El doblemente procesado vicepresidente de la Nación sigue utilizando la función pública para su propio provecho y el de sus numerosos amigos

Editorial I

La mancha de Boudou

El doblemente procesado vicepresidente de la Nación sigue utilizando la función pública para su propio provecho y el de sus numerosos amigos


Si no fuera porque es vicepresidente de la Nación y porque acumula decenas de actitudes y procederes totalmente reñidos con la altísima función que le ha tocado desempeñar, y que le han valido por ahora sólo dos procesamientos judiciales, a Amado Boudou habría que reconocerle una coherencia inquebrantable.

Desde que comenzó su carrera política en los muy jóvenes años estudiantiles militando en la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU) -agrupación nacida en 1983-, tuvo en claro tres objetivos: llegar bien alto en la función pública, lograr lo mismo para sus amigos y, llegado el caso de que lo descubrieran con las manos en la masa, la víctima siempre sería él.

Nada le ha importado el costo de ese meteórico ascenso político, social y económico. Rápidamente abandonó sus ideas liberales, se convirtió en un defensor del estatismo que antes defenestraba y se sintió muy cómodo debajo de la frazada populista con que el kirchnerismo cobija sus sueños más autoritarios.

El vicepresidente arrastra consigo a más de una decena de amigos a los que ha ubicado en puestos clave en el Gobierno. Muchos de ellos, al igual que él, están siendo investigados por la Justicia. Y casi todos han visto crecer su patrimonio de manera exponencial desde que se vincularon con el Estado -como empleados o haciendo negocios con él-, según lo delatan, y sólo muy parcialmente, las propias declaraciones juradas que presentan en forma oficial. El promedio de edad de esos funcionarios ronda los 40 años, una cifra que a la mayoría de los argentinos los encuentra luchando por forjarse un futuro, todavía muy lejos de la cúspide de seguridades y certezas que aspiran para sus vidas y en las que tan tempranamente ya se mueven los amigos del vicepresidente.

José María Núñez Carmona, amigo de la infancia y socio declarado de Boudou, no sólo comparte empresas con él. También, el procesamiento que a ambos le dictó la Justicia por cohecho y negociaciones incompatibles, al considerar que juntos adquirieron en forma irregular "la quebrada y monopólica Ciccone Calcográfica mientras Boudou era ministro de Economía". Y que lo habrían hecho mediante la sociedad The Old Fund y de Alejandro Vandenbroele -a quien el vicepresidente dice desconocer a pesar de que vivía en uno de sus departamentos y pagaba sus cuentas-, con el fin último de contratar la millonaria impresión de billetes y documentación oficial con el Estado nacional.

Hernán Fardi, actual vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores (CNV) es otro de los amigos de Boudou. Empezó a trabajar con él en la Anses, en 2008, cuando declaró ser dueño de unos tres millones de pesos. Seis años después, es hoy uno de los funcionarios económicamente más afortunados del gobierno nacional. Su última declaración patrimonial dice que cuenta con 25 millones de pesos, con un crecimiento de seis millones sólo en 2013. Fardi fue denunciado por el diputado Claudio Lozano por haber usado fondos de la Anses para incrementar su patrimonio personal mediante la compra irregular de acciones. La causa repentinamente cambió de juez: recayó en el juzgado de Norberto Oyarbide.

Otro gran amigo del vicepresidente es Guido Forcieri, ex jefe de Gabinete del Palacio de Hacienda cuando Boudou era ministro, y actual representante de nuestro país ante el Banco Mundial. Es el funcionario que, sospechosamente, se bajó del avión en una escala del viaje que lo traía a declarar a Buenos Aires desde Washington por la causa Ciccone. Una vez, pegó la vuelta. Dos, no. Finalmente, declaró ante el juez Ariel Lijo, que lo procesó por haber sido el nexo en las negociaciones para levantar la quiebra de Ciccone mediante un plan de pago de su deuda con facilidades ilegales y por boicotear la Casa de Moneda para favorecer a la ex imprenta en la fabricación de billetes.

Otra fiel exponente del núcleo de amigos del vicepresidente es la titular de la Casa de Moneda, Katya Daura. Ingresó en el Gobierno por la Anses y su responsabilidad de gestión fue creciendo de la mano de Boudou.

En 2012, Cristina Kirchner la ratificó en su puesto cuando paralelamente era interventora en la ex Ciccone. Un fiscal pidió que se la citara a declarar para determinar su responsabilidad en la contratación irregular de la imprenta para trabajos previos a su expropiación. El esposo de Daura, Manuel Somoza, acompañó a Boudou como director de Administración en Economía y hoy trabaja con él en el Senado. En su última declaración jurada declaró un crecimiento patrimonial del 47 por ciento; su esposa, del 43%.

Otro puntal del vicepresidente en el Senado es Juan Zabaleta. Trabaja allí como secretario administrativo y se ha convertido en su principal operador político. Maneja cientos de millones de pesos. Su gestión arrancó con un aumento del ciento por ciento en las dietas de los legisladores, despidos a empleados considerados cobistas y fastuosas y poco transparentes refacciones en el despacho de su amigo-jefe.

Según una investigación del programa televisivo de Jorge Lanata, Roberto Domínguez, amigo de la adolescencia del vicepresidente y su secretario en Economía, comenzó su vida laboral en la recolección de residuos; después, fue comerciante, plomero, electricista y gasista. Hoy es empresario. La Justicia lo tiene en la mira por haber sido el apoderado del departamento de Boudou en Puerto Madero, que ocupaba Vandenbroele, allanado en la causa Ciccone.

El círculo de amigos del vicepresidente es mucho más grande. Se podría incluir también a Juan Tristán, titular del Correo Argentino, ex vicepresidente de la Casa de Moneda y citado como testigo en el caso Ciccone. Tristán acaba de informar un incremento patrimonial del 43% en un año. Juan Carlos López, otro integrante de la troupe boudouista, figuraba en la Anses como jubilado al tiempo que integraba el directorio de cinco empresas vinculadas directa o indirectamente con el vicepresidente, cuyo secretario histórico y fiel confidente, Eduardo "Cachi" Romano, se presentó como testigo ante el juez Lijo, también por Ciccone. Romano está vinculado con esa causa por dos llamadas telefónicas que le hizo a Vandenbroele.

Como no podía ser de otra manera, la pasión de Boudou por los grupos se extiende a lo musical. Eran harto conocidas las participaciones del vicepresidente cantando con sus amigos del grupo de rock Mancha de Rolando, virtual telonero de innumerables apariciones públicas de dirigentes kirchneristas. Se los acusa de haber cobrado suculentos cachets provenientes de las arcas públicas. Ellos lo niegan y, como tantos otros en el Gobierno, empezaron a espaciar sus encuentros públicos con Boudou tras el estallido del caso Ciccone. El idilio entre ambos tuvo picos muy altos, como cuando en medio del conflicto entre el Gobierno y el campo por las retenciones móviles, Manuel Quieto, cantante del grupo musical, se calzaba una remera con la leyenda "Clarín miente" y profería desde el escenario epítetos irreproducibles contra los ruralistas.

Entre las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española (RAE) para el término "banda", figura la de "pandilla juvenil con tendencia al comportamiento agresivo". Quizá sea una de las más precisas, especialmente cuando se observa cómo se conducen en público muchos integrantes del grupo de amigos del vicepresidente que, como él, nunca admiten haber cometido errores. Cada uno, a su manera, se siente víctima de inexplicables conspiraciones que, obviamente, no tienen el más mínimo sustento.

Probablemente sientan que el ejercicio ciego de ese comportamiento absurdo les garantiza impunidad. El ejemplo -absolutamente lamentable para el país- lo encuentran en su propio jefe y amigo, dueño de un récord despreciable: ser el primer vicepresidente en funciones de la historia argentina que ha sido procesado, no una, sino dos veces. Como ya hemos dicho desde estas columnas, un funcionario que nos avergüenza y que nunca debió haber ocupado tan alta investidura.

http://www.lanacion.com.ar/1727171-la-mancha-de-boudou

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