La Argentina frente a la caída del precio del petróleo

Editorial I

La Argentina frente a la caída del precio del petróleo

Nuestro país debe mejorar el marco institucional y macroeconómico, facilitar las inversiones y otros cambios que no resuelve la nueva ley de hidrocarburos


Ningún país es indiferente a modificaciones en el precio internacional de los hidrocarburos. Ya sea porque los produce o porque los importa. Son pocas las naciones en cuya matriz energética figuren otras fuentes que hayan quitado relevancia al petróleo y al gas. El transporte automotor, así como el aéreo y la navegación, son dependientes de los derivados del petróleo, por ahora con pocas posibilidades de sustitución. Esto determina que el consumo de hidrocarburos sea escasamente sensible a las variaciones de precios y, por lo tanto, las variaciones menores en los volúmenes producidos por los grandes exportadores repercutan fuertemente en los mercados. Esto lo ha sabido desde siempre la OPEP, que agrupa al conjunto de esos países. Si no hubiera este tipo de acuerdos sino un marco plenamente competitivo, los precios del petróleo podrían reducirse a niveles tan bajos como lo son los costos de extracción en Arabia Saudita y en países del Golfo Pérsico. Esto no sucede ya que periódicamente ellos han acordado limitaciones de producción que les han permitido sostener muy altos márgenes y beneficios para sus países.

En estas circunstancias se generaron incentivos para la explotación de yacimientos más costosos. Hubo una fuerte expansión de las operaciones en mar abierto (off shore) y más recientemente en los llamados yacimientos no convencionales (shale oil y shale gas). En éstos se extrae el petróleo y el gas embebido en la roca mediante su ruptura con la inyección de agua a muy alta presión.

Los altos precios del crudo combinados con la aparición de tecnologías más eficientes lo hicieron posible. Estados Unidos, que tomó la delantera, ha alcanzado a producir de esta forma un tercio de sus necesidades. Otros países, entre los que se encuentra la Argentina, vieron aparecer una notable oportunidad ya que pasaron a incorporar a sus reservas de petróleo y gas inmensos depósitos que antes no se consideraban comercialmente explotables.

El menor crecimiento de la demanda en el mundo, unido al aumento de la producción no convencional y a la decisión de los países de la OPEP de no limitar su producción, produjo una caída de los precios internacionales. El petróleo WTI cayó en pocos meses desde 100 dólares por barril a menos de 60. Se supone que este derrape será detenido por efecto de algún entendimiento formal o informal entre los grandes exportadores y los Estados Unidos para no destruir su producción no convencional. Mientras tanto, ¿cómo afecta a la Argentina la caída del precio?

Nuestro país dejó de ser exportador de petróleo y gas como consecuencia de una destructiva política de bajos precios y de regulaciones que desalentaron la inversión. Pasó así a ser importador de combustibles líquidos (gasoil y fueloil, principalmente) y un fuerte comprador de gas licuado. Mirando la fotografía podría decirse que la caída de los precios nos favorece. Debe advertirse, no obstante, que los precios del gas licuado, que es nuestra principal importación, no han tenido un derrumbe tan marcado al depender en mayor medida de los fletes que del valor en origen.

Si se mira el futuro, la repercusión para la Argentina es negativa ya que las expectativas están puestas en Vaca Muerta, cuya rentabilidad ahora debe ser revisada. Los costos de inversión y explotación son actualmente más altos que los de Estados Unidos, por lo tanto, el escudo defensivo del precio internacional de ese país frente a la OPEP puede dejarlo en niveles insuficientes para nuestro shale oil. Sin embargo, debe aclararse que, por mecanismos reguladores e impositivos, nuestro precio interno no se corresponde con el precio internacional. En la Argentina, hemos pasado de la aplicación de una retención móvil que mantenía el precio local del crudo en 42 dólares el barril mientras afuera valía 100, a la situación actual, con subsidio, en que se paga 72 dólares cuando afuera vale menos de 60. La crítica situación fiscal es un dato que a cualquier inversor lo lleva a descartar la permanencia de este tipo de subsidios. En el caso del gas hay una protección natural. Aun si su precio en origen fuera cero, llegaría a nuestros puertos a un valor no menor a 10 dólares el millón de BTU que haría todavía rentable su producción local no convencional.

En definitiva, si la Argentina fuera un fuerte productor y exportador de energía, la caída del precio internacional del petróleo sería un hecho desafortunado. Pero aún así, podría ser compensado si se mejorara el marco institucional y macroeconómico para facilitar las inversiones y el progreso en las tecnologías.

No hay ninguna razón técnica ni de la naturaleza para que la eficiencia de nuestras explotaciones no convencionales sea menor que la de los Estados Unidos. Pero lamentablemente sí la hay en el costo del capital, en el tratamiento impositivo, en la facilidad de importación de equipos e insumos, en las regulaciones laborales y en la manipulación estatal de los precios. La nueva ley de hidrocarburos no resuelve estas cuestiones. Sin embargo, es en este frente en el que deben producirse grandes cambios, de lo contrario poco sentido tendrá el análisis del impacto de los precios internacionales.

http://www.lanacion.com.ar/1753690-la-argentina-frente-a-la-caida-del-precio-del-petroleo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario