La ruta del oro: en la ciudad, una alternativa al cepo

A fondo

La ruta del oro: en la ciudad, una alternativa al cepo

El metal precioso se puede comprar en el Banco Ciudad o en los tradicionales negocios de la calle Libertad; su demanda creció cuando comenzó la restricción a la adquisición de moneda extranjera

Por   | LA NACION


ienen el tamaño de dos tabletas de chocolate, pero valen $ 50.000 cada uno. Ambos entran en la palma de una mano y podrían esconderse fácilmente en un bolsillo. Tal vez por eso un efectivo de la Policía Federal controla de cerca todos los movimientos dentro del laboratorio, aunque tampoco puede resistirse a sentir el peso, probar la textura y notar la temperatura de esos pequeños lingotes de oro de un dorado opaco, puro y tentador.

Por más que resulten atractivas, ninguna de esas barritas de 200 gramos está al alcance del presupuesto de los que estamos allí. Pero hay variantes más accesibles. Por ejemplo, $ 500 son suficientes para adquirir un lingote de un gramo y comenzar a atesorar oro, una inversión considerada de largo plazo y con cierto riesgo, pero sin limitaciones.

 Oferta. La calle Libertad es, desde hace décadas, la zona tradicional en la que se comercializan oro y otros metales preciosos; allí los valores varían de acuerdo con la oferta, la demanda y la cotización del día. Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
 

Esas opciones se pueden encontrar en el mercado que ofrece el Banco Ciudad, una de las tres entidades bancarias del país que comercializan oro argentino. Las otras son los bancos municipales de Córdoba y Rosario. Del Ciudad surge la cotización diaria en la Argentina del metal precioso, mediante un cálculo en el que intervienen los valores de Londres y Nueva York. Allí hubo un incremento de la demanda desde que, en 2011, comenzaron las restricciones para la compra y venta de divisas extranjeras, lo que favoreció el crecimiento del dólar blue, entre otras cosas.

Ese año fue el pico, con 411 kilogramos de oro vendidos, a $ 241.286,70 el kilo. El "ablande" en las restricciones a la venta de divisas extranjeras hizo que la cantidad de oro vendido bajara; eso sí: el valor se duplicó y llegó a 479.038 pesos.

Tienen el tamaño de dos tabletas de chocolate, pero valen $ 50.000 cada uno. Ambos entran en la palma de una mano y podrían esconderse fácilmente en un bolsillo

En la ciudad, el oro también recorre otros circuitos en los que predomina la ley de la oferta y la demanda, con un mecanismo que funciona al filo de la ilegalidad. La calle Libertad es uno de ellos. No se ven allí los "arbolitos" de oro de San Pablo (Brasil), que llevan una chaqueta amarilla con el mensaje "compra-se ouro". En Libertad son los carteles los que atraen a los clientes. Oro, oro, oro. La palabra resalta entre luces de neón, carteles escritos a mano o publicidades informales.

En cualquiera de los casos, ¿de dónde proviene el oro que circula por las calles porteñas? ¿Cuál es la ruta que sigue hasta llegar al cliente que lo atesora? "Nuestro oro procede de lo que vende la gente, como cadenas, pulseras, aros o anillos, lo que se llama chafalonía; también de los empeños que quedan en mora, monedas y diversas joyas. Por lo general es oro de 18 kilates con un 70% de pureza", explica a LA NACION Carlos Leiza, gerente de Banca Social y Pignoraticio del Banco Ciudad, mientras manipula los dos lingotes de 100 gramos cada uno y otro de apenas un gramo. Siempre cerca, el oficial de la Policía Federal.

Se calcula que el 80% del oro que da vuelta por el mundo es para atesorar; el 20% restante lo utilizan las industrias espacial, electrónica, dental y otras, debido a las nobles características que presenta: es dúctil, maleable y un excelente conductor. El oro argentino debe pasar por un proceso químico para obtener una pureza de 99,6%. El oro internacional alcanza el 99,9%.

Los alquimistas

Los refinadores de oro porteño trabajan entre las sombras de sus talleres. Apenas se les conoce la cara y no se saben sus nombres. Se esfuerzan por mantener el oficio alejado de toda exposición pública. Reciben el oro y se lo devuelven a sus clientes en lingotes puros después de aplicar un método de separación que se utiliza desde hace 35 años.

"Se funde todo y se hacen lingotes de cinco kilos a los que se les saca viruta para averiguar el porcentaje de oro que tiene", explica a Pablo Kubaczka, jefe de Laboratorio Gemológico del Banco Ciudad. "Luego se mezcla con plata y se coloca en un horno para que se eliminen las impurezas. El resultado se lamina y se compara el peso final de la muestra para determinar la pureza", detalla. El oro puro vuelve en forma de lingote al cliente, en este caso, el Banco Ciudad, que lo comercializa en diferentes pesos: 1, 5, 10, 30, 50, 100, 250, 500 y 1000 gramos.

 200 gramos. Cada uno de los lingotes tiene un valor de $ 50.000. Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
 

El laboratorio cuenta con instrumental de avanzada para verificar el origen de las gemas. Allí, desde hace 40 años se determina si son naturales, sintéticas o tratadas; también, en el caso de la compra de oro internacional, si los lingotes no fueron falsificados. "Con la tecnología indicada es difícil errarle. El «ojímetro» es de alto riesgo; dudo de que en la calle Libertad le hagan controles", arriesga Kubaczka.

Se calcula que el 80% del oro que da vuelta por el mundo es para atesorar; el 20% restante lo utilizan las industrias espacial, electrónica, dental y otras, debido a las nobles características que presenta: es dúctil, maleable y un excelente conductor

Los precios en esa zona son variados. Para encontrar la mejor propuesta hay que recorrer, entrar en los locales y preguntar: por un gramo de oro de 18 kilates se pagan entre 270 y 370 pesos, y la oferta supera los $ 400 en el caso del oro 24 kilates. La cotización cambia todos los días según la fluctuación del mercado. El pago se puede negociar en dólares, en alrededor de 25 por gramo. "El mecanismo es sencillo: traés las joyas, las pesamos, averiguamos la pureza y te pagamos en el acto. Acá no hay misterios", explica un joyero, mientras almuerza.

La competencia es feroz, aunque transcurre en calma. La palabra que más se menciona es oro, aunque entre los carteles de los locales se mezclan los de compra de Rolex, alhajas y plata, a un precio considerablemente menor, unos $ 8000 el kilo.

"El valor cambia si es una pieza con alguna piedra preciosa. En ese caso también hay que pagar el valor de la piedra. Si no me interesa, saco la piedra y te la llevás", aconseja otro.

Al igual que los alquimistas del oro, allí reina el anonimato. Cuando se pregunta como posible cliente, la sonrisa aborda las caras de los comerciantes, pero cuando la duda es periodística, las respuestas cambian. "Ahora no te puedo atender, volvé en otro momento", dice el comerciante. "Por teléfono no te puedo pasar ninguna información", advierte otro joyero. Las evasivas no hacen más que sembrar dudas sobre la transparencia de todas las transacciones que se realizan en la zona.

Los joyeros refinan el oro en talleres propios o tercerizados. Sus clientes no siguen un patrón determinado: cualquier persona con necesidad de dinero urgente se convierte en uno de ellos.

Desde que, el 31 de octubre de 2011, comenzó a regir la resolución general 3210, con la que la AFIP y el Banco Central aplicaron una mayor supervisión sobre las operaciones en dólares, el mercado de la compraventa de oro se disparó.

Ese año, en el Banco Ciudad se vendieron 411.737 gramos (alrededor de 1,12 kilos por día) a un valor promedio de $ 241.286,70 el kilo. Dos años antes se vendieron 249.771 gramos (0,68 kilos por día) a un valor de $ 128.909 cada 1000 gramos. Desde 2013 y hasta hoy el mercado se redujo y se fue estabilizando a medida que se ablandaron los permisos para comprar dólares.

 Control. Con un dispositivo se determina si el oro es original. Foto: Hernán Zenteno
 

"El cepo cambiario favoreció al mercado y el ahorrista se volcó al oro. Fue una alternativa de inversión con cierto riesgo, como cualquier otra. La gente lo adoptó mucho más como una forma de ahorro, aunque siempre fue común", asegura Leiza. En la caja de seguridad del banco, en los picos de demanda cuando se vendían hasta 50 kilos de oro por día, había un stock de unos 500 kilos.

Cualquier persona mayor de 18 años puede comprar . No se necesita una autorización de la AFIP porque se trata de oro argentino; tampoco una declaración de ingresos para las compras inferiores a $ 50.000 (en montos superiores se exige un comprobante de ingresos para evitar el lavado de dinero). "Quien compra oro es el ahorrista común que tal vez no tenga la capacidad para comprar dólares. Es una inversión a largo plazo", sentencia Leiza.

Ninguna de las fuentes consultadas por LA NACION confirmó ni negó la existencia de un mercado negro de oro en Buenos Aires, aunque la comercialización por fuera de las entidades bancarias esté signada por cierto estigma.

Cualquier persona mayor de 18 años puede comprar . No se necesita una autorización de la AFIP porque se trata de oro argentino; tampoco una declaración de ingresos para las compras inferiores a $ 50.000

En la web, como en la calle Libertad, todo está blanqueado, aunque se pagan valores más elevados. En MercadoLibre.com, por ejemplo, hay ofertas de lingotes de oro de diferente peso. Uno de un gramo del Banco Ciudad que se vende a $ 760; otro de 20 gramos con certificado original del Banco UBS de Suiza cuesta $ 15.000, unos $ 750 por gramo.

En el ambiente se recuerdan con cierta gracia los métodos para falsificar los lingotes en todo el mundo, no sólo en la Argentina, con la utilización del tungsteno o wolframio, cuyo peso específico es similar al del oro: 19,3 gr/cm3. Hubo casos en que se fabricaron lingotes de tungsteno y se los enchapó con una lámina de oro. Pero hubo otros procedimientos más ingeniosos.

"Como el tungsteno se usa para soldadura con arco, los «truchos» agujereaban los lingotes y rellenaban los agujeros con las varillas. En un kilo sacaban 400 gramos de oro", cuenta Kubaczka. "Hace algunos años, cuando la onza (31,10 gramos) llegó a US$ 1900, se fabricaron lingotes de cinco onzas de wolframio con una lámina de oro. Se «truchaban» hasta los blísteres de los bancos mundiales y así salían al mercado", agrega.

Para detectar esas varillas o cualquier otra falsificación los laboratorios comenzaron a usar el medidor de espesores, un dispositivo electrónico que se utilizaba en la industria naviera para corroborar si el casco de los buques presentaba algún daño. Es el mismo principio de funcionamiento de las ecografías. Mediante un sensor se envían ondas a través del lingote y con el efecto del rebote se determina su espesor. Si la medida no es la correspondiente, se verifica cortándolo o raspándolo.

411.737

Gramos

Fue lo que vendió el Banco Ciudad en 2011, a una cotización de $ 241.286,70. Cuando comenzaron las restricciones de la AFIP a la venta de divisas, ese año creció la demanda de oro para atesoramiento

50.000

pesos

Es el valor aproximado del lingote de oro puro de 100 gramos, según la cotización del mercado del viernes pasado. El precio varía todos los días y también en una misma jornada



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