YPF, caso testigo de un modelo sostenido con palabras


Domingo 26 de agosto de 2012 | Publicado en edición impresa
Empresarios & Cía.

YPF, caso testigo de un modelo sostenido con palabras

Por Francisco Olivera  | LA NACION


No pudo ser. Unos 20 empresarios esperaban el miércoles por la noche, en la víspera del foro del Consejo de las Américas, la visita de Axel Kicillof como invitado de honor a una comida en el hotel Alvear. Así se lo habían transmitido a Susan Segal, la líder de la entidad norteamericana. Estaban Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy), Juan Bruchou (Citibank), Carlos de la Vega (Cámara de Comercio), Gabriel Martino (HSBC), el gobernador Sergio Uribarri (Entre Ríos) y los embajadores Vilma Socorro Martínez y Jorge Argüello, entre otros. Pero el viceministro de Economía no fue.
Las vueltas de la vida. Kicillof, el mismo que recibe a ejecutivos en remera o que importuna con ideas heterodoxas el directorio de Siderar, el destinatario de los cantos de militantes que adaptan la fonética de su apellido al viejo "Peace and love", de Sumo, ha pasado a ser el funcionario más buscado por el establishment . No porque le tengan simpatía; lo suponen más bien un hito que los tiene intranquilos: ¿es Kicillof el límite o el comienzo de esta política económica?
La disquisición es vital para la inversión, uno de los puntos débiles del modelo. No salió desbordante de optimismo Eduardo Elsztain, dueño de IRSA, de la reunión que tuvo hace diez días con Cristina Kirchner. Y otros han sentido la misma desazón al abandonar estos encuentros, propiciados últimamente por la Presidenta con la pretensión de recomponer el diálogo. Existe para todos, más allá de cualquier puesta en escena, la sensación de estar frente a autoridades que creen en el carácter compulsivo de la inversión.
Parte de esta noción fue edificada con la inestimable asistencia de los empresarios. ¿Por qué una jefa de Estado encerrada sobre su núcleo debería creer que falta confianza, si cada vez que se topa con uno de ellos se va convencida de que el país es un vergel y de que no existe una sola inquietud corporativa? No bastó, al parecer, el ejemplo de Sebastián Eskenazi para advertir que la cercanía con el poder no garantiza siquiera la supervivencia individual.
Es entendible esta alienación a falta de conductos clásicos en la relación con el poder. Pero lo que los militantes llaman "la política", y acaso el momento particular que cada dirigente atraviese en la estructura kirchnerista, resultan ahora más fuertes que una buena relación personal. ¿Es Kicillof, por ejemplo, el mismo que en marzo de 2008, cuando arrancaba la crisis rural, se reunía en Las Cañitas con Francisco de Narváez, el hombre que tres meses después derrotó a Néstor Kirchner? Es cierto que aquel paradigma era otro. El kirchnerismo bullía en contradicciones internas, no había superado aún ese conflicto que después le reclutó incondicionales dispuestos a defenderlo a costa de todo, y De Narváez le pidió a Doris Capurro, hoy líder de comunicación de YPF, que le acercara economistas a su proyecto. La ahora coaching de Miguel Galuccio le llevó entonces dos estrellas de la UBA: Kicillof y Cecilia Nahón, actual secretaria de Relaciones Económicas Internacionales.
Sobran, por otra parte, ejemplos de apuestas al funcionario equivocado. De poco le sirvieron a Antonio Brufau, CEO de Repsol, años de trato entrañable con Julio De Vido. Lo entendió en una de sus últimas reuniones con el ministro de Planificación: delante de terceros que desconocía, y con YPF a punto de ser expropiada, el catalán miraba fijo a De Vido y esperaba un gesto, una palabra de complicidad acorde con compromisos asumidos antes. Pero no consiguió verlo solo aquella vez. Días antes, el ministro de Energía de España, José Manuel Soria, se había llevado la misma impresión de un encuentro similar del que también participó Hernán Lorenzino, jefe del Palacio de Hacienda. Cada vez que De Vido o Lorenzino abrían la boca, Kicillof aprobaba en silencio. "Había un tío de camiseta que asentía con la cabeza", se extrañaron en Madrid.
Populismo profundizado, festejaría Roberto Feletti. La gestión particular les gana a las instituciones. No es casual que Venezuela sea, como dicen en Caracas los analistas económicos, la tierra de los intermediarios. ¿Hay allí algo que valga más que un contacto? Vaya si lo sabrá Eduardo Eurnekian, otro de los visitantes de la Presidenta en estos días. El ex textil renovó su sueño de convertirse en petrolero: admitió el jueves su interés por invertir con YPF.
Hay que detenerse en la compañía estatizada. Vuelta últimamente, a los ojos empresarios, caso testigo de la inversión. ¿No deberían estar lloviendo desembolsos sobre Vaca Muerta, el tercer reservorio no convencional de un mundo inestable y en crisis, mientras el proceso sea conducido por un ingeniero respetado por todos?, se preguntan. ¿Por qué tantas dudas?
Algunas de estas incógnitas fueron planteadas el miércoles, en paralelo al Alvear, por unos 15 petroleros en una casa particular. Carlos Grimaldi (Medanito), Ricardo Aguirre (Chevron), Santiago Soldati, Tomás Hess (Exxon), Oscar Prieto (Pan American), Alfredo Collado (Skanska) y Manuel Colcombet (Suez), entre otros. Revivió ahí el tema de aquella carta de Repsol que todavía los perturba: el grupo español advirtió a varias compañías que se reservaba el derecho de iniciar acciones legales contra quienes se asociaran con YPF. Son escollos que tendrá Galuccio, que al día siguiente exhortó a todos a confiar en la nueva gestión y ya prepara un road show ante inversores.
Habrá que ver si los conmueve. Apenas terminado el discurso del CEO en el Alvear, Doris Capurro, encuestadora al fin, quiso constatarlo al instante. ¿Cómo lo viste? , sondeó a Cristiano Rattazzi. Respuesta del de Fiat: Yo no me puedo olvidar de que se confiscaron acciones de una empresa privada . Capurro es una de las pocas confidentes de Cristina, y Rattazzi, de los pocos empresarios capaces de contestarle así. Pero la idea resume el pensamiento de muchos.
Dependerá en rigor de lo que decida la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas. Una creación del decreto 1277, aquel avance que tomó a Galuccio por sorpresa. Vista con recelo desde fuera, la comisión ya cruje por dentro. Uno de sus miembros, Daniel Cameron, secretario de Energía, amagó días atrás con renunciar al ver lo poco que eran tenidos en cuenta sus pareceres. No lo hará: le prometieron mayor participación. Nada distinto de lo que vive Roberto Baratta, el colaborador más poderoso que supo tener De Vido en tiempos de gloria: ignoraba el viernes, horas antes de ser anunciada, la intervención en el sector eléctrico.
El fracaso de YPF sería principio y espejo de un largo deterioro. Tal vez lo atenúen la soja y Brasil. Débora Giorgi, ministra de Industria, acaba de decir entre empresarios que prevé este semestre un repunte para los autos, pero no para el resto. Y hace un mes, en un encuentro de la Asociación Empresaria Argentina en el Four Seasons, Gustavo Grobocopatel proyectó un precio promedio de US$ 540 para la tonelada de soja en el semestre, 17% menos que hoy.
Lo suficiente para un alivio fiscal. No para sostener un modelo cuyos conductores parecen convencidos de que, en economía, el cumplimiento de una epopeya puede reemplazar al capital.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario