Alumnos porteños, sin aulas y sin vacantes

Editorial I

Alumnos porteños, sin aulas y sin vacantes

Miles de chicos y sus padres son rehenes de inexplicables errores administrativos que generan zozobra pocas semanas antes del comienzo de clases


En la Argentina, la piedra de toque sigue siendo la educación. No importan ni el signo político ni la composición administrativa del gobierno de turno: los alumnos, y con ellos también los padres, son eternos rehenes de las vicisitudes, circunstanciales o permanentes, de las que el prioritario tema educativo queda siempre prisionero.

Las incertidumbres son variadas, como puede comprobar cualquiera que esté al tanto de lo que ocurre en estos días en la ciudad de Buenos Aires: el número de vacantes en las escuelas públicas porteñas que no han podido ser cubiertas osciló según las fuentes entre 5000, 7000 y 9000; otro tanto ocurrió -y ocurre- con la denominación técnica de las aulas con las que se tratará de paliar, justamente, el problema: a veces son llamadas "containers" y otras, "modulares" o "móviles". Ni desde el oficialismo ni desde la oposición se logra dar datos unívocos pocas semanas antes del comienzo de las clases.

El gobierno porteño, en la persona de su ministro de Educación, Esteban Bullrich, no pudo sino reconocer los más que evidentes errores y desprolijidades en la aplicación del sistema de inscripción online, lanzado con enorme difusión y espectacularidad, y causante en primera instancia de una mala asignación de las vacantes que afectó a miles de familias y que sólo pudo ser rectificada en parte, para dar prioridad a los alumnos que ya tenían hermanos en las escuelas elegidas o eran hijos de docentes y por esa razón tenían prioridad para inscribirse y obtener un lugar.

Finalmente, el lunes pasado, Bullrich precisó la información y renovó promesas: al menos 7000 chicos de nivel inicial (de entre 0 y 3 años) quedarán este año fuera del sistema educativo; en cuanto a los 5000 casos de alumnos de entre 4 y 17 años que aún no tienen asignada su vacante en alguna escuela porteña, estarían resueltos para el próximo viernes 14. Auguran que la solución llegará de la mano de las nuevas escuelas, que permitirán crear 4000 plazas: doce nuevas escuelas de nivel inicial, dos primarias, una media y una especial, que se están levantando con la modalidad de construcciones prefabricadas modulares y cuyos decretos de creación están en trámite.

En esas nuevas escuelas se instalarán 32 de las 41 aulas modulares que se compraron en enero, a través de una licitación por alrededor de 26 millones de pesos, según aseguró el subsecretario de Gestión Económica Financiera de Recursos del Ministerio de Educación, Carlos Regazzoni.

Esas aulas son las que tanto la oposición como muchos padres y hasta especialistas llamaron "containers". Si bien se trata de un término extrapolado, porque las aulas no son contenedores, sino construcciones prefabricadas móviles que necesariamente deberán tener aventanamientos, aislaciones tanto para el calor como para el frío y acústica, es cierto que para los arquitectos especializados en arquitectura escolar las soluciones de emergencia son eso, no permanentes y, por definición, tanto para códigos de edificación como aseguradoras, cualquier prefabricado modular, independientemente de los materiales que se utilicen, no es una construcción permanente.

Para el gobierno porteño, por el contrario, y según lo afirmó también Regazzoni, las construcciones serán permanentes, tienen garantía por diez años y respetan los códigos de edificación urbana.

A pesar de que tanto el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, como su ministro de Educación se enorgullecieron del hecho de que "la ciudad es hoy uno de los pocos distritos en el país que hace crecer la matrícula estatal" -mientras tanto, no cesan las críticas opositoras por la reducción del presupuesto destinado al área-, lo cierto es que las irregularidades en la adjudicación de vacantes con el nuevo sistema de inscripción online, que efectivamente deja "en lista de espera" a miles de alumnos, que sume en la incertidumbre total a otras tantas familias, más la precariedad de las nuevas instalaciones edilicias ofrecidas, no sólo no llevarán tranquilidad a los hogares porteños, sino que lamentablemente arrojan sombras y justificadas dudas sobre una gestión en educación que se quiso mostrar como superadora de los viejos problemas y vicios que la ciudad viene arrastrando de administraciones anteriores

La Nacion

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