El nuevo relato de Cristina que nos lleva a 1952

Viernes 24 de mayo de 2013 | Publicado en edición impresa

El pulso político

El nuevo relato de Cristina que nos lleva a 1952

Por Fernando Laborda | LA NACION



ristina Kirchner parece haber hallado la fórmula para afrontar dos de los mayores problemas que acosan a su gobierno en estos tiempos preelectorales: la inseguridad y la inflación. Seguramente, ni una ni otra tenderán a bajar en los próximos meses, pero al menos la Presidenta tendrá a quiénes culpar. De acuerdo con el relato oficial, ahora la culpa de la inseguridad es de los jueces no comprometidos con el modelo, en tanto que la responsabilidad por los aumentos de precios es exclusivamente de los malos empresarios.

La idea de soslayar la magnitud de su responsabilidad en la gran cuestión de la inseguridad comenzó a ser insinuada por la Presidenta tras el escandaloso fallo de la justicia tucumana en el caso Marita Verón. Como nunca, la jefa del Estado lanzó críticas a los jueces y fue ése el punto de partida para la campaña que concluiría en las leyes de "democratización" de la Justicia. En aquella controvertida sentencia de diciembre pasado, que absolvió a todos los acusados por la desaparición de la joven y por sus vinculaciones con redes de trata de personas, la Presidenta encontró una salida para despegarse de uno de los problemas que más preocupan a la sociedad y endosárselo a los magistrados.

Con la inflación está recurriendo a una estrategia similar. Nada dice la Presidenta sobre el impacto inflacionario de los elevados niveles de emisión monetaria, cuya expansión en 2012 superó el 40 por ciento. Según su discurso público, la inflación se explica porque "algunos sectores quieren apropiarse de rentabilidad vía precios y no a través del aumento de la oferta y de la inversión".

Así, según el diagnóstico oficial, las razones de la inflación se vinculan con la presencia de sectores monopólicos u oligopólicos, y con comportamientos empresariales relacionados con la angurria y la intención de quedarse con todo. Obviamente, la única forma de combatir algo así es el garrote de Guillermo Moreno y, en adelante, "la fuerza de los movimientos políticos y juveniles" que serán "desplegados en todo el territorio", como se encargó de anunciar Cristina Kirchner anteanoche por la cadena nacional.

Desde hace mucho también hay otro diagnóstico del Gobierno sobre las causas de la inflación, asociado con las expectativas de aumentos de precios en la gente. ¿Cómo se viene enfrentando esta situación? Disimulando el aumento del costo de vida con estadísticas falsas, mediante la manipulación que efectúa el Indec.

No pocos economistas creen que si el Gobierno continúa creyendo que la inflación puede combatirse a los gritos o con medidas que recuerdan los nefastos tiempos de la ley del agio del gobierno de Juan Domingo Perón, el problema no hará más que profundizarse.

Una gran paradoja del anuncio presidencial sobre los controles de precios a cargo de militantes políticos y sociales es que el gobierno que ahora brega por defender al pueblo de los comerciantes supuestamente inescrupulosos es el mismo que, meses atrás, suspendió a la organización de defensa del consumidor Consumidores Libres, conducida por Héctor Polino, por medir los precios de la canasta familiar para controlar su evolución. También es el mismo gobierno que no les permite a supermercados y cadenas de venta de electrodomésticos difundir sus ofertas mediante publicidad en los diarios, en abierta desprotección al consumidor, al que ahora pretende defender con una suerte de milicias urbanas.

Lo cierto es que la Presidenta ya encontró a quiénes responsabilizar por la inflación. En un recordado discurso pronunciado en 1952, Perón señaló a los "malos comerciantes" e instó a "buscarlos y, donde se los encuentre, colgarlos de un árbol". ¿Será ése el próximo mandamiento presidencial?

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