Sólo una guerra por el poder


Miércoles 11 de julio de 2012 | Publicado en edición impresa
El análisis

Sólo una guerra por el poder

Por Joaquín Morales Solá | LA NACION



El universo sindical dio ayer un nuevo paso hacia su propia fragmentación. La perspectiva más probable es que dentro de poco habrá dos CGT de significativo porte, a las que deberán agregárseles la vieja CGT disidente de Luis Barrionuevo y las dos CTA, que también aspiran a ser centrales obreras. El antimoyanismo convocó el 3 de octubre a su propio congreso para elegir secretario general de la CGT al metalúrgico Antonio Caló, pero Hugo Moyano ratificó que mañana hará el suyo, donde será reelegido al frente de la central de los trabajadores. Detrás de Caló se esconde el kirchnerismo, mientras Moyano expresa al antikirchnerismo. También hay una CTA kirchnerista y otra que se declara opositora.
Una primera novedad consiste en la existencia de gremios decididos a militar en la oposición al kirchnerismo. El número de sindicatos rebeldes es inasible, porque es cambiante y volátil. Puede deducirse, sin embargo, que no es un número menor, porque Moyano está dispuesto a todo, menos a mostrar su debilidad.
La aparición de sindicatos opositores, que hasta hace poco militaron en las filas del oficialismo, coincide con una nueva caída de la imagen de la presidenta Cristina Kirchner en el mes de junio, según los resultados de varias encuestadoras. Más grave que ese descenso personal es la importante caída que se registró en las expectativas generales de la sociedad sobre la economía y la situación del país. Es ya una tendencia que lleva varios meses; nada indica que podría cambiar en las próximas mediciones.
Moyano se mueve entre esas constataciones, aunque en el fondo le cuesta entender la decisión de Cristina Kirchner de romper con él. Acostumbrado como estaba a ser el interlocutor privilegiado de Néstor Kirchner, no sabe ahora con certeza ni siquiera por qué se convirtió en un maldito para la Presidenta. Moyano desconoce, no obstante, que el propio Néstor Kirchner imaginaba una CGT que volviera al poder de los metalúrgicos.
"Es mejor que la CGT esté en manos de gremios industriales y no de servicios", decía, pero agregaba: "Eso sí: no es la hora todavía".

La pendiente

¿Esa hora ha llegado? No, seguramente. La economía se desliza velozmente por una pendiente y crecen, al mismo tiempo, las tensiones laborales. Una representación gremial atomizada sólo aumenta y diversifica el reclamo laboral.
La otra estrategia del ex presidente muerto era, precisamente, la de consolidar un solo interlocutor gremial (Moyano era su preferido) hasta que llegara el momento preciso del cambio. Hasta debió traicionar su promesa electoral de darle a la CTA personería de central obrera con el propósito de sentar frente a él a un solo representante de los gremios.
Cristina Kirchner está más pendiente de las disputas por el poder que de las dificultades de la administración. Moyano cruzó una frontera definitiva cuando en septiembre pasado se presentó en la Casa de Gobierno con un largo petitorio, que incluía el reclamo para que les devuelvan a los sindicatos recursos que pertenecen a sus obras sociales. Habló también de "la inflación del supermercado" y desarticuló el relato oficial sobre el principal problema de la economía argentina. Moyano salió de la Casa Rosada y no volvió nunca más.
Desde entonces, el kirchnerismo comenzó una faena persistente para debilitar al líder de los camioneros. En el acto circularon nombres de supuestos sucesores de Moyano . El primer candidato del kirchnerismo para conducir la CGT fue el jefe del sindicato de la construcción, Gerardo Martínez, pero su carrera se interrumpió cuando se supo fehacientemente que trabajó para el servicio de inteligencia del Ejército durante la dictadura. Por eso o por otra cosa -quién lo sabe- Martínez sigue siendo, no obstante, un aliado objetivo del kirchnerismo.
Es probable que Moyano consiga mañana la continuidad como jefe de una CGT, pero la estrategia política del kirchnerismo habrá tenido también su relativo éxito. El líder camionero no será en adelante la figura omnipresente del sindicalismo ni el único interlocutor de la dirigencia política y social. Tendrá menos poder, que es el propósito que se planteó la Presidenta cuando abrió una guerra con él. Aquel gesto de Moyano de septiembre se parece mucho al anuncio de Daniel Scioli sobre su candidatura presidencial para 2015. Cruzar esos límites significará siempre el despido del paraíso kirchnerista. Cristina Kirchner entiende el poder como un poder sin sombras.

Diferencias

Pero Moyano no es Scioli, siempre dispuesto a entender los agravios como presuntos halagos. Moyano es, en efecto, un auténtico hombre de poder. Cristina tiene razón en eso, aunque no la tenga cuando imagina un país con ella como único eje de un único poder. Cualquier negociación entre las distintas facciones gremiales debería suceder en las próximas 24 horas. Después de mañana, cuando Moyano sea proclamado secretario general reelecto de la CGT, las eventuales conversaciones serán más difíciles.
A pesar de todo, ninguna negociación es imposible entre dirigentes gremiales, aun después de mañana. Son la estirpe con más ejercicio político del país.
"Podrá haber negociación y hasta una reinserción en una sola CGT, pero siempre que los otros acepten la conducción de Moyano", dijo un dirigente que expresa bien al líder cegetista.
Esto es: Moyano no está dispuesto a dar un paso al costado ni un paso atrás. No lo ha hecho nunca.
Si el cisma sindical se produjera finalmente, Cristina Kirchner podrá darse el lujo político de hablar con Caló y de ignorar a Moyano. Según su concepción de la política, ella habrá ganado la guerra por el poder.
Esa será una cara de la moneda. La otra cara representará a los nuevos problemas de su gobierno. Moyanistas y antimoyanistas están diciendo las mismas cosas: ninguno quiere pagar los costos de un ajuste económico que se siente cada vez más.
Ayer, Moyano se dirigió a los trabajadores rasos para decirles que él estará de su lado. Ninguno de los otros aceptará nunca, aunque lo hagan con palabras más elegantes, quedar del lado de los que ordenan y desordenan la economía. Será otra mala noticia para la Presidenta entusiasmada en esquivar los problemas y en fulminar enemigos de carne y hueso.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario