Estadísticas falsas, muertes reales

Editorial I

Estadísticas falsas, muertes reales

La muerte del niño qom de siete años volvió a dejar al desnudo el subregistro del relato en el combate contra la desnutrición, la pobreza y la indigencia


"Sólo encuentra desnutridos el que sale a buscarlos." La frase pertenece al doctor Abel Albino, prestigioso médico pediatra, presidente de la Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), y fue expresada a las pocas horas de conocersela muerte en el Chaco de Néstor Femenía, el niño qom desnutrido y tuberculoso que, a los 7 años, pesaba tan sólo 20 kilos.

El doctor Albino sabe de lo que habla porque pasa gran parte de su vida buscando a esos chicos cuya desnutrición amenaza con robarles el futuro, cuando no directamente la vida. Para él, el hallazgo de uno de estos casos es motivo de profunda preocupación. "La etapa más importante del desarrollo cerebral es el primer año de vida, el que marca la vida del sistema nervioso central de ese individuo, de ese pueblo y de esa nación. La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo y su consecuencia es la debilidad mental. Un niño desnutrido estará condenado de por vida, no tendrá posibilidades de aprender y, por ende, estará condicionado al desempleo y subempleo, repitiendo el ciclo de miseria, pobreza, desocupación y subdesarrollo. El daño es individual y social", insistió en un artículo publicado recientemente en LA NACION.

En un país como el nuestro, en el que no se dan a conocer cifras oficiales de desnutrición y se esconden los números de la indigencia y la pobreza -el Indec dejó de comunicarlos hace más de un año, mientras que el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA habla de casi un 40 por ciento de niños y jóvenes urbanos pobres-, era de esperar la burda, insensible y ruin opinión del jefe de Gabinete y gobernador del Chaco en uso de licencia, Jorge Capitanich. Según ese funcionario, la muerte del niño qom ocurrida en su provincia "es un caso aislado", y la divulgación del deplorable estado físico en que se hallaba, "una operación política de carácter gigantesco". En lugar de asumir el problema, Capitanich le rehúye. La diputada ultrakirchnerista Diana Conti no le fue en zaga. A su juicio, el pequeño Néstor murió porque el pueblo qom es "impenetrable" y sus líderes son responsables de lo que allí ocurra. Sostener eso es decir que merecen lo que les pasó.

Si los Estados -nacional y provinciales- salen a buscar uno por uno a esos chicos, como lo hacen el doctor Albino y sus equipos a lo largo de todo el país, otra sería la realidad.

En una extensa solicitada suscripta por el ministro de Salud chaqueño, doctor Jaime Parra Moreno, se lee que "la desnutrición del niño fallecido estaba cursando con una patología de base", que el funcionario no supo identificar, pero de la que está seguro de que agravó el cuadro hasta llevarlo a la muerte. Y lo fundamentó en el hecho de que Néstor tenía cuatro hermanos que no estaban ni desnutridos ni tuberculosos, y en que su familia distanció las consultas médicas y prefirió recurrir a un curandero. Si todo eso era conocido por las autoridades, más aún se debió ir en busca del chico, como señala el doctor Albino.

En la casa de Néstor no hay agua potable, usan agua de lluvia almacenada en tachos. En un mismo terreno viven hacinados sus papás, sus hermanos, sus abuelos y sus tíos. Sólo a veces acceden a dos comidas diarias. Y comer carne es una rareza: lo hacen cuando el abuelo cobra su pensión y alcanza a comprar dos kilos para compartir entre todo el grupo familiar, según relató LA NACION en su recorrida por Villa Río Bermejito, en el Chaco, tras la muerte del niño.

Capitanich defendió la cantidad de obras de infraestructura realizadas en su provincia, pero construir centros sanitarios no implica cumplir con los seguimientos de cada caso. Según Rolando Núñez, coordinador del Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela, el de Néstor Femenía es "un caso extremo, pero no aislado" en El Impenetrable chaqueño. Al chico le dieron el alta médica y lo mandaron a continuar el tratamiento en su casa. Pero su casa no pudo garantizarle ni el más mínimo entorno de salubridad. Las necesidades y el hambre pudieron mucho más.

El centro Mandela hizo público un certificado de defunción que dice que la causa de la muerte ha sido "enfermedad". Es así como se subregistran los datos, como se alimentan las cifras negras. En esta oportunidad, las vinculadas con la salud. Sin datos reales ni descripciones minuciosas, es imposible determinar los verdaderos problemas y establecer políticas públicas acorde con ellos. La única ganancia de ese subregistro -si es que se la puede denominar de esa forma a esta actitud criminal- es política. Lo mismo ocurre con la desocupación, la pobreza, la indigencia, la inflación y la inseguridad, entre otros dramas que afectan al país. La manipulación registral crea una realidad ficticia: el relato ya harto conocido. De esa ficción estadística surge, por ejemplo, que sea el Chaco una de las provincias con menor desempleo del país, según datos del Indec. Y a esas falacias se aferra Capitanich a la hora de denostar a la prensa independiente por fijarse en los problemas de la Argentina, a los que reclama comparar con otros lugares del mundo donde, supuestamente, les va peor. "Mal de muchos, consuelo de tontos", reza el refrán.

Tras la muerte de Néstor Femenía, se conoció también en el Chaco el deceso de Carlos Cáceres, de 16 años, enfermo de tuberculosis y perteneciente a un pueblo aborigen. Murió el 2 de enero, el día de su cumpleaños. Sus padres denunciaron que lo desatendieron en el sistema de salud.

Según Capitanich, la divulgación de lo ocurrido fue "una maniobra macabra, una operación política de una magnitud extrema". Ninguna opinión le merece al jefe de Gabinete el burdo falseamiento de datos oficiales, una mentira que queda desnuda ante casos como el de Néstor, que, de aislados, no tienen nada


http://www.lanacion.com.ar/1759831-estadisticas-falsas-muertes-reales

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