El crudo relato de un periodista de Clarín y su familia como víctimas de secuestros exprés


Domingo 29 de julio de 2012 | 11:34

El crudo relato de un periodista de Clarín y su familia como víctimas de secuestros exprés

Norberto Angeletti contó el calvario que vivió cuando fue interceptado por delincuentes en Banfield; también se refirió a la desesperación que sintió cuando, 20 días después, le tocó el turno a su hija

"Te agarramos viejo... Te entregaron... De ésta no salís... Hay mucha gente que no te quiere y nos ordenó matarte... Estás jodido". Así empezó mi odisea a las 21.15 del 5 de julio en Banfield. Confieso que no iba a escribir esta nota. Al principio porque estuve bajo un shock emocional y después -defecto de periodista- porque ya me parecía un episodio viejo y porque los últimos acontecimientos con personas secuestradas, torturadas y asesinadas me hicieron creer que lo mío había sido un hecho menor, en el que tuve miedo, dos pistolas en la cabeza, robo, pero pocos golpes y un final con una muletilla que cada vez se repite más: "Tuviste suerte... estás vivo, la podés contar".
Sin embargo, que me pase un secuestro exprés en mi barrio, Banfield, y que a los 20 días -el miércoles 25- mi hija, mi dos nietas y mi yerno sean también secuestrados y llevados con su camioneta casi desde la puerta misma de mi casa, son dos golpes muy fuertes y difíciles de asimilar.
Las palabras pertenecen a Norberto Angeletti, un periodista de Clarín, que se convirtió en un lapso de sólo veinte días en víctima de dos secuestros exprés, y decidió transmitir su experiencia en una de las páginas que hoy publica el diario y reproduce la versión digital. Según señala, decidió hacerlo porque "los que se animan a decir algo [sobre la inseguridad] hablan de exageraciones, operaciones de la derecha y de cadenas al servicio de las malas noticias".

En carne propia

Angeletti decide empezar a contar el secuestro que vivió en carne propia. El segundo, tuvo como protagonista a su hija y su familia, 20 días después.
Relata que a él lo interceptaron en la calle Godoy Cruz, a unas cinco cuadras de la avenida Hipólito Irigoyen, cuando se dirigía a la casa de su hijo para buscar a su mujer. Cuando quiso acordarse "ya tenía a dos jóvenes que bajaron apuntándole con pistolas".
Durante la hora y media en la que se extendió el secuestro, recibió amenazas constantes, mientras lo pasaban de un auto a otro, y chequeaban a través de la radio que no hubiera denuncias relacionadas con la privación de su libertad. "Como ves, viejo, sabemos todo. Hasta nos metemos en la radio de la Policía", dijeron en voz alta.
"Empezó un viaje que para mí no terminaba nunca. Volvieron las amenazas. Yo temblaba rogando que ningún vigilador se diese cuenta de mi situación e inicie un tiroteo", comenta.
Al llegar a la vivienda del periodista, lo llevaron al cuarto donde tenía guardado dinero, pero la llave del armario no se abría y otro momento de tensión se incorporó a la historia: "Viejo hijo de p..., nos cagaste, te vamos a matar", lanzó uno de los jóvenes. Enseguida, escuchó un estruendo y advirtió humo.
"Mientras dudaba si me habían pegado un tiro, uno de ellos me levantó de un brazo y me dijo: Abrí vos y mejor que esté la guita porque te vacío el cargador. Afortunadamente el cajón abrió rápido, manotearon el dinero, relojes y recuerdos familiares. Enseguida sonó el handy: ¿Qué pasó? ¿Qué fue ese ruido?.Nada -le respondieron-, este pelotudo tiró un balazo. Nos vamos rápido, ya salimos", cuenta que dijeron.
Tras ese episodio, lo volvieron a subir al auto y lo dejaron, con la condición de que no se diera vuelta, detrás del Camino Negro.

Su hija, otro blanco de ataque

Pero la inseguridad volvió a sacudir a la familia Angeletti el miércoles 25 pasado. Esta vez, las víctimas fueron su hija, sus dos nietas y su yerno, que habían venido desde Rosario a pasar unos días de vacaciones.
Con un procedimiento parecido, un auto se les colocó de frente y salió de él un hombre con uniforme policial y una pistola. El agresor obligó a la hija del periodista a pasar al auto de los delincuentes. Allí empezaron a comunicarse de una radio a la otra para decidir cómo iban a continuar.
"Esta [por la hija de Angeletti] dice que no podemos ir a lo de sus padres porque hay alarmas y que hace unos días fueron robados y no les quedó nada", dijo por el transmisor el que estaba en el Honda. "Sí, éste dice lo mismo", le respondió el otro. La coincidencia de testimonios, las valijas, la dirección de Rosario, la luz del día que empezaba a aclarar, el riesgo que significaba entrar a una casa y no encontrar lo que querían y llevar, además, secuestradas a dos nenas, les hizo cambiar de planes y aceptaron la propuesta de mi yerno de pasar por un cajero, más la computadora, el Ipad y el teléfono que ya le habían quitado", señala Angeletti.
Los autos, con los cinco secuestrados, siguieron por varios lugares: Rafael Calzada, luego por Avenida San Martín, circularon por Almirante Brown, por Francisco Solano, partido de Quilmes (allí hallaron la camioneta), y los abandonaron cerca del cruce de Florencio Varela.
El secuestro duró dos horas y el territorio abarcó cuatro municipios y casi 30 kilómetros de recorrido.

Vecinos

Más allá de los detalles puntuales de cada caso, Angeletti recuerda que a pocas cuadras de su casa vive Aníbal Fernández, ex ministro del Interior, de Justicia y Seguridad, ex Jefe de Gabinete y ahora senador.
"Calculo que siempre va con coches de custodia que lo acompañan hasta llegar a su casa. No tiene, seguramente, que hacer lo que hago yo y tantos vecinos que polarizamos vidrios, ponemos cada vez más trabas para impedir que nos entren a las casas, renovamos alarmas, agregamos garitas con vigilantes y cuando volvemos de trabajar miramos con desconfianza a cada auto que se acerca", ironiza el periodista al mencionar la coincidencia.
"Para él, la inseguridad debe seguir siendo tan sólo una sensación. Para nosotros, sólo quedan preguntas: ¿Nos defiende alguien? ¿Las autoridades seguirán mirando para otro lado? ¿La única alternativa que nos queda a los vecinos es defendernos nosotros mismos? Y, la más angustiante: ¿Cuándo nos volverá a tocar?", concluye.

La Nación


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