Otro comienzo sin clases y con alumnos rehenes

Miércoles 27 de febrero de 2013 | Publicado en edición impresa

Editorial I

Otro comienzo sin clases y con alumnos rehenes

El inicio del ciclo lectivo 2013 empezó con un paro docente en 21 provincias y más de 5 millones de chicos fuera del aula


No fue seguramente la mejor manera de iniciar el ciclo lectivo 2013: con un paro por 24 horas en 21 provincias, en especial en las escuelas públicas, dispuesto por los cinco gremios docentes nacionales, en rechazo del aumento de haberes del 22 por ciento, que decidió de manera unilateral el gobierno nacional.

Es decir que más de 5 millones de chicos argentinos estuvieron anteayer fuera de las aulas y se constituyeron, lamentablemente, en los rehenes de siempre en esta pugna que desde hace varios años se desata días antes del comienzo de clases entre los gremios y las autoridades nacionales, provinciales y municipales por los reclamos salariales de los primeros. Especialmente en la provincia de Buenos Aires hubo un alto acatamiento de la medida de fuerza en las escuelas públicas, a diferencia de lo que pasó en las privadas, y en otras provincias, como la de San Luis, el alcance de la medida fue menor y allí comenzaron las clases en varias escuelas públicas y privadas. Como hay distritos con calendario de comienzo de clases diferenciado, éstas empezarán hoy en Córdoba, donde se alcanzó un aumento del 26 por ciento, y en la Capital Federal, en donde los sindicatos resolvieron aceptar el aumento propuesto con una suba promedio del 26% (de los 17 gremios, sólo el de los profesores de Ademys no aceptó y no comenzará las clases).

Era una situación que podía fácilmente preverse desde el momento en que a pocos días de empezar las clases no existían acuerdos prácticamente en todo el país, como ya lo habíamos señalado en el editorial "Los fantasmas de siempre ante el nuevo ciclo lectivo", publicado el 10 del actual. De manera que la solución que encontró el Ministerio de Educación nacional fue la misma que en 2012: elevar, por decreto y unilateralmente, el salario mínimo un 22 por ciento, sabedor de que este piso que se fija para orientar las negociaciones posteriores no sólo no sería aceptado por los gremios, sino que ocasionaría a los ministerios del área de las provincias más problemas a la hora de encarar sus propios acuerdos.

Es que la educación en la Argentina se encuentra en una situación de excepción: en primer lugar, está el hecho de que un ministerio nacional que, como se lo resaltó en una solicitada emanada de la cartera correspondiente y aparecida en medios oficialistas el domingo pasado, "no tiene la gestión directa de las 45.000 escuelas ni de los 960.000 docentes que educan en todo el territorio del país", sea el que decida un porcentaje y dé por terminadas las tratativas, no desconociendo que esa suma sería rechazada de plano por los gremios; y, en segundo lugar, que esto significa ignorar todos los otros problemas en el área educativa, como los índices de deserción escolar y de repitencia, o la pobre ubicación de nuestro país en las encuestas internacionales, para mencionar sólo los puntos más salientes. En fin, todo lo que hace a la calidad de la educación, que es como decir la educación misma está comprometida gravemente en la Argentina de hoy.

Por todos estos motivos, y porque además el ministro de Educación, Alberto Sileoni, reiteró que "no hay posibilidad de reabrir la paritaria" y que cada provincia debe llegar a un acuerdo, es que el panorama educativo se presenta muy sombrío. Los gremios nacionales, hasta ayer, no parecían querer aceptar menos del 30 por ciento exigido en un principio, aunque el secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), Roberto Baradel, había anticipado el lunes que la situación del distrito bonaerense es la más grave, porque no hay propuesta de recomposición salarial y se está "a sólo 25 pesos del salario mínimo vital y móvil, y la propuesta del aumento en la provincia hoy es cero".

Mal podrá cumplirse, entonces, con el Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación Docente 2012-2016, que hace pocas semanas anunció -o volvió a anunciar, deberíamos decir para ser exactos- la presidenta de la Nación. Y será una lástima, porque entre otras propuestas, hay una que apunta directamente a la formación docente, es decir, a uno de los pilares fundamentales de la educación hoy. De poco valdrá el hecho de que, como también lo hacía constar en la ya mencionada solicitada, el gobierno nacional "construye miles de escuelas, distribuye millones de libros y netbooks, laboratorios, acciones de capacitación docente, conectividad para escuelas rurales, equipamiento para escuelas técnicas, ludotecas, coros y orquestas, radios escolares, becas, materiales didácticos y otros recursos que llegan a cada una de las escuelas de la patria", si ya no se podrán alcanzar en la práctica ni siquiera los 190 días de clases propuestos en el plan.

Desgraciadamente, en la Argentina nos hemos acostumbrado a vivir dos realidades: la de las promesas, puestas bellamente en palabras, y la de los hechos, como este irresponsable paro docente, que nos devuelve en espejo una imagen que no queremos ver.

La Nacion

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