Palermo y Belgrano, en el foco del delito


Miércoles 20 de junio de 2012 | Publicado en edición impresa
Ola de robos en la Capital

Palermo y Belgrano, en el foco del delito

Un quiosco fue asaltado 15 veces en tres años
Por Daniel Gallo  | LA NACION


Con golpes impactantes y violentos, los delitos se reiteran en la Capital Federal y nada parece detener a los delincuentes. Ni siquiera son desalentados por las medidas de seguridad adoptadas en los comercios, cuyos encargados se quejan con insistencia de la falta de presencia policial.
Es el caso de un locutorio y quiosco situado en Fitz Roy y Santa Fe, en Palermo, una de las zonas con mayor movimiento de peatones y tránsito. Siete cámaras internas de vigilancia, monitores de observación y un botón antipánico conectado con un empresa privada resultaron elementos inútiles para impedir un asalto. En realidad, para impedir el décimo robo padecido por los empleados de ese local desde 2011 y el decimoquinto en los últimos tres años.
Cifras similares de asaltos se verificaron en otros comercios de esa zona de Palermo. Ese barrio junto con Recoleta y Belgrano aparecen ahora como los más castigados por el crimen. La inquietud por la nueva ola de asaltos mantiene en vilo a los vecinos y motiva críticas de la oposición a la política de seguridad del Gobierno.
Algunos casos se conocen por la iniciativa de las víctimas de hacer pública su situación. Pero muchos más quedan ocultos. El robo en el locutorio ocurrió pasadas las 22, pero dos horas antes y a ocho cuadras de distancia, una mujer sufrió el ataque de motochorros en la esquina de Juan B. Justo y Gorriti. Uno de los dos ladrones rompió uno de los vidrios del vehículo y tomó pertenencias de la conductora. Ese hecho fue conocido sólo por los sorprendidos testigos. Estos observaron la acción impune de agresores que ni siquiera se preocuparon por la presencia, a 50 metros, de un patrullero.
En la zona aumentaron los delitos, según los comerciantes que ven sus rutinas laborales cada día más alteradas por delincuentes.
"Nos robaron quince veces en los últimos tres años. La mayoría de los hechos fue desde agosto del año pasado en adelante", dijo ayer a LA NACION Carlos Galdames, dueño del locutorio asaltado. Leandro Reimon, el empleado del local comentó que los ladrones estaban fuera de sí. "Entraron a los gritos, sacados. Los tres con el arma en la mano. Uno de ellos me dijo que no lo mire y que me tire al piso. Por la cara parecía que estaban drogados, se los notaba muy exaltados", dijo el joven, de 28 años. El botín fue de $ 500 y tarjetas de telefonía celular con valor de $ 300. También fueron robados los seis clientes que estaban en ese momento en el locutorio.
"La conexión del delito con las drogas es cada vez más visible. O bien los ladrones actúan drogados o cometen el robo para comprar estupefacientes", comentó el diputado nacional por la Ciudad Julián Obiglio (Pro). Para el legislador, autor de proyectos de leyes sobre seguridad, otra razón clave para el aumento del delito en algunos barrios porteños es "la falta de policías en las calles".
Y agregó: "Es evidente que las zonas con mejor nivel de protección se encuentran en las comunas donde trabaja la Policía Metropolitana y en las que opera la Gendarmería".
Inclusive estadísticas de robo de automotor en poder del Ministerio de Seguridad establecen una migración del delito desde la zona sur de la ciudad hacia Palermo, Belgrano, Recoleta y Colegiales. Parece tratarse de una imagen de frazada corta, en la que un movimiento de cobertura deja a la intemperie otras zonas.
En los últimos días, el robo de vehículos quedó de nuevo en evidencia al conocerse la sustracción de la camioneta de José María Núñez Carmona, amigo personal del vicepresidente Amado Boudou e investigado en la causa que tiene como epicentro a la empresa Ciccone. Anteayer, agentes policiales dieron con ese vehículo y detuvieron a los ocupantes: dos menores de 15 y 17 años, armados.
León Arslanian, ex ministro de Seguridad bonaerense, advirtió en las últimas horas sobre el uso que el crimen hace de "niños fuera de control social", convertidos en choferes de automóviles robados.
Más allá de la sustracción de automotores y de los asaltos en comercios, los delitos que se transformaron en pesadilla porteña tienen que ver con la irrupción en las viviendas. Las llamadas "entraderas" en la jerga policial. Lo sucedido con el ex camarista Gustavo Mitchell, en Recoleta, y con la familia del técnico de fútbol Jorge Burruchaga, en Belgrano, exponen la violencia de esa clase de delito que empezó a imponerse sobre otros. Para especialistas en seguridad, los actuales vaivenes económicos llevaron a tener más ahorros en el hogar y eso resultó tentador para los delincuentes.
"Por lo visto, la redistribución de efectivos que anunció la ministra [Nilda] Garré ha fallado. Retiró efectivos de hospitales, subte y escuelas con la excusa de proteger mejor a la ciudad, y las cifras demuestran que no está funcionando. La Metropolitana está en sólo tres comunas, por lo que el mayor peso de la seguridad cae en la Policía Federal, que no está pudiendo asegurarla. El Ministerio de Seguridad de la Nación debería reevaluar su estrategia y cambiarla si es necesario", comentó el diputado Eduardo Amadeo (Frente Peronista).
Colaboró Mariano Gaik Aldrovandi 

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