Los secretos rusos que Occidente no entiende


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Los secretos rusos que Occidente no entiende

Criticado por EE.UU. y Europa, Putin es idolatrado en Rusia

Por   | LA NACION



El presidente ruso, Vladimir Putin , volvió a avanzar ayer en su pulseada con Occidente. Ignoró todas las advertencias de Europa y Estados Unidos y, rodeado por el entusiasmo de miles de personas, presidió un ostentoso desfile militar en Sebastopol, en la recientemente anexionada Crimea.

Decenas de aviones militares y helicópteros, barcos de guerra y escuadrones blindados en tierra formaron parte del desfile por el 69° aniversario de la victoria contra los nazis. La decisión de Putin de trasladarse a Crimea dejó en evidencia que la fiesta y la euforia rusas son mucho más que una recordación histórica o incluso que una exhibición de fuerza.

La actuación del presidente en el conflicto por Ucrania desató una lluvia de sanciones y críticas occidentales. Pero disparó, esta semana, su popularidad entre los rusos al 80%. ¿Qué es lo que Occidente no logra comprender de Putin, ni de los rusos, ni de su renovado nacionalismo? Tal vez la respuesta esté en los secretos del alma rusa.

 
  
Rusia celebra hoy, 9 de mayo, la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.  Foto:  AFP 
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En 1939 Winston Churchill lanzó, con resignación, una frase histórica: "Yo no puedo predecir qué van a hacer los rusos. Son un acertijo, envuelto en un misterio y dentro de un enigma".

En Moscú, muchos suelen explicar con ironía que el gran obstáculo para comprender a los rusos es su semejanza física con los germanos, los sajones o los nórdicos.

"El problema de los rusos es que nos parecemos físicamente a los occidentales. Es una lástima que no seamos de color verde, azul o violeta, porque entonces no esperarían que actuáramos como ellos", dijo, recientemente, el director de cine Andrei Konchalovsky.

Los conocedores señalan que hay, por lo menos, tres cuestiones del "alma rusa" que Putin fortaleció a lo largo de estos diez años: la idea de ser el país más extenso del planeta con innumerables etnias, pero unidas por un origen común (la "madre Rusia"), el rol que los rusos se atribuyen en el mundo y su visión militarista.

"Kiev, la capital ucraniana, es la cuna de nuestra civilización. Todos los rusos sabemos que en el siglo IX el príncipe Vladimir se bautizó allí y convirtió a nuestra nación al cristianismo. ¡Cómo quiere que nos sintamos ahora cuando vemos que una banda de rebeldes tomó allí al poder, decide romper una relación milenaria y amenaza con someter a las poblaciones rusoparlantes del este del país!", comenta a LA NACION Alexander Domrin, doctor en Leyes graduado en Moscú y en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

Domrin recordó que el histórico concepto de "la madre Rusia", similar al de "patria grande" latinoamericana, abarca a rusos, bielorrusos y ucranianos, y que incluso los nombres de esos países -"Rusia Blanca" para Belarús y "la tierra fronteriza" para Ucrania- muestran la unidad del "conglomerado eslavo oriental".

"La superficie de lo que llaman hoy Ucrania es 20 veces más grande de lo que fue en los siglos XVII o XVIII. Por eso, lo que está haciendo Putin es evitar la occidentalización forzosa de las poblaciones rusas que, de manera fortuita, quedaron bajo esa jurisdicción", afirma Domrin.

Fronteras artificiales

El analista político inglés Christopher Graham, editor del libro Russia for beginners, es también un profundo conocedor de la historia y la sociedad rusa, que divide su tiempo entre Londres y Moscú.

En diálogo con LA NACION, explica que "las fronteras que surgieron tras el colapso de la Unión Soviética son artificiales para mucha gente.

"Además, la percepción de ciudadanía y etnia no son las mismas que en Occidente. En todas estas regiones tienen mucha más lealtad a su etnia, sean rusos, kazakos o mongoles, que a la nacionalidad que diga un pasaporte. Los rusos se dicen «rusos», aunque su pasaporte sea de Kazakhstán o de Ucrania", dice.

Otra cuestión difícil de comprender es el rol que Rusia se atribuye en el mundo.

Si bien los negocios de Moscú están hoy abarrotados de marcas occidentales y los que tienen dinero sueñan con comprarse un Mercedes o un Audi, "ellos saben que no son Occidente y tampoco desean serlo. Y además les gustaba la idea de tener un país-barrera como era Ucrania", explica Graham.

El analista inglés menciona también un cliché muy extendido entre la población rusa. Frente a un Occidente siempre "materialista" y "frívolo", ellos se sienten los defensores de los valores humanos más nobles y, como muestra, exhiben su excelencia en las artes, la ciencia, los deportes o incluso el fallido intento comunista de una sociedad más igualitaria en el siglo pasado.

Sacar ventaja de los clichés

Graham recuerda un conocido póster de la época soviética con dos imágenes que sacaba provecho de este cliché. En una parte, se veía a un chico pobremente vestido que tocaba el violín en las calles de Manhattan y pedía limosna bajo la lluvia. En la otra, el mismo chico, muy bien vestido, tocaba su violín en un gran teatro de Moscú.

"Los rusos más educados saben que la situación no es exactamente así. Pero son clichés que perduran en el imaginario social, y que Putin sabe usufructuar", dice Graham.

Pero la decisión del presidente ruso de enviar tropas a la frontera con Ucrania sacó de las casillas a los líderes occidentales. Esta semana, por ejemplo, la canciller alemana, Angela Merkel, advirtió a Putin que no utilice políticamente el tradicional desfile militar del Día de la Victoria, celebrado ayer.

Pero entre la población rusa, la festividad del 9 de Mayo tiene unas dimensiones difíciles de comprender en el resto del mundo, que siempre lo vio como un desagradable exhibicionismo de la parafernalia bélica de los gobiernos de turno, en su momento los soviéticos o ahora Putin.

La fiesta coincide con el final del largo invierno ruso y los primeros calores primaverales y, por eso, todas las familias preparan con tiempo las viandas para salir de picnic ese día a las plazas de su ciudad.

Occidente suele olvidar que la Segunda Guerra, que en Rusia es más conocida como la "Gran Guerra Patriótica", costó la vida de 27 millones de soviéticos. Cada familia tiene entonces algún abuelo héroe y es un "deber" honrarlo ese día. "En un país al que no llegó la oleada pacifista que invadió a Occidente a fines de los 60, los rusos sienten mucho orgullo por sus militares y sus armas", afirma Christopher Graham.

Sin dudas, Putin tiene aún muchas deudas pendientes frente a la sociedad rusa, pero no son las que se suelen señalar desde el exterior.

"En el resto del mundo dicen que el problema es la falta de libertades individuales y el estilo autoritario de Putin. Pero a nosotros nos preocupa mucho más la cuestión económica y la corrupción que hay en este gobierno", explica Domrin.

Sin embargo, eso no alcanza para evaluar negativamente la gestión presidencial. A la hora de considerar los numerosos intentos fallidos contra esos flagelos, los rusos suelen consolarse recordando, con sorna, la frase del ex presidente Víctor Chernomyrdin: "Queríamos lo mejor, pero salió lo de siempre".

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