Sábado 25 de agosto de 2012 | Publicado en edición impresa
No hay revolución sin buenos revolucionarios. Por eso
Cristina Kirchner, a instancias de Axel Kicillof, firmó el decreto
1278, que reglamenta las conductas de los delegados del Gobierno en
empresas privadas.
Esos mandamientos indican los movimientos de la empresa
que esos directores deben informar a su superior Kicillof. Nada que no
contemplaran normas anteriores. Pero siempre es mejor recordar que deben
obedecer al Estado y no a los otros dueños de la compañía.Por si no lo entendieran, Kicillof les redujo los ingresos a un salario público. El resto deben donarlo a Minoridad. En verdad, fue la práctica de gobiernos anteriores.
El decreto hace una excepción: los honorarios de los directores estatales de YPF. Como el Estado renunció a tener en esa empresa la influencia que ejerce en las demás participadas, allí sus representantes seguirán llevándose un sueldazo. Uno de ellos es Kicillof, que queda excluido de las limitaciones que impuso a sus subordinados. Nada que temer. El, como buen revolucionario, no necesita que le indiquen a qué intereses responde. Virtudes del Hombre Nuevo.
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