La unidad antilavado, protectora de Lázaro Báez

Editorial I

La unidad antilavado, protectora de Lázaro Báez

El organismo que dirige José Sbattella retuvo durante cinco años denuncias contra el empresario kirchnerista por presunto lavado de dinero


Durante cinco años, la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo que debería luchar contra el lavado de activos, retuvo documentos que debería haber enviado a la Justicia y que informaban sobre sospechosas y multimillonarias transferencias de dinero de empresas vinculadas a Lázaro Báez, socio de la familia Kirchner, por un total de 180 millones de pesos.

Las denuncias ante la UIF las efectuó el Banco Finansur mediante reportes de operaciones sospechosas (ROS), al evaluar que no estaría justificado el origen del dinero de movimientos bancarios realizados entre 2008 y 2010. Según informó Clarín, el primer ROS del Banco Finansur data del 11 de noviembre de 2008, pero la UIF, cuyo titular es José Sbattella, sólo decidió enviarlos a la Justicia cinco años más tarde: en diciembre del año pasado.

Se trata de otro caso más que se agrega a una ya larga lista de flagrantes irregularidades que se registran en la UIF y que, no por casualidad, han beneficiado en casos de presumible corrupción a estrechos allegados del Gobierno.

Por eso, cabe plantearse si la verdadera función de Sbattella, quien en su momento reconoció su absoluta carencia de experiencia y de capacitación en la lucha contra el lavado de activos, no se reduce a otorgarle impunidad a la familia Kirchner y a sus socios y allegados, mientras dirige investigaciones infundadas contra los críticos del Gobierno para intentar amedrentarlos.

En otro escándalo que afecta al Gobierno, el de la malversación de fondos públicos que estaban destinados a la construcción de viviendas por la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sbattella siguió un similar procedimiento. Más de un año antes de que estallara ese escándalo, la diputada Elsa Quiroz, de la Coalición Cívica, había radicado una denuncia ante la UIF contra Sergio Schoklender, en ese entonces hombre de confianza de Hebe de Bonafini, titular de la citada organización, por presunto lavado de dinero a raíz de la compra de una quinta en José C. Paz escriturada a valor irrisorio. Nada hizo la UIF durante un año. Luego, Sbattella adujo que faltaban "indicios" para que su organismo actuara, y finalmente no tuvo más remedio que enviar la documentación a la Justicia.

Lo mismo hizo ahora con Báez cuando este ex empleado bancario convertido durante el kirchnerismo en magnate de la construcción por ganar las licitaciones de obras públicas en Santa Cruz y el resto de la Patagonia, era objeto de revelaciones del periodismo de investigación que mostraban sospechosos movimientos de dinero de sus empresas y, posteriormente, estrechos lazos económicos con la familia Kirchner que podrían configurar lavado de dinero en beneficio de la familia presidencial.

A la luz de los elementos recogidos desde abril del año pasado por el programa televisivo Periodismo para Todos , y, más aún, de los aportes documentales que fueron la base, jamás desmentida, de una serie de investigaciones de LA NACION sobre la íntima relación del dinero de Báez y el de los Kirchner, puede entenderse que la UIF haya actuado como eficaz encubridor de Báez y, por carácter transitivo, del misterioso y exponencial incremento del patrimonio de los Kirchner.

Es que resulta tan transparente el accionar de Sbattella al frente de la UIF cuando se trata de los mayores escándalos del kirchnerismo, que no cabe más que sospechar que su única función es la del encubrimiento de los "amigos" y la persecución de lo que el Gobierno considera enemigos. En este sentido, en su momento el fiscal federal Carlos Stornelli abrió una investigación sobre el peculiar proceder de Sbattella, al tiempo que nuevas denuncias se fueron acumulando en su contra en la Justicia.

No hay que extremar la imaginación para advertir que la otra cara de ese proceder de la UIF es la desatención de su obligación básica de luchar contra el lavado de dinero, con el agravante de que eso ocurre en un país en el que, también por omisón de las autoridades nacionales, crece sin parar el narcotráfico, una actividad delictiva muchas veces inescindible del lavado de dinero.

Lo que ocurre con la UIF ha sido una constante desde la asunción de Néstor Kirchner. Durante la nefasta gestión de Sbattella, el organismo se desprendió de valiosos técnicos para reemplazarlos por personal sin experiencia ni capacitación, pero de firme militancia kirchnerista. Pero antes, en los tiempos en que la especialista antilavado Alicia López se encontraba al frente de la unidad, el kirchnerismo -quizá debido al conocido compromiso de esta experta en el combate contra el blanqueo de dinero- intentó neutralizarla al no entregarle los equipos necesarios, situación que la propia funcionaria denunció oportunamente.

Por lo tanto, lo que ocurre en la UIF no puede achacarse solamente a un funcionario como Sbattella, sino también a una voluntad muy por encima de la suya que continúa la línea marcada por el ex presidente de no combatir el lavado de dinero.

La Nacion

No hay comentarios.:

Publicar un comentario