Vencedores casuales de una política cortoplacista

Vencedores casuales de una política cortoplacista

Los bancos compraban a futuro por menos de lo que vendió el BCRA

Por   | LA NACION



El gobierno de Cristina Kirchner optó en los últimos años por no atacar las causas de la inflación y, en su lugar, valerse sólo del tipo de cambio como ancla para evitar una mayor aceleración de los precios . Pero como el mantenimiento artificial de un tipo de cambio apreciado benefició por algún tiempo a los que viajaban al exterior o a los que compraban autos de alta gama, luego la abrupta devaluación de enero pasado -inevitable a los ojos de cualquier economista- elevó a los bancos en el podio de ganadores.

Para contener la presión que la creciente inflación ejercía sobre el valor nominal del dólar (cada vez menos competitivo), el Banco Central (BCRA) durante la gestión de Mercedes Marcó del Pont había vendido durante meses dólares de sus reservas y, además, había colocado en el mercado, principalmente, entre los bancos, contratos de dólar a futuro como señal de que no tenía previsto en ningún momento devaluar. A enero, por ejemplo, prometía vender divisas a un precio que iba de los $ 6,50 a los $ 7. Cuando en enero pasado finalmente el tipo de cambio saltó 23%, de $ 6,52 a $ 8, quienes habían comprado estas promesas de venta de divisas salieron ganando.

Así, los bancos se anotaron en apenas dos días ganancias que superaron en muchos casos las utilidades que podían obtener en todo un año. Una sola entidad de capital extranjero, por caso, gracias a los contratos de dólar a futuro que había comprado en la gestión de Marcó del Pont se hizo de $ 1000 millones, cuando en un año no suele obtener ganancias de más de $ 200 millones, confiaron a LA NACION fuentes del mercado.

Eran tales las ganancias que algunas entidades habían obtenido con esta operatoria que, en privado, varios banqueros confiaban por esos días extremadamente convulsionados, que temían que, una vez presentados sus balances al primer trimestre de 2014, el Gobierno los apuntara como los impulsores de la devaluación.

Pero su situación cambió cuando, en los primeros días de febrero, el presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, desempolvó una norma que había implementado durante su gestión Alfonso Prat-Gay, y que limitaba las posiciones de dólares que podían tener los bancos. Esto incluía tanto dólares físicos como los contratos a futuro. Los límites, que habían estado vigentes hasta 2006, pero permanecían suspendidos (porque era la época que en se temía la apreciación cambiaria por la vía del ingreso de capitales), quedaron establecidos en la Comunicación A 5536 del BCRA.

En pocas semanas, el Central se hizo luego de divisas baratas para contener la fuerte demanda de dólares del mercado, lo que morigeró la presión sobre sus reservas internacionales y, al mismo tiempo, erosionó parte de las millonarias ganancias que muchas de las entidades se habían anotado días antes.

Los bancos vendieron sus contratos a futuro a precio de descuento a cerealeras, que luego con la promesa de un tipo de cambio fijo se animaron a empezar a liquidar parte de las divisas que venían atesorando ante la posibilidad de otra nueva devaluación

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