Gobierno de Kirchner: Duras críticas de Moreno a la UIA

Trabas a las importaciones / Reunión con ejecutivos en la secretaria

Duras críticas de Moreno a la UIA



Viernes 24 de febrero de 2012



Entró a lo Guillermo Moreno. "En esta casa, cuando las autoridades entran, le gente se pone de pie", adoctrinó el secretario de Comercio Interior. Los 150 empresarios autopartistas obedecieron casi de un salto. La escenografía era familiar para la mayoría: un afiche de la presidenta Cristina Kirchner con la leyenda "Avanti Morocha" encabezaba el salón donde el dueño de casa suele recibir, los viernes, a ejecutivos de distintos sectores en contactos que los protagonistas llaman "La escuelita".
Pero el tema era otro esta vez. Los había convocado para reunirlos con autoridades de John Deere, la empresa de tractores que, sin licencias para importar, viene quejándose de falta de repuestos. Una gran oportunidad para que Moreno ensaye su plan de sustitución de importaciones.
Aprovechó entonces para exigirles a los proveedores, según revelaron ejecutivos presentes, dos requisitos. Primero, que cada empresa le diera los precios de todos sus productos en 2010 y 2011, con la variación anual correspondiente. Esos aumentos, dijo Moreno, serían puestos en la página de la secretaría porque se trataba de "información pública". El otro requerimiento es harto conocido: que compensaran las importaciones con exportaciones.
Escuchaban, entre otros, miembros de la Confederación General Económica (CGE), la entidad que Moreno pretende erigir como principal interlocutora del Gobierno. También, tres miembros de la central que él fustiga en estos días, la Unión Industrial Argentina (UIA): José Luis Basso, Héctor Méndez y Norberto Taranto. "En la UIA hay un cúmulo de gente inútil", provocó Moreno, delante de todos. La mayoría reía. Guillermo Gómez Galizia, presidente de la CGE, celebró después en un comunicado: "Medidas como éstas, y que se propician desde la Secretaría de Comercio Interior para proteger e incentivar el desarrollo de las empresas nacionales, constituyen la médula del actual modelo de crecimiento e inclusión".
Como siempre, habían sido dos horas de tensión. Los proveedores expusieron, uno por uno, los productos con que pretenden sumarse. Moreno no los dejó extenderse demasiado. Dijo que le gustaban los empresarios que tiraban para adelante y que su prioridad, como peronista y como militante, era defender el trabajo y, como consecuencia, a los empleadores. Por eso estaba por lanzar un "fondo para expandir empresas en el mundo".
Insistió en que a él le gustaba caminar por las fábricas, que se levantaba a las 6 y se quedaba en el despacho hasta medianoche. Era eso, tiempo completo, lo que al parecer pretende para los tres ejecutivos de John Deere que ayer hizo hablar, a quienes les exigió que dejaran sus mails y celulares al resto. Deberán dar, reclamó, una respuesta inmediata a los interesados. "Como máximo en la segunda llamada, salvo que estén enfermos", especificó.
Estaban también el secretario de Industria, Eduardo Bianchi; la secretaria de Integración Nacional, María del Carmen Alarcón, y dos enviados de la ministra de Industria, Débora Giorgi, a quien Moreno llama últimamente con sorna "Giorgina", pero que a la que ayer no criticó.
La obsesión era más bien la UIA. Moreno dijo que le llamaba la atención que cada vez que se acercaba a esos directivos, estuvieran impecables y perfumados cuando, en cambio, lo más natural era que tuviesen olor a aceite de fábrica. Ahí volvió a embestir contra Cristiano Rattazzi. Según Moreno, hace dos años, cuando le preguntó al empresario cómo había hecho Fiat Internacional para comprar Chrysler mediante un acuerdo de inversión, éste no había sabido qué contestar. En la UIA la versión es distinta: la respuesta de Rattazzi ("Costó cero pesos") sorprendió tanto a Moreno que elogió inmediatamente a Sergio Marchionne, CEO de Fiat en el mundo, y desde entonces incorporó la anécdota a su discurso.
No hubo, como en estos días, alfajores con inscripciones ofensivas hacia Clarín. "No les traje alfajorcitos, hicieron pocos", se disculpó Moreno antes de emprender contra Héctor Magnetto, CEO del grupo, sobre quien pronosticó que estaría alguna vez en el banquillo de los acusados por haberse "robado papel prensa en una mesa de tortura". Cerca, unos cinco globos sobrevolaban con su leyenda preferida: "Clarín Miente".



La Nación

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