La Presidenta y los fondos buitre: un conflicto donde todo vale

La Presidenta y los fondos buitre: un conflicto donde todo vale

Por  | LA NACION



Vaya a saber si es porque el mediador del juez neoyorquino Thomas Griesa , Daniel Pollack, convocó a representantes del gobierno argentino y de los holdouts a una nueva reunión o porque el ministro Axel Kicillof habría insinuado ante banqueros la posibilidad de una negociación con los acreedores beneficiados por la justicia norteamericana cuando se inicie 2015. Lo cierto es que, en las últimas horas, resurgieron en fuentes del sector financiero ciertas ilusiones sobre un acuerdo que ponga fin a la crisis de la deuda una vez que caiga la cláusula RUFO, a partir del 1° de enero próximo.

Nadie está en condiciones de afirmar si esas esperanzas se fundirán en información concreta y confiable o en meras expresiones de deseos. Como desde hace meses, las expectativas acerca de una negociación que conduzca a un acuerdo se basan fundamentalmente en las crecientes dificultades financieras que atravesaría la Argentina si se mantuviera al margen de los mercados internacionales. Quienes desconfían de la posibilidad de un entendimiento con la justicia de los Estados Unidos y los holdouts siguen, en cambio, los duros mensajes de Cristina Kirchner hacia los llamados fondos buitre y la posibilidad de que el gobierno argentino termine siendo esclavo de las palabras presidenciales.

Cristina Kirchner no temería ningún atentado contra su vida orquestado desde los Estados Unidos. Pero tal vez esté preparada para enfrentar una resonante denuncia de los fondos buitre por lavado de dinero

Otro problema dificulta la reanudación de las negociaciones con quienes se beneficiaron con la sentencia del juez Griesa: la reciente sanción de la ley de pago soberano, que debería ser suspendida o derogada para posibilitar finalmente un acuerdo que contemple el cumplimiento efectivo del fallo por las autoridades argentinas.

En declaraciones a Página/12, Kicillof afirmó que "el país sostiene un fuerte superávit comercial y tiene los dólares necesarios para afrontar los vencimientos de deuda". Sin embargo, aún con compras al exterior pisadas para cuidar la salida de divisas, las reservas del Banco Central vienen cayendo y hoy apenas alcanzan para cubrir menos de cinco meses de importaciones, uno de los peores ratios de la historia argentina en las últimas décadas.

Por otro lado, si se cumple el pronóstico de la mayoría de los economistas, en el sentido de que el nivel de reservas brutas del Banco Central concluiría al finalizar 2014 en no más de 25 mil millones de dólares -las reservas netas no superarían, en tal caso, los 15 mil millones-, al tiempo que se profundiza la caída de las exportaciones a Brasil y se mantienen los bajos precios internacionales de la soja, la Argentina tendría el año próximo crecientes problemas para afrontar sus compromisos, sin tener en cuenta los pagos pendientes a los holdouts.

La ley de pago soberano debería ser suspendida o derogada para posibilitar finalmente un acuerdo que contemple el cumplimiento efectivo del fallo por las autoridades argentinas

Así las cosas, la obtención de financiamiento externo aparecería como una necesidad. Claro que para reinsertarse en el mercado mundial de deuda, el país debería resolver su conflicto con la justicia norteamericana, a menos que las autoridades nacionales apuesten a un milagro que pueda llegar de la mano de China o Rusia. O bien, que decidan seguir pateando el tablero y legar el problema al sucesor de Cristina Kirchner.

La relación entre los fondos buitre y el gobierno argentino podría tornarse más compleja en los próximos meses si, como dejan trascender representantes del fondo de inversión encabezado por Paul Singer, sus abogados hacen en algún momento revelaciones comprometedoras para la presidenta de la Nación acerca de las rutas que habría seguido el dinero de empresas fantasmas que le adjudicarían a Lázaro Báez y que comprenderían a las islas Seychelles, ese paradisíaco destino del océano Índico en el que Cristina Kirchner tuvo una incursión que aún despierta sospechas.

La frase "Si me pasa algo, no miren a Oriente; miren al Norte", que pronunció la semana pasada la jefa del Estado argentino, adquiriría, en aquel contexto, su verdadera significación. La Presidenta no temería ningún atentado contra su vida orquestado desde los Estados Unidos. Pero tal vez esté preparada para enfrentar una resonante denuncia de los fondos buitre por lavado de dinero, que podría involucrarla a ella o a su familia directa o indirectamente

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