El caso de la ex imprenta Ciccone

El caso de la ex imprenta Ciccone


Sábado 28 de abril de 2012 | Publicado en edición impresa
El perfil

Un juez "pícaro" para llevar causas sensibles

Por Hernán Cappiello  | LA NACION

Ariel Lijo es juez dos veces. Está a cargo del juzgado federal N° 4 y es juez en concursos de canarios de la Federación Ornitológica Argentina. Su último animalito lo acaba de comprar en Trenque Lauquen.
Lo de los canarios viene de años; lo de magistrado federal, desde 2004, en tiempos del gobierno de Néstor Kirchner, cuando integró, junto con Guillermo Montenegro, Julián Ercolini y Daniel Rafecas, el cuarteto destinado a renovar parte del fuero federal, que ya venía cuestionado desde la década menemista.
De todos modos, junto con Montenegro -actual ministro de Mauricio Macri en la Ciudad- fueron los que más rápidamente se adaptaron al fuero. Ocupó en su concurso el quinto lugar y fue el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, quien le anunció formalmente que iba a ser juez federal. Antes había sido prosecretario en la Sala I de la Cámara Federal mientras era camarista la fallecida Luisa Riva Aramayo, una jueza que entendía muy bien la política de la década menemista.
Allí compartió el trabajo con Gabriel Cavallo, que iba a ser juez federal, camarista y su cuñado. El propio Cavallo le tomó juramento a Lijo cuando lo designaron juez federal, el más joven de todo el fuero. Además de compartir con su ahora ex cuñado su pasión por Boca Juniors, heredó su juzgado.
Lijo, de 43 años, manejó con cintura política causas complicadas. Le tocó procesar a María Julia Alsogaray, al ex juez federal Carlos Liporaci y a Alberto Kohan, ex ministro y secretario general de la Presidencia durante el menemismo. Elevó a juicio la segunda parte de la causa por el ataque contra la AMIA, donde acusó de encubrimiento al ex presidente Carlos Menem, al jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, y al ex juez Juan Galeano, entre otros.
Lijo es, además, un campeón. En pareja con su hermano Alfredo ganó la Rody Cup, el premio máximo de un torneo de truco anual que se disputa entre jueces federales, camaristas y empresarios. Lo atestigua una gran copa que exhibe, orgulloso, en el alfeizar de la ventana de su despacho, que siempre huele a puros, una afición del magistrado. El certamen debe su nombre al juez Rodolfo Canicoba Corral, maestro en disimular que a veces no llega ni a 25 cuando canta falta envido.
Lijo se lleva bien con la jueza María Servini de Cubría, que le deja el juzgado en sus licencias, pero no le pasa lo mismo con Norberto Oyarbide.

Las escuchas del hermano

Ambos comparten pasillo; sus despachos están uno frente al otro, pero no se dirigen la palabra. Ocurre desde que Oyarbide incluyó en un fallo transcripciones de una escucha telefónica que disgustó a su vecino. Allí, "Fredy" Lijo, hermano del juez, aparecía hablando con unos de los imputados en la causa de la mafia de los medicamentos. "Fredy" Lijo, a quien todos conocen bien en los tribunales de Comodoro Py 2002, es abogado y entra con soltura en muchos de los juzgados del fuero.
Con la habilidad que le da ventaja en el juego campero, donde la picardía manda, Lijo maneja su juzgado, donde actualmente el caso por las coimas que admitió Siemens que pagó para conservar el contrato por el DNI. Allí investiga a dos ex presidentes: Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Investiga desde hace dos años, sin resultados, si aportantes de campaña al kirchnerismo en 2007 se beneficiaron con negocios con el Estado.
Archivó la causa que investigaba incidentes ocurridos en una reunión de directorio de Papel Prensa del 14 de julio de 2010, donde participó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Pero de ese episodio desprendió una investigación para saber si el candidato del Gobierno para ser el nuevo procurador, Daniel Reposo, intentó sobornar a un testigo. A Moreno le dio una alegría cuando procesó por fraude a la ex directora del Indice de Precios de Consumo (IPC) del Indec Graciela Bevacqua por pagar horas extras y presentismo a un empleado que estaba de vacaciones.
Hace un año, Lijo se casó en segundas nupcias. Fue una fiesta inolvidable en el Sheraton Pilar, donde estaban sus colegas. Pero también Daniel Scioli, José Pampuro, el banquero Jorge Brito. Enrique Nosiglia, Diego Santilli Aldo Roggio, Cavallo y el taxista Omar Viviani. Arrancaron el baile al ritmo de la cumbia y degustaron langostinos de entrada y carré de cerdo de principal.
Extrovertido y afable, Lijo suele llevar sus causas con discreción. Máxime ésta, donde no se trata de juzgar canarios, sino que el investigado es el vicepresidente.

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