Martes 22 de mayo de 2012 | Publicado en edición impresa
Dar confianza, clave para frenar la suba
Advierten que el problema no es la falta de divisas
Mientras el Gobierno sigue sin dar señales en el
plano monetario para frenar bajar la cotización del dólar informal, los
analistas aseguran que los
férreos controles cambiarios probablemente llegaron para quedarse.
Además, los economistas consultados por LA NACION afirmaron que
el aumento del dólar paralelo no se relaciona con un problema de falta de divisas.
Para bajarlo, aconsejaron brindar señales de
tranquilidad ante los rumores que provocan nervios en los ahorristas del
sistema financiero local.
En cambio, fuentes oficiales indicaron que "se trata de
un mercado irrelevante, equivalente al 2,5% del mercado formal, y
amplificado por el ruido mediático".
En algo coinciden el Poder Ejecutivo y los analistas:
acelerar en el actual contexto la devaluación del dólar oficial no
resulta aconsejable.
Orlando Ferreres opinó que "es el Gobierno el que
generó la histeria y piensa que la frenará deteniendo "arbolitos" en la
city, pero provocan la sensación opuesta". Enseguida, aclaró que las
versiones en torno de posibles confiscaciones a los depósitos "no tienen
ninguna base real, pero la gente las escucha porque ya pasó en otras
épocas del país".
Desde la corriente del oficialismo La Gran Makro,
Alejandro Robba dijo que "cada vez que se genera un nuevo control, se
produce una distorsión, pero en diez días la gente dejará de hablar de
esta cuestión porque no hay un problema de divisas". Esta idea es
compartida por Ferreres, Miguel Kiguel, de Econviews, y Hernán Lacunza,
de la consultora Empiria: los controles lograron frenar, en el corto
plazo, la curva descendente del superávit comercial.
"No veo una situación de estrés real y creo que la
sensación pasará, una vez que se ajusten las regulaciones. La histeria
no se calma devaluando más rápidamente el dólar oficial; al contrario,
ésa sería una medida contraproducente", dijo Robba, que fue
subsecretario de Coordinación Económica hasta diciembre pasado.
Ferreres dijo que si el Gobierno "pusiera el tipo de
cambio en $ 4,80, podría calmar las expectativas del mercado, pero
debería hacerlo con un plan integral que controle el nivel de emisión
monetaria y recomponga la situación de las cuentas públicas", para
evitar el impacto inflacionario.
Kiguel consideró que "el Banco Central debería ser más
activo en la tarea de esterilización monetaria de la liquidez excedente,
porque si no el dinero de los ahorristas seguirá yendo al mercado
informal, que es el único con tipo de cambio flexible".
Sin embargo, al igual que Ferreres y Lacunza, Kiguel
admitió que posiblemente el Gobierno insistirá en el camino de los
controles crecientes, porque "cree que le fue bien de esta manera".
Lacunza, ex gerente general del BCRA, afirmó que si
bien la devaluación (8% anualizada) sigue muy por debajo de la tasa de
inflación, desde abril se aceleró, en sintonía con Brasil. Respecto de
la actitud pasiva del BCRA, sostuvo que "tal vez estén conformes con
este desdoblamiento de hecho, porque le permite girar divisas al que
quiere hacerlo a un precio más alto, aunque no logra calmar la
incertidumbre"
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