El país con un dólar de dos precios


Domingo 20 de mayo de 2012 | Publicado en edición impresa


El país con un dólar de dos precios: el tipo de cambio paralelo adquirió vida propia a partir de los controles


Un desdoblamiento de facto del mercado cambiario podría llevar a una mayor inflación, nuevos controles y menor actividad económica

Por Florencia Donovan  | LA NACION
En algún momento, la atención estuvo copada por los shoppings, los electrodomésticos y los autos. Pero en estos días, el dólar parecería haber vuelto a escena, con más fuerza que nunca. Bastó simplemente con que los argentinos se vieran privados de acceder al mercado de cambios en forma definitiva para que su amor por la divisa norteamericana reflotara, intacto.

Dispuestos a pagar más caro, a sortear los controles de las autoridades y a esquivar hasta los adiestrados perros de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), los ahorristas le dieron vida al mercado paralelo del dólar. Así, mientras el billete oficial se mantuvo casi intacto en $ 4,48 para la venta, el blue (como se conoce en la jerga al dólar paralelo) escaló hasta cerrar en $ 5,60 el viernes.

"El público piensa que el dólar tiene que subir y va a comprar dólares, es la bicicleta de siempre, pero que está alimentada por una realidad insostenible y es que si la inflación anda por el 25% y las tasas de interés están en el 12%, algo hay que hacer con los ahorros", dice el economista Carlos Rodríguez, rector de la Universidad del CEMA. "Por un tiempo, la gente se dedicó a comprar autos y departamentos, pero este tipo de boom es insostenible, porque después suben los servicios, el impuesto inmobiliario", describe.

Por primera vez, probablemente desde la devaluación de 2002, la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo ascendió esta semana al 25 por ciento. El desdoblamiento del tipo de cambio, aseveran algunos economistas, ya existe de facto. De hecho, según un informe de Finsoport, la consultora que dirige Jorge Todesca, el ex viceministro de Economía de Eduardo Duhalde, la ampliación de la brecha cambiaria y la ausencia de un acceso alternativo regulado al mercado de cambios significan que para los particulares ahora "existe un único mercado, libre, que se agrega al oficial".


 


De alguna manera, una situación similar a la argentina se vive en Venezuela, donde los controles de cambios llevan a que existan tres cotizaciones del bolívar: el oficial, que vende el banco central a 4,3 por dólar; el tipo de cambio implícito, de 5,4, que se obtiene comprando con bolívares bonos denominados en dólares emitidos por el Gobierno o la petrolera estatal Pdvsa (el equivalente al "contado con liquidación" en la Argentina), y el dólar libre, de la calle, que se cotiza entre 8 y 9,50. Aunque, en Venezuela el Estado todavía tiene un control mayor sobre la oferta de divisas, ya que según explica Bret Rosen, estratego para América latina del Standard Chartered Bank, la petrolera Pdvsa es la responsable de 95% de las exportaciones del país; en la Argentina, la generación de divisas está concentrada en el sector privado, en particular, en el campo.

Pero, advierte Rosen, tal como sucede en Venezuela, el riesgo de un mercado desdoblado será cuando los distintos actores de la economía argentina empiecen a tomar al dólar blue y no al de referencia del Banco Central para fijar los precios internos, ya sea porque no tienen acceso al mercado de cambios formal o porque consideran que refleja mejor la realidad.

"La brecha entre el dólar blue y el oficial, si sigue creciendo, llevará a que los formadores de precios tengan como referencia al primero", coincide Guillermo Dumrauf, doctor en Economía y consultor. "Esto ya se verificó en el pasado: . importadores que se regían por los precios del dólar blue o exportadores que subfacturaban sus ventas al extranjero para poder guardarse algunos dólares afuera, son algunas de las cosas que ya vimos."

Los controles podrían luego echar más fuego sobre la inflación, gran responsable en primer lugar de que los argentinos no consideren a su moneda, el peso, como una reserva de valor en el mediano y largo plazo. Por lo que las trabas cambiarias indefectiblemente configuran un círculo vicioso difícil de romper, ya que una mayor inflación acrecienta la sensación de retraso cambiario, lo que aumenta las expectativas de devaluación y, por ende, fogonea la demanda de divisas que el Gobierno intenta controlar.

Dumrauf describe a las restricciones cambiarias y restricciones en general como "nudos que se atan, que después llevan a atar más nudos". Bajo esta lógica es que no descarta que el Gobierno siga en los próximos meses restringiendo las importaciones (para así contener la demanda de dólares de quienes deben pagar productos comprados en el extranjero), impidiendo aunque sea de facto las distribuciones de dividendos por parte de las empresas y controlando siempre que sea necesario las compras de divisas del público en general.

Mala imagen


El costo del cepo, advierte Hernán Lacunza, ex gerente general del Banco Central y ahora director de la consultora Empiria, será la desconfianza de los inversores y la consecuente desaceleración de la actividad económica. "Una cosa es no dejarles comprar dólares a los inversores más sofisticados, otra, al ciudadano de a pie, porque la caja de resonancia es mayor", ilustra Lacunza. "Lo mismo con las importaciones. Si no dejan importar un neumático para una 4x4 es una cosa, pero ya cuando no dejan ni para camiones es otra, el impacto para la producción es mayor. En una economía de más controles y en desaceleración, ya no se reparte abundancia, el clima social es más denso, y el empleo no crece tanto", detalla el economista.

Desde el exterior, los inversores parecerían ya estar percibiendo a la Argentina como una economía de riesgo o, al menos, bastante impredecible. No más basta ver el índice de riesgo país, que elabora el banco JP Morgan. Al cierre de la semana, el indicador para la Argentina era el más alto de la región, con 1134 puntos, contra los 228 de Brasil, los 220 de Uruguay e incluso los 500 puntos de España, una economía que el mundo ve casi al borde del colapso.

Y es que aunque el contexto internacional ayuda por un lado al país a mantener una oferta de divisas más que razonable gracias al alto precio de la soja, por el otro, está contribuyendo a que crezca la demanda de dólares en todo el mundo. La crisis en Grecia y en todo el bloque del euro hizo que, a contramano de lo que muchos analistas esperaban, el dólar como moneda se revalúe y se transforme nuevamente en refugio de valor a nivel global.

De ahí que, por ejemplo, las monedas regionales que hasta ahora venían avanzando con fuerza hayan comenzado a ceder terreno frente a la divisa norteamericana. El real brasileño, tal vez la más relevante para la economía argentina, perdió más de 17% desde principios de marzo. En el mismo periodo, el dólar oficial en la Argentina apenas se deslizó 2,5 por ciento.

"No se puede hablar de retraso cambiario en una economía sin mercado", dice Carlos Rodríguez. "Pero en la mente de la gente, el dólar está barato."

Un arma de doble filo


Según el economista del CEMA, de seguir la presión al alza sobre el dólar paralelo el Gobierno terminará tarde o temprano desdoblando el mercado de cambios. La idea de un desdoblamiento, en teoría, implicaría establecer un tipo de cambio más barato para el comercio y otro más caro para las operaciones financieras. La presidenta Cristina Kirchner negó esta semana que el Gobierno estuviera pensando en seguir este camino.

Para Lacunza, no obstante, los tipos de cambio múltiples serían simplemente "blanquear la situación actual". "Hoy hay una especie de devaluación que no es transparente ni homogénea, porque para algunos rige y para otros no. El beneficio de blanquearlo al menos es que hoy nadie ofrece un dólar porque no sabe si se devalúa o no", dice el economista.

Aunque, a largo plazo, el economista cree que el desdoblamiento también traerá más dolores de cabeza que beneficios: "Es ponerle un respirador artificial al enfermo, es algo transitorio. Porque después empiezan los problemas de revisar cada container, a inspeccionar por ejemplo, para ver si se está exportando valor agregado o algodón".

Maximiliano Castillo, economista y director de la consultora ACM, está convencido de que si bien los controles pueden ser más o menos eficientes en el corto plazo, a mediano plazo se van filtrando. "Lo que tienen que cambiar -dice el economista- es el mix de política económica; una parte es un excesivo financiamiento del Banco Central al Tesoro [que tiene impacto inflacionario]."

Más allá del camino que elija el Gobierno, a la luz de la historia, lo que parece claro es que los argentinos no se desenamoran fácil del dólar.

Antes y después de las barreras



  • JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2011
    A días del primer cepo cambiario
    La AFIP restringió el acceso al mercado formal tras las elecciones de 2011. Buscaba frenar la fuga de divisas que superaba los US$ 3500 millones por mes; logró bajarla a US$ 600 millones.

  • VIERNES 18 DE MAYO DE 2012
    Dólares para unos pocos
    La AFIP cerró aún más el grifo hace algunos días y prácticamente el 80% de las operaciones de compra de dólares están siendo rechazadas. El público se volcó al blue.



Diferencia



  • 25%
    Es la brecha que existe entre el tipo de cambio oficial, de 4,48 pesos, y el paralelo, de 5,60. En Venezuela, donde el control de cambios lleva años, la brecha entre ambos mercados es de casi 100 por ciento.

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