La deuda con el BCRA, una factura impagable

Domingo 14 de octubre de 2012 | Publicado en edición impresa

Editorial I

La deuda con el BCRA, una factura impagable

El gobierno nacional habla de "desendeudamiento", pero lo que está haciendo es cambiar de acreedor, llenando al ente monetario de títulos que nunca pagará


La presidenta del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Mercedes Marcó del Pont, es ya conocida por sus extravagantes teorías. Ha sostenido, por ejemplo, que la emisión monetaria y la inflación no están relacionadas y hasta ha inventado un nuevo léxico para describir una supuesta nueva era del mundo denominada "financiarización". Si bien debe suponer que esas teorías la han hecho merecedora de la conducción del Banco Central careciendo de idoneidad y experiencia, los motivos por los cuales el Gobierno la ha designado son mucho más terrenales que sus estrafalarias ideas.

Desde 2006, el Banco Central ha comenzado a funcionar como una caja auxiliar del Tesoro. El primer paso fue dado ese año cuando, al cancelar la deuda con el FMI, el Gobierno utilizó las reservas del BCRA, pagándole a cambio a éste con deuda a diez años a una tasa de interés cercana a cero. Así, en un solo año, la tenencia de acreencias contra el Tesoro por parte del BCRA pasó desde 2870 millones de dólares a 11.660 millones entre 2005 y 2006. De esta forma, la suma de los títulos del Gobierno y los adelantos transitorios otorgados al Tesoro pasaron a representar un 32% del activo del Banco Central, comparado con una participación del 14% en 2005. Las reservas internacionales del Banco Central eran todavía el principal rubro de su activo, representando el 58% de éste.

Estas cifras se mantuvieron estables en esos niveles hasta diciembre de 2009. La decisión de despedir al entonces presidente del Banco Central y reemplazarlo por la actual titular determinó que, a partir de 2010, comenzara una verdadera hecatombe para el ente monetario. Así, aumentaron fuertemente los títulos del Gobierno en el activo del Banco Central entregados por el Tesoro a cambio de reservas contantes y sonantes; se aceleró el otorgamiento de adelantos transitorios para financiar el déficit del Estado nacional y se deterioró el patrimonio de la entidad en relación con el tamaño de su activo. Esto ocurrió puesto que el Banco comenzó a distribuir todas sus ganancias al Tesoro, sin reinvertir en el propio patrimonio, con el agravante de que la mayor parte de esas ganancias son, además, puramente contables y nunca fueron realizadas.

A septiembre de 2012, la deuda del Tesoro contabilizada en el activo del Banco Central totaliza 37.400 millones de dólares solamente en concepto de títulos, a los que se debe sumar el equivalente a 19.200 millones por adelantos transitorios otorgados por el Central para financiar el déficit del Tesoro. La suma de ambos rubros, unos 56.000 millones de dólares, representa el 51% del activo comparado con 22.900 millones de dólares y 29% del activo del Banco Central en diciembre de 2009, antes de que comience la gestión de la actual titular de la entidad monetaria. Entre tanto, las reservas internacionales, que en diciembre de 2009 explicaban el 60% del activo, hoy representan el 39 por ciento.

Nos encontramos, entonces, ante la contracara del supuesto desendeudamiento del Estado: el incremento de la deuda del Gobierno con el Tesoro y el deterioro de todos los indicadores financieros de nuestro Banco Central. Recordemos que los intereses que devengan los bonos entregados por el Tesoro al Banco Central se determinan mediante la suma de la tasa Libor menos un punto porcentual. Con la tasa Libor en menos de uno por ciento en la actualidad, el Banco Central no percibe interés alguno por sus préstamos al Tesoro para que éste se "desendeude". Los papelitos de colores que mantiene el Banco Central en su activo representan una descapitalización permanente.

Está claro entonces por qué el Gobierno se refiere al pago de la deuda con reservas como "desendeudamiento", cuando únicamente está modificando el acreedor. Lo hace puesto que la deuda con el Central nunca será pagada. Ya sea por la licuación que genera el no pago de intereses o por las refinanciaciones que sufrirá el capital en el futuro. Resulta extraño que después de semejante saqueo a las reservas del Banco Central, el Gobierno interprete que en 2011, cuando los tenedores de pesos buscaban los dólares del Central lo hacían porque era una "jauja", y no porque intentaban anticiparse a la voracidad depredadora del propio Gobierno.


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