Las alternativas que rechazó el Gobierno

Las alternativas que rechazó el Gobierno

Por  | LA NACION




Una propuesta fue lanzar toda una "familia" nueva de billetes para la República Argentina, más moderna y similar a los euros. Otro diseño llegó desde Suiza para, también, cambiar todos los billetes. Y se barajó lanzar billetes de $ 200 y de $ 500. Otro proyecto llegó, incluso, a postular al perito Francisco Moreno y a un pájaro icónico de nuestro país para nuevos billetes. Pero todos los planes chocaron con la negativa de la Casa Rosada, que optó por conservar los billetes de la convertibilidad -salvo en los de $ 100 con Evita- y recurrir a la ex Ciccone y a las Casas de Moneda de otros países para cubrir los faltantes de billetes.

Así, mientras la Casa de Moneda local imprimió los billetes de $ 50 y $ 100-en el segundo caso con la ayuda de la nueva Ciccone, tras el desembarco de The Old Fund y Alejandro Vandenbroele-, la Casa de Moneda chilena se encargó de los billetes de $ 2, que llegaron por avión hasta bases militares cercanas a la ciudad de Buenos Aires, para su distribución.

Antes de la irrupción de Vandenbroele en Ciccone, sin embargo, el Banco Central ya había optado por contratar a una tercera Casa de Moneda -la de Brasil- para colaborar, desde noviembre de 2009, con la impresión de las series S y T de los billetes de $ 100.

El Banco Central recurrió a la Casa da Moeda durante un período que acumuló múltiples problemas para la impresión y distribución de billetes, conocida como la "crisis de los billetes", en el verano 2010/2011.

Antes y después, el Banco Central acumuló cotizaciones por la impresión de billetes. Así, la "vieja" Ciccone, cuando aún estaba en manos de los hermanos Héctor y Nicolás Ciccone, ofertó al Banco Central cobrar $ 136,50 por la impresión de cada millar de billetes de baja graduación. Los Ciccone llegaron al Central con algo más que una cotización. También exhibieron su propio billete de $ 20, de la línea J, con un formato similar al de los euros, para conmemorar el Bicentenario. En el anverso incluía al perito Moreno y, en el reverso, a un hornero posado sobre una rama, de acuerdo con las copias que obtuvo LA NACION.

No fue el único boceto. También se evaluaron proyectos para lanzar los billetes de $ 200 y $ 500, una iniciativa recomendada por los técnicos del propio Banco Central en un informe interno de fines de 2009.

Si dentro de la entidad monetaria veían los billetes de mayor denominación como una necesidad, otros lo veían como una oportunidad. Como César Kuberek, por entonces director de negocios para América Latina de Sicpa, la dueña casi monopólica de las tintas de seguridad a nivel mundial, que presentó una propuesta para lanzar toda una nueva "familia" de billetes. Pero esas y otras iniciativas chocaron con la negativa de Néstor Kirchner.

Ya con la quiebra declarada de la ex Ciccone, a mediados de 2010, Boldt tomó el control de su planta durante un breve lapso. Y también se presentó en el Central con una cotización. En octubre de ese año propuso cobrar $ 265 por millar de billetes de $ 100. Casi al mismo tiempo, la Casa da Moeda do Brasil tasó $ 338,99 por ese mismo millar de billetes de $ 100. Y en abril de 2012, el Central acordó pagarle $ 383,92 a la Casa de Moneda local por cada millar de billetes, pero de $ 5, y $ 482,17 por millar de billetes de $ 50 y $ 100.

La escalada en los precios continuó, empujada por la inflación y la devaluación local, cuando varios insumos -tinta de seguridad, papel moneda- son importados. Por eso, el costo de las partidas de las series X, Y y Z trepó a $ 510 por millar.

No sólo eso. El costo de emisión de los billetes de $ 100 pasó a representar el 71% de los gastos del BCRA, cuando era del 42% en 2005, según el balance 2012 de la entidad.

Así, para fines de 2013, con la inflación en ascenso, el 90% de los nuevos billetes que salen a la calle son de $ 100. La cifra marca un marcado desbalance: en 2007, poco antes de que Cristina Kirchner iniciara su primer mandato, los billetes de mayor denominación representaban el 41% del total de la oferta.

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