá si la designación de Timerman al frente de la Cancillería deberá interpretarse como el intento de una señal de acercamiento a los Estados Unidos, dadas las posiciones públicas del actual embajador en Washington contrarias a los regímenes de Cuba e Irán, o bien como la simple llegada al Gobierno de un hombre que ha dado muestras de gran fidelidad a la Presidenta, pese a que en su momento fue un confeso admirador de Elisa Carrió y militante de su fuerza política.


Resultan interesantes algunos conceptos pronunciados por el propio Timerman sobre el régimen castrista: "Yo denuncio la falta de libertad de prensa en Cuba. La denuncio porque creo que Cuba es una dictadura, una dictadura de izquierda. Una dictadura que, por ejemplo, se vanagloria de que no existen analfabetos en su sociedad. Lo que no puede decir Cuba es que todos esos cubanos que saben leer tienen prohibido leer. Es imposible encontrar montones de libros importantes en Cuba porque están prohibidos; o sea, saben leer pero no tienen nada para leer".


Tal sentencia, que contrasta con la posición condescendiente que siempre tuvieron los Kirchner con el régimen fundado por Fidel Castro, fue expresada durante una entrevista realizada por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal) para la producción de un audiovisual sobre Cuba en diciembre de 2003.


La satisfacción que reinaba en el oficialismo al concluir la celebración del Bicentenario, que pareció apuntalar la mejora que venía evidenciando el matrimonio gobernante en las encuestas, tornó hacia la inquietud en los últimos diez días de la mano de dos hechos. El primero fue el triunfo electoral de Ricardo Alfonsín en la UCR bonaerense y la creciente probabilidad de que se recree una alianza de centroizquierda en torno al radicalismo, el socialismo y la Coalición Cívica. El segundo fue la decisión de los principales referentes del peronismo no kirchnerista de llevar un único candidato presidencial.


La ilusión oficialista de que la oposición concurriera dividida en muchos pedazos a las elecciones presidenciales de 2011 se desvaneció abruptamente. La idea de vencer en primera vuelta con el 40 por ciento de los votos y más de diez de diferencia sobre la mejor fórmula de una oposición atomizada empezó a diluirse.


De todo, fue la posibilidad de la regeneración del Acuerdo Cívico y Social lo que más habría preocupado a Kirchner. El ex presidente parece sentirse más cómodo frente a todo aquello que huela a derecha y detesta que lo corran desde la izquierda.


No se descarta por eso, según fuentes del oficialismo, que en las próximas semanas el kirchnerismo busque afianzar un perfil asociado con lo que a sus líderes les gusta denominar "progresismo". Se descuenta que se subirá el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, lo cual beneficiará a los asalariados. También se proyecta elevar la llamada asignación universal por hijo, actualmente en 180 pesos, en una proporción no menor al incremento que experimenten las asignaciones familiares para los trabajadores del sector formal.


Por si eso fuera poco, hombres del Gobierno no descartan que el propio Kirchner impulse legislativamente la despenalización del aborto, con el fin de sumar apoyos de los sectores menos conservadores de la sociedad. Uno de los proyectos parlamentarios sobre esta materia pertenece a la diputada del Frente para la Victoria Juliana Di Tullio, quien propicia ampliar los casos de aborto no punible, incluido el de la gestación que sea consecuencia de "una relación sexual no consentida". La presidenta Cristina Kirchner no es partidaria de semejante reforma, pero su esposo no vería con malos ojos su tratamiento en el Congreso.


La intranquilidad del oficialismo encuentra un paliativo en los errores de los referentes del peronismo no kirchnerista, que perdieron la semana con una discusión bizantina sobre quién es más o menos peronista, como si el hilo conductor para una alternativa al oficialismo pasara por esa cuestión. Olvidaron que 1.400.000 jóvenes votarán el año próximo por primera vez y que ocho millones de ciudadanos con menos de treinta años apenas tienen una vaga idea sobre Perón. Como señala un viejo dirigente justicialista, Julio Barbaro, "ser peronista es definir la provincia donde uno nació, pero no el lugar donde habita". 


La Nación


Los negocios con Chávez aún ocultan sus mejores tesoros
Carlos Pagni
LA NACION


Lunes 3 de mayo de 2010


Claudio Uberti, Victoria Bereziuk y José Ernesto Rodríguez viajaron en el mismo vuelo de Copa Air de Panamá a Buenos Aires el 13 de enero de 2006. Volvieron a hacerlo, rumbo a Australia, el 1° de junio de 2007, por Aerolíneas Argentinas.

Estos viajes revelan, por primera vez, el contacto entre funcionarios argentinos y uno de los empresarios que cobraron comisiones a las firmas que comerciaban con Venezuela. Uberti es la figura central de la oscura diplomacia de negocios que montaron los Kirchner y Hugo Chávez. Bereziuk, su secretaria. El gran público los conoció por otro viaje: el que trajo a Buenos Aires, el 8 de agosto de 2007, al venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson y su valija con 800.000 dólares.

José Ernesto Rodríguez es el presidente de Madero Trading, la empresa que cobraba 3% de comisión a las fábricas de maquinaria agrícola que querían vender sus productos a Venezuela, y que la Justicia investiga como posible fuente de sobornos. Madero Trading se constituyó el 14 de septiembre de 2007, es decir, tres meses y medio después del viaje a Australia, un desplazamiento muy enigmático que el juez Julián Ercolini deberá desentrañar.

El otro 12% por comisiones había que pagárselo a Palmat, la empresa de Roberto Wellisch, un argentino conocido en Venezuela como el rey del aluminio, con propiedades en Nueva York, Miami, Caracas y Buenos Aires. Palmat estableció sus oficinas en Miami en 2007. Wellisch integra el directorio del Banco de Guayana, que preside otro argentino arraigado en Venezuela, Oscar Eusebio Giménez. El Guayana, que en marzo de 2007 estableció una alianza con el Banco Nación, tiene como representante en la Argentina al viajero Rodríguez. Si se repasan las fechas, habría que declarar 2007 el año de la amistad bolivariana.

El vuelo que Rodríguez, Uberti y Bereziuk abordaron en Panamá ?es posible que procedentes de Caracas? ofrece otra curiosidad: en el pasaje también iba Néstor Ulloa. En cambio, Ulloa se perdió el misterioso viaje a Sydney. Es natural. En mayo de 2007 dejó su cargo en Nación Fideicomisos por pagar sobreprecios en la construcción de gasoductos. En esa operación, conocida como caso Skanska, se utilizaron empresas fantasma para organizar, hay que suponer, el pago de sobornos. Igual que ahora. Cuando estalló aquel escándalo, el Gobierno dijo que era "un asunto entre privados" y Kirchner hizo publicar una solicitada acusando a LA NACION y a Clarín de mentir para dañarlo. Igual que ahora.

A Rodríguez no le deben de haber faltado temas de conversación con Uberti, Bereziuk y Ulloa. Cuando viajó con ellos hacía ya por lo menos dos años que gerenciaba negocios a la sombra de la complicidad bolivariana, como gerente de Desarrollo de Impsa. La historia suele ser, en estos casos, reveladora. El 22 de noviembre de 2005, en Puerto Ordaz, a orillas del Caribe, Kirchner y Chávez sellaron de manera definitiva su codiciosa amistad. Quince días después de vapulear a George Bush en Mar del Plata, anunciaron la incorporación de Venezuela al Mercosur y la venta de bonos de la Argentina a Venezuela. También marcaron sobre un mapa la traza de un gasoducto que ni García Márquez se atrevería a diseñar. Recorrería toda América del Sur y el encargado de realizarlo sería Ulloa, experto en gasoductos sobrefacturados. Kirchner y Chávez anticiparon que Venezuela compraría maquinaria agrícola a cambio del fueloil que comercializarían traders como Glencore, comandada por Wellisch y representada en Buenos Aires por Juan Carlos Colombetti, ex vicepresidente de YPF, quien falleció un mes más tarde en un accidente automovilístico. En aquel inventario de compromisos, figuraba que la empresa Impsa, de Enrique Pescarmona, repararía la represa hidroeléctrica de Macagua, financiada por el fideicomiso de los combustibles.

Tres días más tarde de esas celebraciones, en el Coloquio de IDEA, Pescarmona se puso del lado de Néstor Kirchner, quien había reprendido a Alfredo Coto por hablar de inflación. "Me va bien porque el Gobierno me ha ayudado en Venezuela", declaró, sincero. Según el periodista Nelson Bocaranda, de El Universal, de Caracas, el contrato de Macagua se firmó por US$ 223 millones, pero la obra ya consumió US$ 353 millones y todavía faltan tres años para que se complete. En su reciente viaje a Venezuela, Cristina Kirchner y Chávez firmaron otro convenio para que Pescarmona realice más obras eléctricas en ese país.

Las revelaciones sobre la matriz corrupta de la alianza con Chávez llegan en un mal momento para el matrimonio gobernante. Los países que integran la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) consagrarán mañana a Néstor Krichner como secretario general de esa organización. Sin embargo, las desagradables novedades que van saliendo del juzgado de Ercolini no modificarán esa decisión; ni siquiera en el caso de presidentes enemistados con Chávez, como el colombiano Alvaro Uribe o el peruano Alan García.

El escándalo atraviesa varias dimensiones del kirchnerismo. En principio, coloca a la corrupción en el centro de la discusión política, aun cuando Elisa Carrió siga siendo una denunciante bastante solitaria. Las andanzas de Uberti, Bereziuk y Ulloa se agregan a las millonarias intervenciones de los Kirchner en el mercado de cambios; a la evolución patrimonial del matrimonio y de sus secretarios privados; al enriquecimiento de Ricardo Jaime, de quien se desconocen los servicios que prestaba a cambio de las dádivas que, al parecer, recibía (por si acaso, tres importantes empresarios del transporte han convocado a reconocidos penalistas); a los sobreprecios pagados por Aerolíneas en la compra de aviones, o a los sospechosos contratos de Defensa con navieras alemanas.

También queda al desnudo la moral intrínseca del intervencionismo populista. Los pedidos de comisiones prosperan cuando los negocios están determinados por el capricho de los funcionarios. La figura del fideicomiso, talismán del derecho administrativo kirchnerista, viene en auxilio de esas malas costumbres. Aparece en las ventas a Venezuela, en el caso Skanska o en experimentos más exóticos, como los acuerdos de cooperación que se firmaron con Túnez. A esta altura, es difícil discernir si esta mecánica obedece al desprecio por el mercado o al aprecio por el lucro.

Las revelaciones del embajador Eduardo Sadous ilustraron con cifras y detalles un panorama conocido. En 2004, el entonces canciller Rafael Bielsa envió una carta a Kirchner solicitándole que excluyera a la Cancillería de la relación bilateral con Venezuela. Uberti ya era el verdadero embajador ante Chávez, aunque no conseguía llevar esa función a los papeles. La primera vez que lo intentó, la embajada fue para Nilda Garré; la segunda, para Alicia Castro. "Claudio no hubiera pasado el Senado", explica alguien de la intimidad de Olivos.

El negocio de máquinas agrícolas fue marginal. Un diplomático que conoce bien el comercio bolivariano explica: "El negocio de Wellisch y de Rodríguez no son las comisiones por la venta de tractores, sino actividades mucho más rentables. Wellisch es el mayor productor de aluminio. Sin embargo, para afianzarse en esos otros sectores, ellos pueden haber tenido algunas atenciones, como montar una empresa para que los funcionarios puedan cobrar los sobornos. Es posible que Antonini Wilson cumpliera el mismo papel".

Muchos empresarios kirchneristas encontraron en Venezuela una cancha auxiliar para sus negocios con el Estado. Lázaro Báez, por ejemplo, armó una empresa -Epsur- con ese fin, y Electroingeniería, de Gerardo Ferreyra, comenzó a capturar licitaciones venezolanas desde el año pasado. Sin embargo, las dos minas de oro bolivarianas han sido la comercialización de fueloil y la manipulación de bonos argentinos en el mercado cambiario. La adquisición de esos papeles apuntó, en un comienzo, a neutralizar el exceso de liquidez de la economía chavista. Pero la diferencia de cotización entre el dólar oficial (por ejemplo, 2,5 bolívares) y el paralelo (5 bolívares), permitió ganancias siderales. Bastaba con comprar bonos al precio oficial y venderlos luego en el mercado secundario de Miami con el valor del dólar libre. Se hicieron diferencias del 100%. En esa maniobra participaron unos banqueros bolivarianos. Uno de ellos, Ricardo Fernández Barruecos, cayó preso el año pasado.

Chávez adquirió títulos argentinos por alrededor de US$ 5000 millones. Cristina Kirchner llegó a pagar una tasa del 15% por ese financiamiento. Sacar de Venezuela el dinero que resultó de estas operaciones debe de haber sido engorroso. Tal vez así se explique la predilección de Uberti y Bereziuk por aterrizar con aviones privados en el sector militar de Aeroparque.

La Nación

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