Axel: el Niño arregla pocas cosas

El pulso económico

Axel: el Niño arregla pocas cosas

Por  | LA NACION



l presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, se animó a lanzar una promesa nada fácil de cumplir. El parcial levantamiento del cepo cambiario, una de las herramientas más ruinosas que haya usado el cristinismo y que ahoga la economía y la confianza desde que se instaló, apenas después de la reelección de Cristina Kirchner, en noviembre de 2011. Desde entonces, sólo se profundizó.

El Gobierno se conforma con una suerte de paz cambiaria, lograda a fuerza de parches insostenibles en el tiempo.

Mucho peor era la situación hace un año, cuando ya habían ocurrido los saqueos y campeaban los siempre fastidiosos cortes de electricidad, que esa vez causaron varias muertes en el área metropolitana, mientras el entonces secretario del área jugaba al golf en un barrio cerrado del conurbano.

La propia Presidenta había prometido que no habría una devaluación, y el entonces flamante ministro de Economía, Axel Kicillof, decía que no habría plan antiinflacionario porque se enfriaría la economía.

Finalmente, lo hicieron todo y asumieron todos los males: devaluaron de un golpe, sin plan. Subieron las tasas de interés, la economía se precipitó y comenzó a caer el empleo. Y sin embargo, la inflación ha continuado. Apenas se evitó su espiralización.

Ahora el clima ha ayudado a evitar otros males, como la falta de electricidad y los cortes en el servicio público de agua potable. El Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen) había pronosticado para noviembre pasado y el mes actual lluvias superiores a las normales en el área de Cuyo y de Buenos Aires. Que están ocurriendo.

Temperaturas promedio más bajas y la fuerte baja de la actividad económica han mantenido el consumo de energía eléctrica debajo de los niveles de hace un año. Pese a lo cual hay cortes cuando la temperatura llega y pasa algunos días a los 32ºC.

Pero la mayor lluvia disminuye el consumo de agua. Se riegan menos los parques y jardines, le lavan menos los autos y veredas. Y en un área completamente plana, como la metropolitana de Buenos Aires, el consumo de agua, que debe ser bombeada, es directamente proporcional al de electricidad. Los alivios que no pudo lograr el ministro los trajo en cambio El Niño.

Aflojar el cepo, un riesgo

¿Aflojar el cepo con la actual disponibilidad de divisas? El economista José Luis Espert, enemigo declarado y acérrimo de ese instrumento, advirtió de los peligros de tomar esa medida. Sin una devaluación importante, la sangría de reservas sería enorme.

Hay miles de millones de dólares en importaciones hechas y no pagadas. Insumos, máquinas, vehículos que fueron traídos del exterior y cuyos compradores no han podido pagarlos porque el Banco Central no les vende las divisas. Con el actual tipo de cambio oficial, esos pagos postergados, que ahogan la producción, se concretarían en un instante.

Hay automotrices al borde de que sus casas matrices no les manden más unidades ni repuestos por la falta de pago desde hace meses.

El Gobierno quiere evitar una nueva devaluación de un solo golpe, como la que hizo en enero el ministro al que la Presidenta llamaba por entonces "chiquito, pero cumplidor", y al que ahora llama simplemente "chiquito".

Pero para ello debería asegurarse una mayor afluencia de dólares. ¿Vendrán de la balanza comercial? No parece. Los precios de lo que la Argentina exporta están bajando, las ventas al extranjero cayeron 20% en noviembre. El cepo a las importaciones, y la recesión que las frena, hace que las divisas no escaseen más todavía.

Sólo podrían lograrse divisas que permitan aliviar el cepo por medio de inversiones directas y deuda externa. Muy difícil, sin acordar antes con los "buitres". En el mercado financiero aseguran que aún hay operadores dispuestos a prestarle al país para salir del embrollo.

¿Y si no se puede? No hay que ser un experto para saber que la salida sería entonces el FMI, creado precisamente para evitar que los países caigan en cesaciones de pago catastróficas.

El dilema del cristinismo no sería hacerlo o no, sino cómo presentarlo.

Al Gobierno todos los cálculos le salieron mal. El precio del petróleo se desploma y achica el "milagro" de Vaca Muerta. Aliarse con Vladimir Putin para enfrentar a Obama llevó a la Presidenta casi al ridículo: Rusia bordea el default y una crisis fulminante.

El FMI, un organismo político, emitió hace pocos días un comunicado muy condescendiente con las estrafalarias estadísticas argentinas.

El credo cristinista dice que el combate de la Vuelta de Obligado terminó en una victoria y que Obama se rindió ante Fidel y Raúl Castro. ¿Dirá pronto que el FMI y Christine Lagarde se rindieron a Cristina Kirchner? ¿O Evo Morales accederá, como le piden, a prestarle al país con una tasa de interés más alta la deuda barata que consiguió en el extrajero?



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