Venezuela
El lenguaje bolivariano, cada vez más curioso
Como lo hace la propaganda norcoreana, Caracas apela a declaraciones crecientemente pomposas
Por Daniel Lozano | Para LA NACION
La ministra Iris Varela aprovechó el aniversario de la última victoria electoral de Hugo Chávez para arengar a sus huestes, desanimadas ante el vendaval económico que azota a Venezuela.
Un morral revolucionario que rebosa de problemas y que tiene como principal antídoto la épica semirreligiosa en torno a su líder fallecido. Denominaciones grandilocuentes e hipérboles que tratan de aliviar su ausencia y la realidad de todos los días. "Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez", se atrevió a decir el presidente Nicolás Maduro en agosto frente a su féretro.
El aparato de propaganda del chavismo usa y abusa de distintas denominaciones para recordar a Chávez: comandante eterno, presidente invicto, gigante, comandante supremo, líder eterno, mesías de los olvidados, presidente eterno de los humildes, Chávez de las victorias, Cristo de los pobres, llanero invicto de Sabaneta? Mil y una denominaciones revolucionarias que a la retórica bolivariana suman la pomposa dialéctica de Corea del Norte, con su veneración histórica al "gran líder" Kim Il-sung, el "presidente eterno de la república".
"Las hipérboles sobre Chávez intervienen por inercia: el mandatario murió enmarcado en el heroísmo robinhoodiano que él mismo impuso", reflexiona el escritor Leopoldo Tablante.
"Sin embargo, esas hipérboles no hacen más que marcar un contraste entre un líder que logró construirse y otro que se desmorona cada vez que debe enfrentar una situación pública", añade.
La segunda etapa de la revolución requiere elevar varios grados el termómetro del lenguaje. Maduro es el "presidente obrero" o "el hijo de Chávez". Su mujer, Cilia Flores, no es la primera dama: estamos ante la "primera combatiente de la revolución". Cada vez que ambos se acercan al Cuartel de la Montaña aluden a la siembra, no entierro, de los restos de su "padre". María Gabriela Chávez, su hija favorita, prefiere decir que su padre "voló en libertad".
Es el neolenguaje de George Orwell adaptado al socialismo del siglo XXI o la "palabrería bolivariana", como aireó Heinz Dieterich, antiguo gurú ideológico del comandante eterno. "Chávez le daba un lenguaje a la Venezuela popular. Maduro retrocede al gesto y al balbuceo, una dimensión de la comunicación anterior a la palabra", expone Tablante sin contemplaciones.
En cada discurso, Maduro impone la duplicación de las palabras usando los dos géneros, "otro disparate, una estupidez", según el respetado académico Alexis Márquez. "Los genéricos están para ahorrar tiempo y lenguaje", afirma taxativo como queriendo recordar una lección olvidada.
Márquez, venerado por varias generaciones de periodistas, ocupa el sillón Z de la Academia. Se lamenta del maltrato que cada alocución gubernamental realiza contra el idioma. "Este régimen se caracteriza por la ignorancia de la lengua. También esconde las realidades a través de los eufemismos", critica.
El glosario eufemístico es tan ancho que abarcaría toda esta crónica: "privados de libertad" en vez de presos; "políticos presos" en vez de presos políticos; "centro de transición para una nueva vida" en vez de refugio; "dignificados" en vez de damnificados; "rebelión cívico-militar" en vez de golpe y "bienandro" por malandro (delincuente). "Maquillaje verbal", como destaca el escritor Leonardo Padrón.
"Maduro emplea el lenguaje que le da la gana sin ningún sentido. Él es la principal fuente del disparate", remacha Márquez.
Maduro se atrevió a proponer a la Real Academia que adoptase la palabra "millonas". Previamente había pateado el diccionario ("Tenemos una generación de oro brillando por el mundo, millones y millonas de Bolívar") y quiso salir del paso con otra extravagancia: "Es una propuesta que hemos hecho, ¡millonas!, ¡suena bonito!". Después vendrían "libros y libras", telescopio por estetoscopio?
La oposición protesta ante la aplanadora lingüística, presente en la red de propaganda estatal. La guerra es tan desigual que Henrique Capriles entró un día en batalla y recibió miles de puntillazos digitales. "¿Qué es eso del comandante galáctico?", se atrevió a cuestionar el líder opositor. Si Troya no hubiera sido destruida por los griegos, habría ardido de nuevo. "Ahí está, ofendiendo la memoria de Chávez, diciendo que si es galáctico", protestó Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas. "Pues sí, nosotros le respondemos: nuestro comandante es galáctico, celestial y universal."
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