La renuncia de Cristina Kirchner a construir una opción que la suceda

Lunes 24 de junio de 2013 | Publicado en edición impresa

Opinión

La renuncia de Cristina Kirchner a construir una opción que la suceda

Por Alejandro Catterberg  | Para LA NACION



El lanzamiento de la candidatura de Sergio Massa y la conformación de un frente peronista enfrentado al Gobierno (y con altas probabilidades de vencerlo) han acaparado la mayor atención de los medios luego del vencimiento del plazo para la presentación de los candidatos de las elecciones de agosto y octubre próximos.

Pero el hecho político más relevante de los cierres de las listas no pasa por los nombres, las figuras que provienen de fuera de la política, los acuerdos o los desacuerdos dentro de las fuerzas que no responden al gobierno nacional. El dato más importante es, a mi entender, el renunciamiento de la presidenta Cristina Kirchner a la construcción de una opción que la suceda.

Después de 10 años de gobierno, la Presidenta no fue capaz de poner un solo ministro o funcionario destacado al frente de las listas en ningún distrito del país. Una administración que se congratula con sus políticas sociales, ¿no cuenta con una ministra de Desarrollo Social capaz de capitalizar sus medidas? Un gobierno que ha desplegado desde la Anses dos enormes programas de seguridad social, como son la Asignación Universal por Hijo y las jubilaciones para cualquier adulto mayor -independientemente de si realizó o no aportes-, ¿no tiene un funcionario del área que pueda ser candidato? Un gobierno que ha disminuido el desempleo y ha hecho crecer la economía durante casi una década, ¿no tiene un ministro de Economía, un secretario de Comercio o bien un presidente del Banco Central que sea conocido y tenga buena imagen como para ser candidato? Si se invirtió en infraestructura como nunca antes, ¿no hay nadie del área que pueda capitalizarlo? ¿Y en educación, o seguridad? Nada. Nadie.

La Presidenta no cuenta con una sola figura de peso que la rodee y que pueda ir en busca de votos. Y eso no puede ser leído de otra manera más que la de un fracaso o una renuncia a construir algo superador o al menos que permita dar continuidad a la actual gestión. El kirchnerismo es Cristina Kirchner y Cristina Kirchner es el kirchnerismo. Allí se acaba.

La provincia de Buenos Aires es el distrito más importante del país. Concentra casi el 40% del total de los votos. Desde el regreso de la democracia hasta la crisis de 2001, el peronismo obtuvo en promedio el 48% de los sufragios. A partir de las elecciones de 2003, en el contexto del fraccionamiento de las fuerzas opositoras y con el repetido proceso del justicialismo de trasladar sus definiciones internas al conjunto de la sociedad, el peronismo subió su promedio al 66% de los votos. Eduardo Duhalde dio el puntapié en 2003, al negarle a Carlos Menem las internas y permitir que varios candidatos de una misma fuerza se presentaran. La interna entre ellos fue resuelta por el conjunto de la sociedad y Néstor Kirchner resultó ser el beneficiado. En la provincia de Buenos Aires, el justicialismo sumó ese año el 60% de los votos. Dos años después, Néstor Kirchner resolvió su interna con Eduardo Duhalde a través del enfrentamiento electoral de sus esposas: el kirchnerismo se legitimó electoralmente y nuevamente casi el 60% de los bonaerenses votaron al PJ.

Las elecciones de este año serán nuevamente un campo de batalla para definir el liderazgo dentro del peronismo. Estarán la lista del Gobierno, la lista de línea más duramente opositora de Francisco de Narváez y la que busca una tercera vía encabezada por Sergio Massa. No es descabellado pensar que entre las tres sumen alrededor del 75% de los votos.

Y para enfrentar este desafío la Presidenta puso de cabeza de lista a Martín Insaurralde, un intendente querido en su municipio y áreas de influencia, pero que tiene un nivel de desconocimiento del 60% a nivel provincial. La segunda de la lista, Juliana Di Tullio, es desconocida para el 85% de sus vecinos de Morón. Con la tercera candidata sucede lo mismo en La Matanza. Hace cuatro años, el kirchnerismo atravesaba dificultades y enfrentó las elecciones con una lista que encabezaron Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Este año los nombres son Insaurralde, Di Tullio y Magario. Qué señal más contundente de que Cristina ha renunciado a todo intento de construcción que no esté centrado únicamente en su figura.

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