Enfrentar ya al narcotráfico

Lunes 22 de abril de 2013 | Publicado en edición impresa

Editorial I

Enfrentar ya al narcotráfico

Urge poner freno a la expansión de las bandas criminales que controlan cada vez más territorio en nuestro país valiéndose de sectores del Estado


Históricamente, la Argentina ha sido un país de tránsito para las redes del narcotráfico en términos de su rol regional. Esto quiere decir que la droga ilegal, fundamentalmente la cocaína, ingresaba en el país por sus vastas fronteras, provenientes de los mayores países productores -Bolivia, Perú y Colombia-, y salía a su vez del país hacia los principales mercados de consumo: los Estados Unidos, Europa, África y el sudeste asiático. Las redes utilizaban de trampolín al país para extender sus negocios, pero hace tiempo que la Argentina dejó de ser un país sólo de tránsito para ser uno de producción de drogas ilegales y de niveles de consumo local relevantes para el crimen organizado internacional.

Por ello, el narcotráfico en el país fue mutando de un negocio logístico y de pocos actores involucrados, a uno territorial y de consumo masivo que impacta sobre todas las estructuras de la sociedad.

Como no pueden utilizar las cadenas de distribución tradicionales, las bandas narco deben controlar el territorio para asegurarse la distribución de las drogas. Ese control implica cooptar policías, jueces, fiscales y dirigentes políticos, entre otros, para poder trabajar con impunidad y, también, la utilización de la violencia directa para eliminar a los competidores en el territorio con el fin de controlar el mercado. Esto comienza a ser evidente en ciudades como Rosario, que tuvo un récord de homicidios el año pasado, muchos por los típicos ajustes de cuentas. Y es trasladable a ciudades como Mar del Plata, con más de 20 homicidios al año, y a varios distritos del conurbano bonaerense.

La Argentina y Brasil son, en la región, los dos principales productores de precursores químicos necesarios para la elaboración de estupefacientes como la cocaína. Productos como la acetona y el anhídrido clorhídrico, entre otros, son elaborados por las poderosas industrias químicas de esos dos países. Históricamente, esos productos se exportaban a las naciones productoras (Bolivia, Perú y Colombia), donde se elaboraba la cocaína partiendo desde el cultivo de la hoja de coca base. Con el tiempo, a medida que la presión en los países productores aumentó y la influencia de los carteles se extendió hacia nuestro país y a Brasil, se comenzó a importar la pasta base de los puntos originales y la última etapa de la elaboración tiene lugar en pequeños laboratorios clandestinos de ambas naciones, ubicados generalmente en los suburbios de las grandes ciudades, como Buenos Aires, Rosario, San Pablo o Río de Janeiro.

La Argentina tiene un papel relevante en la última etapa de elaboración de la cocaína. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito recalcó en su informe de 2011 que, excepto los tres países productores de la región, en 2010 la Argentina fue donde se encontró el mayor número de laboratorios ilegales.

Es clave para el desarrollo de las organizaciones criminales generar un mercado de consumo maduro y estable porque consolida sus ganancias y baja el nivel de riesgo de un negocio que antes era altamente dependiente de mercados lejanos, donde las dificultades de transporte y las posibilidades de decomiso son mayores. Por ello, son alarmantes los sucesivos informes de las Naciones Unidas que marcan que la Argentina es el país con mayor nivel de prevalencia en el consumo de cocaína y marihuana de toda la región, con niveles similares de consumo a los de mercados muchos más maduros.

Es propio de esta etapa que el negocio se diversifique utilizando las redes construidas para otros negocios paralelos, como la trata de personas, los secuestros extorsivos y el tráfico ilegal de armas, entre otras actividades criminales que podían ser preexistentes, pero que ahora adquieren mayor volumen y dinamismo.

En esta etapa se encuentra la Argentina hoy, y si nuestras autoridades no reaccionan con la decisión que se requiere, el narcotráfico seguirá evolucionando como un parásito a costa del Estado y del tejido social. Ambos deben actuar en forma coordinada y decisiva para revertir la situación. El narcotráfico no admite que se dilaten los tiempos para enfrentarlo. Hay que hacerlo ya mismo. De lo contrario, las consecuencias serán todavía mucho más gravosas

La Nacion

No hay comentarios.:

Publicar un comentario