El día en que el escándalo Ciccone explotó en Holanda



El día en que el escándalo Ciccone explotó en Holanda

Por Hugo Alconada Mon | LA NACION


Corrían los primeros días de febrero pasado cuando Antal Camillus Theodoor DeWitte recibió una alerta desde Buenos Aires. A este escribano público en Katwijk, una pequeña ciudad sobre el Mar del Norte a 16 kilómetros de La Haya (Holanda), le informaron que Alejandro Vandenbroele, el responsable del fondo que él había constituido, Tierras International Investments CV, les había ocultado información. Peor aún, que se lo vinculaba al vicepresidente argentino, Amado Boudou, y a un caso de presunto lavado de dinero.
Sin más, sin siquiera llamar a Vandenbroele, que entonces ya era presidente de la nueva Ciccone Calcográfica, el lunes 13 de febrero se presentó en el Registro de Comercio de Amsterdam y cerró Tierras International y las otras dos sociedades con domicilio en Suiza que sostenían ese fondo de inversión.
El escándalo que tiene a Vandenbroele como uno de sus protagonistas centrales llevaba una semana de apogeo, desde que su mujer, Laura Muñoz, lo señaló como testaferro de Boudou. Más aún, el domingo 11, LA NACION reveló que el representante legal del fondo Tierras ante la Dirección de Personas Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires era Carlos Schneider, el jubilado de 75 años de la marina mercante que a todos bautiza con el mismo apodo: "Piluso". Cobró $ 200 por firmar esos papeles.
Así, en ese contexto, fue que el notario DeWitte desenchufó las supuestas conexiones internacionales de Vandenbroele que aportarían los fondos para sostener a la nueva Ciccone hasta que obtuviera contratos, según reconstruyó LA NACION a través de tres fuentes y copias de los registros comerciales holandeses.
La acción del notario DeWitte, sin saberlo, resultó explosiva. Cerró por su cuenta el fondo europeo que, con un capital de 100 euros, en teoría todavía sostiene a la sociedad anónima The Old Fund y, a través de ella, a la nueva Ciccone, la empresa que imprimirá $ 40.000 millones a pedido de la Casa de Moneda y del Banco Central.
Vandenbroele se quedó sin apoyatura en Holanda por vulnerar un principio básico. Las sociedades extranjeras adquiridas no deben intervenir en actos vinculados al lavado, la pornografía o el tráfico de armas o drogas. Más aún, tampoco deben pegotearse con personas expuestas políticamente (PEP). "Ningún letrado o notario que constituya o inscriba sociedades para uso internacional admite este tipo de actividades", afirmó un protagonista de la trama para justificar la reacción inconsulta de DeWitte.
El fondo Tierras acumulaba para entonces algunos movimientos, pero menores. Entre otros, DeWitte consignó como dueñas en 2008 a dos firmas también constituidas en Holanda, pero con sede en Suiza.
Como "socio gerente" apareció Stichting MP Services y como "socio comanditario" su melliza Stichting LP Services. Ambas con domicilio en Ginebra.

DE CHANCHOS A BILLETES

Tierras International Investments llevaba, para entonces, poco más de un año constituida. Su objetivo inicial se encontraba muy lejos de facilitar la impresión de $ 40.000 millones a pedido de la Casa de Moneda. Se creó para sostener un emprendimiento agrícola, según reconstruyó LA NACION. Un criadero en la provincia de Buenos Aires. Setenta kilómetros al sudoeste de la Capital. De chanchos.
"Los interesados querían una sociedad holandesa porque el dueño del emprendimiento era de raíz holandesa. Pero después de dos meses de idas y venidas, la operación se frustró, y Tierras quedó ahí, abierta y a la espera de otro potencial comprador", relató una fuente con acceso a las tratativas que involucraron a Vandenbroele.
El fondo Tierras International Investments quedó como los autos cero kilómetro que ya salidos de la automotriz esperan a su primer dueño en la concesionaria. Armada con un capital social de apenas 100 euros, según consta en la copia de la ficha del Registro de Comercio de Amsterdam que obtuvo LA NACION. Y fue entonces cuando apareció Vandenbroele.
Tanto el fondo Tierras como las dos Stichting acumulaban para entonces, también, múltiples directores nominales.
Algunos duraron unos pocos meses. Otros, años. Varios oriundos de las Antillas; otros dos, argentinos, pero sin vínculos con Vandenbroele, según verificó LA NACION.
Casi en simultáneo con la orden de disolución de Tierras International Investments y las dos Stichting que decretó DeWitte, sin embargo, Vandenbroele dio otro paso en la madeja societaria. Informó a través del Boletín Oficial la irrupción de otra misteriosa sociedad en la trama detrás de Ciccone, la uruguaya Dusbel SA, cuyos dueños aún no aparecen.
Así, la nueva Ciccone completó su metamorfosis.
Aparece en teoría controlada por la familia Ciccone (30%) y por la sociedad anónima argentina The Old Fund, cuyos accionistas son a su vez el fondo holandés disuelto y la uruguaya Dusbel -cuyos verdaderos dueños se desconocen-, que se reparten por mitades ese 70% restante.

LOS AMIGOS DE BOUDOU SE SIENTEN "INVENCIBLES"

Durante los últimos días, tras la salida del procurador Esteban Righi y la recusación del juez Daniel Rafecas, pasaron del miedo a la euforia. Son los amigos de Amado Boudou que figuran en las múltiples sociedades vinculadas a él y a su socio, José Núñez Carmona. "Somos invencibles", se ufanó uno de ellos en el café Iu, de la calle San Lorenzo, de Mar del Plata. Nadie encarnó mejor las emociones que vivió ese grupo que el contador de Boudou, Eduardo Dehaut. Durante semanas le decía a quien quisiera oírlo: "Para qué me metí en esto". Ahora se ufana otra vez del poder de su amigo.

THE OLD FUND

PRIMEROS PASOS 
Fundación en Holanda
El fondo de inversión Tierras International Investments fue creado en Holanda en 2007, para sostener un emprendimiento agrícola en Buenos Aires. Se armó con un capital social de 100 euros. Pero el proyecto fracasó. Con el mismo nombre, tiempo después el fondo fue reflotado por Alejandro Vandenbroele (foto) para sus planes de comprar la imprenta Ciccone.
LA COMPRA 
Dueños ocultos
Tierras International Investments aparece en 2010 como el principal accionista (98%) de The Old Fund, la sociedad presidida por Vandenbroele que compró Ciccone, después de obtener ayuda del Gobierno para levantar la quiebra de la imprenta y poco antes de conseguir una moratoria extraordinaria de la AFIP.
LA DIVISIÓN 
Cómo quedan los papeles
Según los registros, la propiedad de la imprenta, rebautizada CVS, se distribuye de la siguiente manera: 70% para The Old Fund y 30% para la familia Ciccone.
DESPUÉS DEL ESCÁNDALO 
Cambio de planes
Al estallar el caso que involucra al vicepresidente con el negocio de Ciccone, el escribano holandés Antal DeWitte disolvió Tierras International en Amsterdam. The Old Fund aún figura como propiedad de ese fondo ya inexistente, pero a medias con una misteriosa sociedad uruguaya, Dusbel.

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