Echan a la jefa de la Aduana para acotar a Echegaray

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Echan a la jefa de la Aduana para acotar a Echegaray

Por  | LA NACION



El Gobierno brindó ayer otra señal para acotar el poder del jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, al forzar la renuncia de la jefa de la Aduana, Siomara Ayerán, para controlar en forma directa el movimiento del comercio exterior.

La salida de Ayerán, incondicional de Echegaray, multiplicó los rumores en torno de la salida del propio jefe del organismo recaudador. Sin embargo, anoche, en su entorno, expresaron a LA NACION: "Son versiones malintencionadas, porque Echegaray tiene mandato hasta 2016". De todos modos, este mandato se fijó por decreto y, por lo tanto, con un instrumento similar podría ser removido.

"Éstas son las nuevas reglas del juego, quieren controlar el comercio, que lo hagan, pero eso no significa que Ricardo se vaya", expresó otra fuente ligada al funcionario.

Parte de las versiones surgían del Ministerio de Economía, que, junto con la Jefatura de Gabinete, provocó la renuncia de Ayerán. En la AFIP no hicieron comentarios sobre los motivos de la salida de esta funcionaria que ocupó el cargo desde 2010, cuando Echegaray logró reemplazar a Silvina Tirabassi.

Licenciada en comercio exterior, de 47 años, Ayerán le aseguraba al jefe de la AFIP un dominio de la Aduana que no tiene en la Dirección General Impositiva (DGI), donde el director, Rubén Toninelli, responde al secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini.

Con casi 6000 empleados, en la Aduana esperaban anoche el nombre de la reemplazante; como informó LA NACION, la candidata más firme es Noemí Muchnick, una ex funcionaria que se fue de la Oncca por pedido, justamente, de Echegaray.

De todos modos, desde el Palacio de Hacienda indicaron a LA NACION que "la intención del cambio es controlar en forma directa y con una persona de confianza un área muy sensible como es la Aduana". Deslizaron, en forma elíptica, la posibilidad de haber encontrado "alguna irregularidad" en torno de las declaraciones juradas anticipadas de importación (DJAI).

Así, por segunda vez en dos días, Ricardo Echegaray quedó descolocado dentro del Gobierno. Anteayer había sido por la resolución que dispuso elevar a 35% la retención para los viajes al exterior, medida con la que él estaba en desacuerdo.

Al igual que ocurrió con la prórroga del blanqueo de capitales, el Gobierno no le hizo caso al hombre fuerte de la recaudación.

Un funcionario de la AFIP que no responde a Echegaray indicó que "seguramente le van a querer endilgar que la recaudación está creciendo menos que la inflación, pero eso se debe a la baja en las retenciones en general y, en particular, de las exportaciones de energía por responsabilidad de YPF, lo cual es responsabilidad de Kicillof"

Amo y señor de la política tributaria mientras no había un ministro de Economía fuerte, Echegaray entendió enseguida que su suerte cambiaría cuando asumió Kicillof. Su sostén directo es la presidenta Cristina Kirchner -de hecho, ayer estuvo en la jura de los nuevos funcionarios del gabinete nacional en la Casa de Gobierno-, pero el rol del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, lo dejó opacado. De hecho, según explicaron en Casa de Gobierno, Capitanich monitorea en forma permanente la evolución de la recaudación con las mismas pantallas que tiene Echegaray en su despacho.

Curiosamente, hace menos de una semana, Echegaray realizó, orgulloso, un anuncio relativo a la Aduana, al detallar que el sistema María -vigente desde los 90- llegaba a su fin para dar paso al sistema Malvina. Ayerán explicó entonces que desde noviembre de 2014 se buscaría "eliminar definitivamente el uso del papel y transparentar la información". Resultó, paradójicamente, su última misión

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